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Keyla

Tiré mi cuerpo encima del sofá de mi departamento, relajándome después de darme una larga ducha.

Agarré el cuaderno que tenía encima de la mesa de centro. Ahí era donde apuntaba todo lo que ocurría, las muertes, las personas que no conocía... Todo. Abrí el cuaderno por la página que buscaba, y taché el nombre de Leonardo con el bolígrafo que tenía entre los dedos.

Luego alcancé mi teléfono. Busqué el chat de mi padre, el cual era de los más recientes. Junté mis dedos y comencé a escribir con agilidad, mientras tarareaba la canción que estaba sonando en la TV.

Leonardo está muerto, él no es.

Revisé el mensaje antes de darle a enviar, al mismo tiempo que una sonrisa invadía mi rostro al recordar lo sucedido ese fin de semana.

Justo al instante en que dejé caer el teléfono en el sillón, sonó el timbre, indicando la llegada de alguien. Caminé hasta la puerta antes de abrirla y encontrarme a un chico que desconocía parado en frente mío. Estaba apoyado en el marco de la puerta, mirándome con una pizca de picardía.

—No me digas que te mandó a acosarme —me crucé de brazos, mirándolo a los ojos.

—Caaasi —canturreó —, pero no. Seré claro, preciosa.

Yo también me apoyé al marco, justo frente a él, mirándolo con una ceja alzada para que hablara.

—Lo amenazaron —comenzó y al instante supe que se trataba de Mateo —. Fue una banda muy unida a Leonardo, se mantenían entre sí.

Ya estaba empezando a imaginar por dónde iba a parar la cosa.

—Se enteraron de su muerte y de los responsables de ella. Es decir, nosotros.

—Pero no quedó nadie vivo —contradije.

—Solo sé que en el área del oeste no había rastro de muertes. Dijeron algo de que había un tipo random rondando por ahí, pero no sé —hizo una mueca, apretando los labios y negando con la cabeza al mismo tiempo. Supe que con "tipo random" se refería a Bruno —. Quieren matarnos y recuperar el negocio de Leonardo, y además tener el nuestro.

Lo miré con fijeza durante unos segundos, esperando a que continuara.

—Mateo se ha descontrolado y ahora quiere colgar a todo el mundo —soltó sin más preámbulos lo que necesitaba escuchar para alcanzar las botas y empezar a ponérmelas —. Me han hablado de ti y parece que algo hay entre ustedes, así que deduje que pensaría mejor si te viera.

—Verme lo empeoraría, cariño. ¿No sabes lo furioso que se pone cuando estoy? Y ahora seguro estará peor, sé que me culpa —comenté, dedicándole una rápida mirada mientras me ataba los cordones de las botas.

El chico sonrió ante lo que dije.

—Lo conozco poco, pero seguro que se habrá precipitado por pensar lo evidente, aunque no sea verdad.

Me levanté y fui a buscar mi chaqueta, mientras él me seguía con una mirada cargada de diversión.

***

Llegamos al lugar donde se encontraba el refugio de los Blood, todo parecía tranquilo por fuera, aunque por dentro fuera un caos.

—Ella no puede entrar —dijo el que se encargaba de vigilar la entrada. Era el mismo al que tuve que noquear para que pudiera entrar el primer día que vine.

—Qué rencoroso, hombre —comenté antes de que el chico que tenía a mi lado le ordenara con la mirada que dejara el paso libre. Obedeció y pasé por su lado, dedicándole un guiño, al cual él me contestó con una mala mirada.

Criminal - Mateo Palacios (Trueno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora