Toqué el timbre.
A través de los cristales empotrados en la madera vi su figura aproximándose. No sé a quién esperaba ver allí afuera, pero sin duda no era a mí.
Vale, quizá había malinterpretado sus gestos.
Al abrir la puerta, la señora Adams me miró conteniendo el aliento, un poco asustada, quizá. Y me avergoncé de mí mismo. No sé exactamente qué había pensado que pasaría, pero cambié las tornas para que no me viera como un depredador sexual.
—Hola, vecina. He pensado que igual necesitas que te ayude a sacar la basura. No sé.
Me encogí de hombros.
Ella se acomodó el pelo detrás de sus orejas, tragó saliva antes de responder:
—Eh..., vale. Sí, pasa, por favor.
—¿Segura?
Maldita imaginación mía, en serio.
Nunca la había visto desnuda, pero, joder, sí que me la había imaginado. Quería recrear una pintura de ella al estilo de Jack con Rose. Una autentica ironía, si se tomaba en cuenta que ella tenía marido. La cosa es que había pensado en cómo podría preguntárselo, si me dejaba dibujarla, porque lo había intentado sin tenerla presente y no era lo mismo. Claro que no me atrevería a insinuar los desnudos. Tan solo le diría que se trataba de un proyecto para la facultad de Bellas Artes. Tan solo su rostro inmortalizado en ¾.
Pero en ese instante imaginé un sinfín de escenarios, lo bastante eróticos como para sentir de nuevo esa electricidad en mis extremidades. Ya podía imaginar la paleta de colores que usaría para dibujarle las sombras en sus caderas.
—Claro, a menos de que no te sientas cómodo. —Pestañeó, inquisitiva.
Diablos, era hermosa. Decirle señora la catalogaba como una mujer bastante adulta, pero eso era solo por respeto, porque la constitución de su físico no daba para pensar que tuviera más de treinta años, le ponía un poco menos, incluso. Veinticinco, tal vez.
Carraspeé.
—¿Incomodo? ¿Por qué?
Se relamió los labios, suspirando por la nariz.
—Bueno, no sé. Me encuentro sola en casa.
—¿No está el señor Adams?
Negó.
—Qué bueno que has venido, así me echas la mano. —Abrió la puerta por completo, invitándome a pasar.
Lo hice, recobrando un poco de la calentura que me había provocado al salir a la calle. No daría ningún movimiento en falso, si algo iba a pasar, sería porque ella lo iniciara; aun cuando en mi mente ya me la estuviera imaginando encima de mí.
Me llevó hasta la cocina, señalando las bolsas. Bien, pues como que nada iba a pasar. No importaba, ayudarla en algo tan nimio me era bastante recompensa: podía disfrutar de su olor; podía apreciar nuevos detalles, como la curva de sus labios, las escasas pecas arriba de sus mejillas que formaban una pequeña constelación; unos cuantos puntitos que le harían más justicia a mis pinturas sobre ella si pintarla personalmente se quedara como un anhelo.
Salimos, ella me acompañó hasta el bote de la basura llevando una pequeña bolsa mientras que yo me encargaba de las más grandes. Se detuvo en seco. Mierda, supe lo que miraba.
La miré, tiñéndoseme las mejillas de rojo.
—No es lo que parece.
—Sabía lo que hacías, pero no pensé que... —Se calló, mirándome con los ojos bastante abiertos.
![](https://img.wattpad.com/cover/196097603-288-k912588.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Sexo A Medianoche [+21]
Romance¿A qué tanto se atrevería una pareja para mantener a flote su matrimonio? ¿Qué estarían dispuestos a hacer un par de jóvenes por ayudarlos? ¿Podrá una profesora no ser juzgada por su alumno al confesarle su verdad? Y ¿un chico logrará hacer realidad...