Las semanas posteriores a definir nuestro proyecto, Amanda y yo nos la vivimos ocupados. Yo, sobre todo, ya que era una novela gráfica. Las manos se me quedaron entumecidas de tanto ilustrar las escenas que posteriormente enviamos a la editorial para su respectiva maquetación e imprenta.
La novela ya estaba en varias librerías del país, y estaba siendo todo un éxito. Los fondos que iba recaudando se consideraban una buena cantidad como para ir pensando en crearle una segunda parte. En la editorial todos quisieron ayudar, por lo que las ganancias iban destinadas en su totalidad hacia el profondo para nuevos autores.
Al final decidimos cambiar solo ambientes y descripciones físicas, yo ya no tenía diecinueve años en la historia, sino que tenía veinticuatro. Amanda y Mark no eran rubios, sino de pelo negro como yo, y el mío lo pinté de color castaño y mis ojos eran verdes; nada parecido a mí.
Mientras yo dibujaba, Amanda le daba vida con sus diálogos. Y toda la trama se basaba en el matrimonio Arriaga. Por ende, la historia no seguía al chico, sino que a la señora Lucinda y su esposo Álvaro. La señora tenía una especie de diario en donde se narraban sus más oscuros secretos, cabe mencionar que dejamos fuera todos los traumas que los diferenciaba a ellos de los Arriaga, así que en ese diario solo se confesaban las inmensas ganas que Lucinda le tenía a su joven vecino, que se llamaba Ander y era podador de jardines.
No había más historia que esa, excepto que cuando el señor Álvaro los pilló tal como lo había hecho Mark con nosotros, él no se lo esperaba. Pero, en medio de gritos, le dijo que si ella le era infiel él también lo sería, así que, como este chico Ander siempre era risueño y vivía su vida como le daba la gana, le propuso si quería acostarse con él. Ander era hermoso y tenía ciertos rasgos delicados, así que Álvaro no se negó. De ahí en adelante ya no eran dos sino tres en la cama.
—Y todos vivieron felices para siempre —dijo Mark.
Amanda y yo soltamos la carcajada. Mark cerró el libro y lo colocó sobre la mesita de noche. Estábamos los tres acostados en la cama, la televisión estaba encendida, pero en completo silencio. Amanda ocupaba el centro mientras que Mark y yo estábamos a sus lados. Era la primera vez que él leía el libro.
—Sí, prácticamente —dijo Amanda.
—Como nosotros —me atreví a decir yo.
Mark se deslizó en el espaldar hasta que se acostó cuan largo era. Amanda estaba de espaldas sobre el colchón y yo sobre uno de mis costados viéndolos a los dos.
—Como nosotros —repitió Mark, y nos acercó para darnos uno de nuestros frecuentes besos de tres.
Me quedaría a dormir con ellos esa noche, ya me las apañaría para regresar a mi casa por la mañana sin que mis padres se dieran cuenta.
Ellos, por supuesto, estaban demasiado contentos con la idea de que mi nombre ya no saliera como un ilustrador sino como el autor de un libro. Me dijeron que iba avanzando muy rápido, y se sentían altamente agradecidos con los Adams.
Como me quedaría a dormir con mis vecinos, ya estaba listo en la cama, tan solo un bóxer me tapaba el miembro. Mark también dormía en ropa interior, y Amanda usaba uno de sus camisones que tanto me gustaban...
Era tan fácil subir mi mano por su pierna en medio del beso. La tenté con el roce de mis dedos subiendo por la cara interna de su muslo, ella jadeó al sentirlos muy cerca de su entrepierna. No quería hacerla esperar más, así que la subí por completo y..., oh, allí ya se encontraba la de Mark. Los dos nos miramos; supongo que mis ojos demostraban la misma oscuridad libidinosa que los de él.
Detuvimos el beso.
Mark llevó sus dedos a mi boca, yo los míos a la suya. Cuando ya estaban lo suficiente empapados, los sacamos. Amanda estaba muy excitada, le encantaba que Mark y yo hiciéramos eso.
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Sexo A Medianoche [+21]
Romance¿A qué tanto se atrevería una pareja para mantener a flote su matrimonio? ¿Qué estarían dispuestos a hacer un par de jóvenes por ayudarlos? ¿Podrá una profesora no ser juzgada por su alumno al confesarle su verdad? Y ¿un chico logrará hacer realidad...