Capítulo 11

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C A P Í T U L O 11

HEATHER BAILEY LEVANDER

Darlene bebió su trago de un solo sorbo mientras yo la miré, perpleja.

La vocecita dentro de mí seguía haciendo cuestionamientos sobre como podían beber a tal velocidad sin quemar sus gargantas con bebidas alcohólicas cuyos nombres eran demasiado exóticos como para ser tan sólo shots.

Tamborileé mis dedos por la barra metálica en lo que observé como los tragos fueron esfumándose poco a poco en las gargantas de algunos de las personas que no se habían perdido en la pista de baile o en algún rincón del lugar para devorar la boca de alguno de los desconocidos que se atravesaron en su campo de vista.

Honestamente, ya había perdido de vista a la gran mayoría de los chicos con los que me juntaba. Derek se fue a Dios sabrá dónde, Victoria se esfumó con un chico que apenas conoció en cuanto entró, Colette, Isla y Finlay seguramente estaban dentro del tumulto.

La chica pelirroja deslizó uno de los shots por la barra hasta que quedó frente a mí. Esbozó una sonrisa antes de volver a beber el contenido dentro del vasito de un trago, la confusión se hizo evidente en mi rostro cuando noté que no hizo ni una mueca por el ardor que se suponía que debía producir la bebida en su garganta.

Negué con una sonrisa amable.

—¿No bebes? —cuestionó entre gritos para que la escuchara entre la música. Bebió más.

Era un hecho que Darlene no podía ser la conductora designada, a menos de que todos estuvieran dispuestos a quedarse sin alguna parte de su cuerpo.

Volví a mover la cabeza en negativa como mi única respuesta.

—¿Conductora designada? —indagó.

Debido a que la gran mayoría ya estaban vomitando su hígado y los únicos sobrios éramos Malcolm, el único amigo responsable y amigable de Derek, y yo, eso de ser la conductora designada no era mucha pregunta.

—Algo así —me encogí de hombros, sonriente. Ella me devolvió la sonrisa.

Darlene era una chica amigable. Me agradaba bastante, al igual que Malcolm. Aún no sabía por qué se juntaba con mis amigos si no congeniaban demasiado; aunque opté por quedarme callada porque probablemente ella se haría la misma pregunta en mi caso.

Reí en cuanto la pelirroja hizo la primera mueca al sentir el alcohol pasando por su garganta, ella me devolvió la mirada, divertida.

Estar bebiendo tanta agua durante el tiempo que estuvimos ahí, estaba comenzando a convertirse en una mala idea cuando sentí cierta sensación de querer irme corriendo al baño más cercano. Demonios, ¿por qué tomé tres botellas en un lapso tan corto de tiempo?

Apreté mis piernas y me removí incómodamente en el asiento mientras escaneé el lugar con la mirada en busca de una puerta que diera al baño.

Logré localizar uno en cuanto vi a dos chicos salir del baño; uno tenía un gesto cansado y la mirada perdida, mientras que el otro lo sostenía del brazo para que no se cayera. En la puerta de a lado se encontraba el señalamiento del baño de mujeres. El problema vino cuando me percaté de la inmensa fila que había para poder entrar, mientras que, a lado, nadie peleaba con uñas y dientes para orinar.

Le dediqué una última sonrisa a Darlene antes de irme corriendo al lugar de donde vi salir a los dos chicos.

Noté que algunas de las chicas esperando en la fila de mujeres me vieron extrañadas.

El sol, las estrellas y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora