Dylan
Mis ojos pesan y estoy adolorido de pies a cabeza. Me gustaría pararme de aquí con todos los ánimos del mundo para seguir adelante, y feliz por haber ganado el premio estrella, pero no siento ni una pizca de esa felicidad, un vacío doloroso ocupa su lugar.
A pesar de todo, obligo a mi cuerpo a levantarse de la cama para irme a duchar; me siento como un viejo de 19 años. Salgo de mi habitación sintiendo un aire diferente al que estoy acostumbrado en toda mi casa, haciendo evidente que algo hace falta, y son padres.
Cuando llego al final de las escaleras, me fijo de inmediato en la puta cinta amarilla que prohíbe el paso a la sala de estar, donde pasé tantas noches de películas con mis padres y en el cual ni por un segundo le prestamos atención a la película.
Aun así, borro esos recuerdos de mi mente y me giro hacia la cocina, encontrándome con tres personas en ella. Observo una cabellera desalineada dando vueltas de un lado a otro de la isla, supongo que siente mi mirada cuando se gira y me sonríe como saludo. Tiene puesta una camiseta que le queda bastante grande, pero bien para ser mía.
¡Espera! ¿Es mía?
Creo que sí.
Rizos coloca una taza de café enfrente de donde estoy, por lo que me percato del aroma de aquel tostado y me dejo deleitar por ella. Su estimulación en mi cerebro me lleva hacia las tantas veces que le quitaba la taza de café a mi abuelo mientras él reía orgulloso de que esté tan obsesionado como muchas veces él lo ha estado, así que siempre dejaba que me complazca con dicha bebida.
—Buenos días —aquella melodiosa voz me devuelve al presente y le sonrío. Su rostro sigue adormilado, sus labios rosados están más hinchados que de costumbre, y sus hermosos ojos grises están fijos en los míos.
Están bonita.
—Hola, Dylan —mi padrino me saluda para hacerse notar. Lo observo y noto a su acompañante que, por igual, me está mirando.
Sus ojos idénticos a los míos hacen que me sienta raro ante su incesante escrutinio, va bien vestido, pero sin llegar a lo formal por completo y con su cabello peinado hacia atrás. Entonces, recuerdo que mi madre me había dicho que mi padre biológico vendría hoy a visitarme.
—Supongo que eres mi padre de verdad —digo sin pensar mucho.
—Así es Dylan —Él alza una ceja mientras asiente.
No digo nada.
Suspiro antes de sorber un trago de café. Esto es incomodo en tantos aspectos, pues no todos los días conoces a tu padre biológico, ni te enteras de que han asesinado a tus parientes y te has quedado sin nada.
Joder, pensándolo así suena más penoso de lo que imaginé.
—Richard, Dylan... Para que entren en confianza los vamos a dejar solos; cualquier cosa, estaremos del otro lado de la puerta.
Mi padrino Ben se levanta y asiente a mi dirección cuando pasa por mi lado, se dirige a donde Deyna y ambos salen de la cocina.
La incomodidad palpable en el lugar, su observación sin fin y el silencio que solo es interrumpido por los sorbos que le doy al café, convierten este momento en uno muy exasperante.
—Es una chica muy linda, y el café que prepara se merece un diez si lo llevamos a un concurso o certamen —dice tratando de aligerar el ambiente. Me limito a asentir nueva vez, y él suspira alejando la taza—. No pensé que la próxima vez que trataría de verla sería en un momento como este, me hubiese gustado ver si había cambiado.
—Cambió —murmuro con la mirada perdida.
Aunque no sea su intención, sus palabras me hacen sentir mal. Una opresión en mi pecho se hace presente al recordar a mi madre; mandona, ruda, testadura y muchos otros adjetivos más la pueden caracterizar, pero era mi madre y así la amo y la amaré a pesar de que ya no esté.
Termino sentado al lado de este hombre y lloro. Lloro por todas las veces que pude compartir con mis padres y no lo hice; por todas las veces que decidí utilizar mi móvil en vez de entablar una conversación con ellos. Dejo salir las lágrimas y los mocos también por las oportunidades que tuve y las dejé ir con el viento, solo porque me sentía perdido, hice muchas imprudencias y me negué a buscar ayuda.
Me negué a hablar.
Pero ahora siento una mano acariciar mi espalda con el intento de consolarme en el proceso. Entonces, resignado y cansado, decido levantar mi cabeza y dejar de llorar, a pesar de que el dolor se ha incrustado en mí. Miro a la izquierda y lo veo, también se le salieron algunas lágrimas en silencio y tiene como evidencia la nariz roja.
—Como quiera, Dios sabe lo que hace. Lamentablemente —hace una breve pausa—, quizás fue lo correcto que haya pasado todo esto, sería como una excusa para que yo esté aquí, ¿no crees?
Su forma de verle el lado positivo a esta situación me recuerda a mi padre. Bueno, a Daniel.
—Simplemente no lo sé —solté sintiendo como un peso se apodera de mí y el deseo de no levantarme jamás me cae encima—. Solo quiero dormir, pero tengo que ver las cosas del velorio, entierro y demás —vuelvo a dejar caer mi cabeza—. Estoy cansado, papá.
Esa ultima oración ni en sueños la hubiera pronunciado, pero lo acabo de hacer. Después de todo, tengo que soltar lo que me ata, aunque no sea todo de un solo golpe.
—No te preocupes, Ben se encargará de esos papeles y organizar todo. También escuché que un señor de apellido Belova ayudará, así que no estás tan solo.
—¿Belova? —susurro.
—Sí, así que, si gustas, puedes volver a dormir, o simplemente encerrarte en tu habitación hasta que te sientas preparado para seguir adelante. Además, a la chica tal vez le guste hacerte compañía.
—Ey, no hables así —reprocho mientras hago el intento de levantarme.
—No lo digo por mal, pero considérala. Ambos se necesitan.
Una sonrisa se forma en su rostro, dejando ver una hilera de dientes blancos. Luego observo como hace una mueca, dirigiéndose a la puerta que da paso al recibidor. Arrugo mi ceño mientras ambos nos encaminamos a salir de la cocina, entonces unos sollozos llegan a mis oídos, por lo que me apresuro en salir primero.
Su rostro colorado y cubierto por su cabello enmarañado, me preocupa; sus ojos grises están rojos por las lágrimas que trata de detener, y algunos alaridos que salen de sus labios rosados me destrozan el corazón.
Joder, ¿Qué le ha pasado?
—¿Por qué está así?
Mi pregunta es ignorada cuando Rizos me enreda entre sus brazos, ocultando su rostro en mi cuello.
—Mejor descansen —nos recomienda mi padrino—. Sus amigos vendrán después.
Ambos nos devolvemos por donde vinimos, a escaleras arriba nuevamente. Solo con el latente deseo de que al despertar me sienta mejor.
***
Cariños míos, lamento si demoré mucho, pero aún así les deseo un feliz, próspero y saludable año nuevo.
Además, quiero saber sus opiniones de cómo les pareció el final de la historia. Agregando también que cuando esté más despejada y tranquila editaré "completamente" esta historia y, tal vez, publique el epílogo.
Les agradezco el apoyo que ha recibido la historia, a pesar de que no soy muy constante. Han sido muy buenos conmigo y espero recibir el mismo apoyo o más en mis otras historias.
Hasta luego, cariños míos.
Muchos besos <3
Pt: no sé si debo poner "fin" aquí o en el epílogo xD
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Tus Rizos
Teen FictionEntre miradas y saludos casuales, dos jóvenes se entenderán más allá de lo que se podría explicar, y la música junto con el latir de sus corazones es algo que tampoco necesita explicación. Sin embargo, entre ellos se interpone una gran brecha creada...