Unos labios besaron los míos y yo terminé por escupir toda el agua estancada en mis pulmones.
—¡Oh, mierdamierdamierdamierda!
Mientras continuaba recuperándome de mi regreso a la vida, vi a la persona que me había socorrido gritando paranoico y pasándose las manos por la cabeza.
—Matías... —susurré, luego tosí otra vez.
—Espera aquí... —dijo antes de levantarse y darse la vuelta; luego se detuvo a dos pasos y me miró fijamente—... No intentarás hacer nada otra vez, ¿o sí?
Estaba demasiado conmocionada para responderle, aparte de que la sensación de ahogo no terminaba por aquietarse.
—Mierda, no lo vayas a hacer, por favor, no tardaré nada.
Escuché sus pies encharcados corriendo por todo el lugar. Para cuando regresó, me empezó a cubrir el cuerpo con un montón de toallas. Recordé que estaba desnuda, pero no me avergoncé en lo absoluto, en realidad por mi mente no pasaba nada. No sabía qué pensar, no sabía qué decir, yo... yo había respirado bajó el agua, y se suponía que ese sería el fin de todo. Las lágrimas calientes descendieron por mis mejillas, pero estas realmente eran silenciosas, poco expresivas.
—Dios, estas temblando... —dijo Matías mientras ahora cubría mi cuello, y yo no lo había notado pero dicho eso fui consciente de los sacudimientos de mi cuerpo, de los constantes castañeteos de mis dientes y de mi vaho yéndose hacia el techo—... Tendré que frotar tu cuerpo para calentarte, ¿lo entiendes?
Quizás no podía hablar debido a eso, ¿cuánto tiempo había resistido en el agua sin regular? Si no moría ahogada, probablemente lo haría de hipotermia. Pero asentí como pude a Matías y él empezó a mover sus manos por encima de las toallas, primero secando y luego intentando darme calor. Mientras lo hacía vi su propio cuerpo temblar, puesto que él también se había mojado al aventarse a la piscina para salvarme.
—Esto no está funcionando, yo también estoy muy frío —comentó sin detener sus manos—. Espera, ya vuelvo.
Y volví a escuchar sus pasos corriendo nuevamente. Cuando regresó, empezó a girarme en el piso de modo que mis pies quedaran a la orilla de la piscina.
—Tendremos que... —Su cuerpo no paraba de temblar, tampoco sus labios—... esperar unos minutos a que s-se caliente el agua, lu-luego sumergirás solo tus pies, y yo lo-los míos, por supuesto, pero mientras tanto... —Continuó quitándose la camiseta—... tendremos q-que proporcionarnos calor nosotros mismos, cuerpo a cuerpo, ¿de acuerdo?
Yo había escuchado acerca de ese método de supervivencia en los canales que veía mi padre, y era de lo más efectivo. Asentí nuevamente mientras Matías ahora quitaba su pantalón, quedando tan solo en bóxer.
—Dios... —murmuró mientras se inclinaba casi sin poder hacerlo para meterse junto a mí debajo de las toallas.
Cuando su piel se pegó a la mía, fui incapaz de sentir nada. Pero Matías pasó sus brazos por encima de mí en un abrazo, y por un momento sentí algo de calidez, no tanto externa, sino interna, pero esa sensación se detuvo al él retraerse cuando su antebrazo apretó mis senos desnudos.
—Joder —musito—, no sé cómo hacerlo sin i-irrespetar tu cuerpo.
Empecé a mover mi cabeza en negación.
—¿No quieres que lo haga? —él preguntó; abrí mis ojos alarmada y ahora moví mi cabeza en un gesto afirmativo—. ¿Sí quieres que lo haga? ¿No te importa?
A cada una de sus preguntas traté de responderle como pude con mi cabeza. Matías entonces volvió a pasar sus brazos por encima de mí, luego empezó a frotarnos; una de sus piernas se encimó en las mías.
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Sexo A Medianoche [+21]
Romance¿A qué tanto se atrevería una pareja para mantener a flote su matrimonio? ¿Qué estarían dispuestos a hacer un par de jóvenes por ayudarlos? ¿Podrá una profesora no ser juzgada por su alumno al confesarle su verdad? Y ¿un chico logrará hacer realidad...