—Pero ¿qué coño ha pasado aquí? —preguntó mi padre.
—No... —gemí—. Esto no puede estar pasando... —Yo aún me encontraba en el suelo, adolorida en todas mis partes. Hacía un momento que había sido violada hasta que el mareo que sentía terminó por desmayarme; pero ahora..., ahora la misma escena volvía a repetirse: mi padre entrando a la habitación y sorprendiéndose al ver mi habitación hecha añicos.
—Cariño, ¿qué está pasando? —Él se acercó hacia mí para tocarme la mejilla, pero yo me incorporé apartándome de él.
—Tú... tú... ¡tú estabas aquí! —le grité, señalándolo y con las lágrimas saltando de mis ojos.
—No, no lo estaba, acabo de llegar.
—¡No mientas!
—No lo hago.
—¡Oh, maldita seaaaaaaaa! —grité hacia el techo con todas mis fuerzas mientras me golpeaba la cabeza.
—¡Detente, por favor! —me pidió él, pero yo no lo hice. Seguí golpeándome con mis manos empuñadas para ver si de esa forma se acomodaba todo en mi mente, aunque probablemente era porque solo tenía tanta ira acumulada que no sabía de qué otro modo expresarla.
—Alo, por favor.
—¡Qué no me llames así! —Empujé a Ernesto cuando se acercó para detenerme.
—¡Te estás haciendo daño, para!
Me detuve porque en mi pecho se creaba otra sensación fea, de esas que lo abarcan todo, que te debilitan, que te quitan las fuerzas de hasta mantener los ojos abiertos.
—No más del que tú me haces a mí —le dije a Ernesto y terminé por vomitar en el suelo.
—Está pasando otra vez, ¿no es cierto?
—¿Qué cosa?
—Tus delirios..., tus alucinaciones.
—No son ningunos delirios, tú lo sabes y yo lo sé.
—Alondra, no me mires así, te pareces a tu madre cuando... Dios, no quiero ni recordarlo.
—Esto es una maldita pesadilla —murmuré.
—Ya deja de maldecir de una vez por todas, tú no eras así.
—Antes tampoco estaba enferma, ¿y qué crees?
—Vas a mejorar, ya te lo dije, pero no basta solo con la medicación, ¿sabes? Si hay algo que te esté atormentando eso también puede desencadenar los síntomas... O, dime la verdad, ¿estás escupiendo tus pastillas?
Era imposible seguir conversando con él.
No mentiré, yo estaba convencida de que todo había sido real, pero me sentía enredada. Y había algo que podía hacer. «Si algún día necesitas hablarlo, seré todo oído». Recordé las palabras de Mark, y parecía la única salida. Pero yo aún no era mayor de edad, no conocía ningún familiar que pudiera acogerme después de todo... Yo no quería ir a ningún centro de acogida ni nada parecido. También podría ocasionarle a él problemas si llegaran a enterarse de la verdadera forma en que nos conocimos. Él y su esposa ya habían tenido lo suficiente, no merecían que los envolviera en mis problemas.
—No las escupo —terminé por decirle a mi padre; pensando en otra cosa que sí podía hacer.
Él se rascó la frente.
—Ven, bajemos a cenar.
—No tengo hambre, yo... necesito tomar aire fresco.
—No creo que sea conveniente.
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Sexo A Medianoche [+21]
Lãng mạn¿A qué tanto se atrevería una pareja para mantener a flote su matrimonio? ¿Qué estarían dispuestos a hacer un par de jóvenes por ayudarlos? ¿Podrá una profesora no ser juzgada por su alumno al confesarle su verdad? Y ¿un chico logrará hacer realidad...