Capítulo 26

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🌻

HEATHER



—¿Qué haces aquí?

Me zumbaban los oídos y no sabía bien lo que estaba haciendo. Bebí un shot de un solo trago, mi garganta ardió como jamás había ardido en mi vida, después de eso, todo se veía un tanto borroso porque no recordaba si eso había sido lo único que bebí o si había algo más que estuviera siendo digerido por mi sistema.

Sacudí la cabeza para toparme con los ojos verdes de Landon, quien me miraba fijamente y me sostenía del brazo para evitar que cayera. Noté que apartó de mi alcance el vaso del que estaba bebiendo, la cabeza me giraba demasiado como para que pudiera molestarme por ello. Llevé mis dedos a mis sienes y acaricié para colmar el dolor que me invadía.

No era una persona responsable, —aunque muchas veces me jactara de serlo— porque si lo fuera, no hubiera estado bebiendo alcohol en una fiesta cuando sabía perfectamente que no me hacía bien y que sólo me estaba dañando más a mí misma.

Siempre había sido más cuidadosa cuando se trataba de algo que no debía hacer por mis riñones. Jamás traté de beber ni una sola gota de alcohol porque me daba miedo pensar que estallaría mi órgano y moriría, por lo que esa era la primera vez que bebía y el líquido me estaba quemando la garganta como si fuese ácido.

Aún no lograba entender cómo llegué a esa casa sin estrellarme antes contra un edificio. Todo parecía borroso a pesar de que no empecé a beber hasta ese momento.

Por la mañana tendría un dolor monumental en el riñón y mi madre me asesinaría.

Landon zarandeó su mano por delante de mi cara para que le prestara atención, abrí los ojos, aturdida. Su mano no dejó de sostenerme para evitar que cayera de bruces, así haciéndome pasar por una vergüenza aún mayor. El chico atrajo una silla para que me sentara ahí, hasta entonces me permitió quedar libre de su agarre. Sacó su móvil y comenzó a marcar un número.

Entonces fui yo quien lo sujetó del brazo y, con muy poca fuerza, lo obligué a que se agachara para que me pudiera escuchar.

—No lo llames, por favor —pedí, las palabras bajaban su volumen por sí mismas y no entendía muy bien lo que decía por la manera en las que las arrastraba.

Sin importar que no quisiera que lo llamara, él me dedicó una sonrisa lastimosa antes de pegar su móvil a la oreja y mover su pie frenéticamente, en espera de que su mejor amigo atendiera la llamada.

—¿Dónde mierda estás? —interrogó, mascullando. La respuesta que Archer le dio fue parte del combustible para que hablara con más pánico—. Tu novia está en casa de Finlay Hulls, bebiendo y casi llorando. ¿Qué le hiciste y por qué ustedes dos beben y yo los tengo que rescatar? —Hubo un silencio porque estaba esperando la respuesta del castaño, tallé mis ojos—. Estoy con ella, tranquilo. Sólo... ven rápido.

Estaba en casa de Finlay Hulls, el mejor amigo de mi exnovio. Me golpeé mentalmente porque no pude haber elegido un peor lugar para pasar la noche.

Vi que el rubio se puso de cuclillas frente a mí, analizó mi rostro y cabello desaliñado.

—Escucha, Heather, iré por un vaso de agua para ti, ¿de acuerdo? —me explicó, lento, de poco en poco se levantó—. Si alguien te habla, no respondas. Si alguien te ofrece una bebida, di que no. Si alguien te ofrece una de esas estampitas que están dando, gritas y vengo corriendo.

El sol, las estrellas y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora