¿Qué mierdas le pasaba a esa chica en la cabeza?
Me pasé una mano por la cara, la frustración y molestia podía conmigo. El silencio se hizo presente por unos segundos, ella me observaba con atención mientras yo trataba de controlar la rabia que me carcomía.
Me di la vuelta para no verle la cara, pero no tardé mucho en volver a girarme y encararla aunque aún estuviera sentada en el maletero de la furgoneta.
—¿Te acostaste con Adey? —pregunté tras esos segundos de silencio.
Ella se encogió de hombros con una estúpida sonrisa plasmada en la boca. Quería partirle la cara.
—Es secreto —genial, comenzó otra vez con sus jueguitos.
—¿Por qué tanto misterio? —escupí con la mandíbula tensa.
—¿Por qué tanto interés? —contestó con la misma pregunta. Aprecié cómo el gris iris de sus ojos se oscurecía al mantener su mirada conectada con la mía. Le gustaba tener el poder de molestarme.
—No me cuestiones —gruñí ante su rebeldía. Ella se levantó, quedando muy cerca de mí y yo no pude evitar dar un paso más hacia ella. Me miraba con el desafío que nadie osaba usar.
—¿Y por qué no? —trató de provocarme. La sonrisa en sus labios no se borró en ningún momento —Ya no trabajo para ti, Palacios, te lo recuerdo. No tengo porqué obedecerte.
—¿Te crees que me cuesta hacerte volver a mí? —no controlé mis palabras en cuanto solté eso. Ella me miró con las cejas algo alzadas, como fingiendo sorpresa.
—Te recuerdo también, Mateito, que tú mismo fuiste quien me echó. Solo que Adey estuvo ahí para mí —entrecerró los ojos con diversión —. ¿Tanto te molesta que esté con otro en otra banda?
Tensé aún más la mandíbula, observándola a los ojos con rabia. ¿Por qué demonios le dio por hacerse la víctima?
—Dije que no me cuestionaras —le escupí.
Ella no dijo nada, por lo que ambos nos quedamos en completo silencio. Keyla me miraba con fijeza, al igual que yo ella. Esperaba una reacción de mi parte, y los dos sabíamos que no tardaría en llegar.
Lo decía porque sentía mi sangre arder, la necesidad de saberlo me estaba consumiendo por dentro. Ella sonrió, sus ojos bajaron a mi boca.
—Me enteraré —solté finalmente —. Y si realmente te metiste con él, que sepas que cometiste el peor error de tu vida.
La empujé adentro del maletero y cerré las puertas con molestia.
Si fuera un poquito inteligente sabría que no puede hacer una alianza con alguien así sin más.
Me subí en el asiento del piloto, pero antes de que pudiera siquiera meter las llaves, sentí cómo Keyla acarició con la yema de sus dedos mis hombros y mi cuello.
La tensión comenzó a concentrarse en mi entrepierna.
—No te pongas celoso—me dijo, saltando a la parte delantera. Se sentó a mi lado y se cruzó de brazos, observándome con atención —. ¿Sabes? Es curioso, un día me quieres muerta y al otro me reclamas. ¿Qué clase de novela es esta, Palacios?
—Te favorecería estar muerta —la miré con rencor —. Al menos callarías esa maldita boca que tienes.
—Pues tu amiguito no dice lo mismo —alzó una ceja, señalando con la mirada hacia mi entrepierna.
—Mi amiguito hace lo mismo contigo y con todas —le contesté con lo que más le duele; que la comparen —. No te sientas especial por ello.
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Es muy corto, pero yo soy del team algo mejor que nada.
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Criminal - Mateo Palacios (Trueno)
Fiksi PenggemarTras la muerte de su progenitor, Mateo se convirtió en líder, tomando el lugar de su padre para dirigir a los Blood, una de las bandas criminales más peligrosas del país. Homicidas de pies a cabeza. No sienten remordimiento, crueles e inhumanos con...