La golpiza que recibí al llegar a casa me desconcertó.
Era cierto que de tantas veces en las que había sido golpeado, esto ya no era una sorpresa. Pero ver a mi padre cabreado de tal magnitud sí que lo era. O no lo era. Solo que, diferente a esas veces en que su enojo llegaba a ser solo eso, en esta había una razón bastante grande que avalara su ira.
—¡Hijo de puta, ahora sí que te voy a dejar igual a como dejaron a tu hermano, cabrón!
Me escudé con mis brazos formando una x. Cuando Lucas se acercó para detenerlo, pude ver su rostro amoratado, y ahora sí mis brazos dejaron de defenderme cayendo laxos a mis costados.
El último golpe fue contundente y me rompió la mejilla.
***
Para variar, los niños ya estaban limpios y con sus pijamas esa noche. Así que cuando terminé de preparar la cena, solo tuve que ir a ducharme yo. No sabía cómo mirar a Lucas a la cara. Sabía que esos golpes en su rostro eran por mi culpa.
Al colgar la toalla sobre el perchero, sentía la mirada de los dos con cada paso que daba. Sofía y él se encontraban arrebujados en sus mantas sobre la cama. Yo me senté en el borde, apoyando los codos en las rodillas.
Quise decir algo, pero los labios me temblaron.
—¿Hemano?
Meneé la cabeza, negando. Necesitaba un tiempo para... un tiempo para todo. Demasiadas cosas en mi cabeza pululaban antes de llegar a casa, y ahora esas cosas habían sido sustituidas por otras. Pero la intensidad con la que me abrumaban, con la que me hacían sentir culpable, era la misma. Sentía que, si la presión seguía aumentando, iba a estallar.
Pero esos dos eran muy pequeños para entenderlo, así que en cuestión de segundos se engancharon en mi espalda con sus brazos. Lucas empezó a llorar.
—Lo tiento. Yo no quite detirle la verdad. Pero...
—Está bien, Lucas. No pasa nada.
Pero sí pasaba, era fácil descubrirlo al ver el rastro de lágrimas que provocaban escozor en mis heridas recién hechas. Sofía se acercó para verme el rostro y limpiarlo con cuidado.
—Papá se enfureció cuando fue a buscarnos. La profesora estuvo llamándole toda la tarde, pero él no contestó. Así que, cuando vio a Lucas así, ya sabes cómo se puso.
Asentí.
—Y Lucas le dijo...
—¡No le digas!
Sofía hizo silencio bajando su cabecita ante el chillido de Lucas.
—Le dijiste lo de esta mañana ¿no? —Me viré para encarar a Lucas. Él, con gesto lastimero, gateó por debajo de las sabanas y se acostó cubriéndose con ellas.
Sofía asintió levemente, y luego me dijo al oído:
—Papá le ha enseñado a pelear hoy.
Me alerté.
—¿Él le ha pegado?
—Sí, pero no como contigo. Lu se estaba divirtiendo.
Le creí, porque él podía ser todo lo duro que quisiera conmigo, pero con ellos dos era diferente. Casi se podía decir que hasta era amoroso. Y lo entendía... o eso quería creer.
Había multitudes de razones por las cuales sospechaba que yo a él no le agradaba. Entre ellas estaba el hecho de que mi apariencia física no se asemejaba ni a él ni a mi madre ni a nadie de nuestra familia cercana. Mientras que ellos eran de piel pálida, cabello liso y castaño con los ojos claros, mi piel era canela, mi pelo rizado y negro con los ojos tan oscuros que no se podía apreciar bien la pupila. Sumándole a eso, la llegada de un niño que no se esperaba y que vino para arruinarle la vida.
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Sexo A Medianoche [+21]
Romance¿A qué tanto se atrevería una pareja para mantener a flote su matrimonio? ¿Qué estarían dispuestos a hacer un par de jóvenes por ayudarlos? ¿Podrá una profesora no ser juzgada por su alumno al confesarle su verdad? Y ¿un chico logrará hacer realidad...