Capítulo 31

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💫

ARCHER




Algunos días me molestaba despertar.

Mi primer pensamiento era algo similar a un «otro día de lo mismo de siempre». Por eso me costaba entender cómo existía gente que podía levantarse de la cama con la mejor motivación del mundo.

Eso sólo sucedía cuando no me encontraba del mejor humor posible. Y esos días no había tenido ni un sólo buen momento que se llevara ese malhumor.

Había estado ignorando las llamadas de mi padre.

Después de aquel fiasco de cena, no dejó de llamarme para que arregláramos nuestros asuntos en un territorio neutro. Su casa y mi casa quedaban descartados por completo. Así que sólo quedaba ir a un restaurante cuyos platillos valían lo mismo que la renta del apartamento en el que vivía o ir a una cafetería.

Era mejor no contestar, así que eso hice.

Le pedí a Heather que no volviéramos a tocar el tema de mi padre y, si bien no le pareció gran cosa porque insistía en que no podía cerrarme y guardar ese dolor para mí mismo, lo aceptó y no dijo nada más.

Más que nada, pensé que aceptó porque sabía que tardé o temprano tendría que hablar del tema, sólo que prefería que lo hiciera a mi tiempo y no al suyo.

Ir a cenar con Reed había sido una pésima idea, no debí haber ido y mucho menos debí haber llevado a Heather para que presenciara ese espectáculo de mierda que no hacía más que presentar nuevos motivos que comprobaban lo jodido que estaba por dentro.

Tuve que alejarme de todos por unos cuantos días tras aquel desastre de cena.

No podía levantarme de la cama.

No porque no quisiera hacerlo, sino que no encontraba motivación alguna para poder lograrlo.

Todo parecía ser de colores oscuros y un peso inmenso se situaba en mi pecho que me impedía moverme de cualquier manera.

Apenas me levantaba para comer algo unas pocas veces, casi siempre comía migas de algo antes de regresar a recostarme en la cama como si hubiese hecho una clase de esfuerzo olímpico.

Por más que lo intentara, no podía tocar ni un sólo libro por falta de interés.

En ese tiempo, estuve tomando antidepresivos hasta que el frasco se terminó. No me ayudaban a sentirme mejor, hacían que no sintiera nada en lo absoluto, así que me ayudaban a dormir un rato más.

Estaba seguro de que todos me odiaban en esos momentos... me dolía pensar que era probable que Heather también me odiara.

He perdido tantas cosas... ¿también tengo que perderla a ella?

No supe cuántos días pasé en cama sin hacer nada de gran importancia.

Bailey me llamó miles de veces, no atendí a una sola de ellas. Landon me visitó algunas veces y me animó a comer algo más que no fuera aire; intentó sacarme de la cama, pero después de que llorara en su hombro me permitió que descansara un poco.

Intentó convencerme de hablar con mi novia o de ayudarme a revisar si todavía no se presentaban los resultados de la beca que solicité para La Universidad de París. Aún no había nada, tampoco me parecía importar mucho.

Le pedí que no le diera mi dirección a Heather. Le costó algo aceptarlo, pero lo respetó.

No quería que ella me viera de esta manera y tampoco quería que, por mala suerte, se topara con mi hermano mayor en uno de sus momentos. Sin mencionar que vivía en un barrio de mala muerte donde no me sentía tranquilo al pensar que ella vendría sola a un lugar que no era seguro.

El sol, las estrellas y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora