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Keyla

Tiré las hojas del informe sobre la mesa de mi salón, cansada de leer y releerlos sin encontrar nada interesante, todo eso ya lo sabía. Recorrí la mesa y me senté sobre el sillón, soltando un leve suspiro. Tanto texto me aburría.

Lo único relevante que descubrí fue que todo el tiempo actuaba con patrones, y que por eso nunca lograron atraparlo. Solamente logré identificar uno: la sucesión de sus actos. 

Vuelvo a agarrar los documentos, y analicé por enésima vez la información que me daban.

Él y su bandita están instalados en una antigua discoteca. Se dedujo que estaba activa desde los años 90. Era propiedad de la mafia, por lo que prácticamente nadie sabía dónde estaba, exceptuando a todos aquellos envueltos en ese mundillo. No me sería difícil ubicar el lugar, de hecho, conozco dónde es, solamente me haría falta la ubicación exacta. Lo difícil sería pensar una buena estrategia para acercarme a Palacios.

Sabía cómo era, no se dejaría engatusar tan fácil ni por mi, ni por ninguna otra mujer linda. Yo sé que me conoce; me tiene en la mira, como todos los demás delincuentes que conocen a Arnold. Eso era lo que tenía ser la hija del jefe de policía; todos tenían sus ojos puestos en mí y no dudarían ni un minuto en usarme para beneficiarse, o incluso matarme. Mi padre por ahí tiene muchos resentidos.

Lo que ninguno de ellos sabía era que ni yo, ni mi padre les temíamos.

Sigo con mi lectura, y apunto varias cosas en una libreta.

Algunas víctimas de Mateo fueron encontradas muertas en un acantilado, lugar donde siempre las dejaba para que la policía los encontrara, y de esa forma implantar miedo a la sociedad, porque todo eso suelen darlo en las noticias. A parte de eso, se lograron declaraciones de otras víctimas que pudieron salir vivas; lo único que confesaron era que se enfrentaron a él.

El informe incluía varias imágenes donde se mostraban a los muertos en autopsia repletos de hematomas, golpes, cortes y rotura de huesos.

En el informe se sospechaba que organizaba peleas clandestinas para producir efectivo, y manejaba un negocio de tráfico de armas y drogas. Pero obviamente no era una simple sospecha, yo misma consumí de su marihuana, que solían comercializar junto la cocaína, heroína y éxtasis en el club de un viejo amigo mío.

Nada me sirve. Todo eso lo sabía, yo lo que necesitaba era información sobre las bandas con las que se relacionaba.

Me balanceé de un lado a otro en la silla de ruedas, observando la fotografía del delincuente que encabezaba el documento. Alcé mis cejas e, inevitablemente, una sonrisa se apoderó de mi boca. No lo recordaba tan atractivo.

Nuevamente, tiré los documentos encima del escritorio. Alcancé mi teléfono, con inmensas ganas encontrármelo de frente.

No quería perder tiempo en buscar el lugar donde se queda. Conocía a gente que podía decírmelo sin pedir ninguna explicación y sin tener miedo a las amenazas de Mateo.

—Alexito —saludé a mi amigo.

—Keyla —me correspondió en cuanto descolgó la llamada —. ¿Necesitas algo?

—¿Dónde queda lo de Palacios? —pregunté directamente.

—Sabía que algún día aparecería tu interés por él —lo escuché reír desde el otro lado de la línea —. Déjame advertirte que...

—Querido —sonrío por la estupidez que iba a decir —. No me da miedo, dame su dirección.

—Muy bien, pásate por mi casa y te la anoto —me dijo —. Te espero.

Criminal - Mateo Palacios (Trueno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora