45 - Llévano Contigo.

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El estilo de ropa que Eric tenía pensado para mí se basaba en pantalones ajustados, camisetas igual de apretadas, y cazadoras y botas a juego. Debo admitir que me gustaba. También me había cambiado el corte de pelo, ya no era largo de todos los lados sino tan solo de la parte superior. Bastaba echarle un poco de polvos para que mis rulos quedaran bien acomodados. Me veía joven, pero, sobre todo, atractivo; como si hubieran desempolvado a un David que bien podría aparecer en alguna revista de modelo.

Tuvo razón en decir que ahora tendría más tiempo para terminar la historia, así que ya le había pasado el primer manuscrito editado a Amanda. La verdad es que todo el día me la pasaba reescribiendo esas escenas entre Asger y la vikinga para recrear una especie de amor que involucrara a Ragnar. Y, claro, Eric y Alicia me servían de tanta inspiración que en ningún momento me sentí bloqueado.

Por la mañana me quedaba con Alicia porque Eric se iba a trabajar, y por la tarde cuando Alicia se iba a dar sus clases, él llegaba. Así que nunca me sentí solo. Aun así, ellos no me molestaban para nada cuando me encontraba frente al portátil... Quizá Alicia, pero se lo agradecía dado que sus interrupciones solían ser para que fuéramos a follar. De esa manera, si me sentía estresado, rápidamente me aligeraba.

A pesar de que sabía que estaba ahí precisamente para que ella tuviera a la mano a alguien aprobado por Eric para satisfacer su vicio cuando él no pudiera hacerlo, no me sentí usado ni agobiado ni que cualquiera de las veces que venía a buscarme no era el momento correcto. Yo, según lo visto, como que también era adicto al sexo. No sé. Pero que no me molestaran para nada, excepto para ir a follar.

Ellos eran mis primeras veces en realidad, y tener lo mejor de ambos sexos venía siendo como cuando por primera vez me masturbé: no quería que pasara ni un solo día sin hacerlo; sin tocarlos a ellos; sin que ellos me tocaran a mí... En fin, que mi vida venía siendo escribir y follar. Una pasada.

Pero ahora que estaba en esperas de que Amanda le diera el visto bueno al manuscrito, ya no tenía mucho qué hacer. Y entonces, los extrañé... No es que no lo estuviese haciendo en todo ese tiempo, pero trataba de mantenerme enfocado en el trabajo para que no me doliera tanto.

Eric debió haber notado el desánimo, porque tocó mi pie sobre la mesita de la sala con el suyo para que lo mirara.

—¿Todo bien? —preguntó.

Exhalé desviando la mirada hacia la televisión y acosté mi cabeza sobre su hombro, él apoyó la suya contra la mía.

—Quiero verlos —le dije.

Se quedó en silencio, pero luego...

—¿Crees que te dejará hacerlo?

—No lo sé, pero aún no han terminado sus horas en el trabajo.

—Pretendes que...

—Por favor —musité, con la voz apocada.

Eric suspiró acomodándose e hizo que lo mirara.

—Iremos, pero si él está, nos vendremos de nuevo. No creo que pueda estar dos segundos frente a él sin partirle la cara.

Asentí, y nos levantamos para irnos a vestir apropiadamente para salir a la calle. Había pensado varios días en que podría ir solo, pero me daba miedo. Ahora que sabía todo, no me quedaban dudas de hasta dónde podía llegar el odio de mi... De Hugo.

Eric aparcó el coche alejado del edificio precario en el que anteriormente vivía y nos fuimos caminando. Aún conservaba mis llaves, así que fue fácil lograr entrar. Subimos las escaleras hasta llegar al piso en donde estarían mis hermanos. Pensé que no se encontraban en casa, porque estaba silenciosa. Pero cuando inserté la llave y abrí la puerta, vi a Sofía y a Lucas sentados en la mesa del comedor haciendo sus deberes.

Sexo A Medianoche [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora