Dylan.
Tengo los oídos sordos a lo que dicen a mi alrededor.
Solo me enfoco en querer escuchar las palabras que Deyna dirige al señor del traje, quien sigue negándose ante las palabras de ella. Sin embargo, la morena es persistente. Desde donde estoy no escucho absolutamente nada, pero por las posturas de ellos, sé que Deyna está hablando en serio y, después de unos segundos, observo como el señor duda de sus propias palabras.
Ella no se expresa como una adolescente infantil que hace berrinches para poder conseguir lo que quiere, sino que permanece con una postura de una mujer adulta que no duda de sus palabras, y eso atrae a cualquier hombre sin que ella haga el intento.
Luego de varios asentimientos, el sujeto del traje se dirige al escenario, mientras que ella con una sonrisa en su rostro y apresurada también, arrastra al señor Belova hacia nosotros.
—Chicos, tienen que dar lo mejor de ustedes sí o sí... —comienza el señor Belova.
—¡Vamos a presentarnos! —lo interrumpe Dania dando algunos saltos con evidente alegría.
—Sí, eso —prosigue su padre—. Pero si no quedan como mínimo en el segundo puesto, no habrá otra oportunidad de concursar para ustedes.
—De eso no se tiene que preocupar porque daremos todo en el escenario —La morena le asegura aquello—. Así que vamos al escenario. Edirick, ya sabes, no puedes equivocarte con la música ni en el orden de las canciones, nosotros ya sabemos la coreografía de cada una, y Dylan...
Sus ojos grises me observan con dulzura y nuestras miradas se cruzan por más de cinco segundos. Me permito detallar cada centímetro de su rostro. Sus ojos grises aun poseen un leve tono rojo por las lágrimas que derramó antes de encontrarla. Su nariz ya no está roja después de arreglar su maquillaje, y sus carnosos labios rojos se mantuvieron intactos en todo momento.
—No estarás solo en el escenario. Da lo mejor de ti mismo y canta para deleitarnos con tu voz como si de eso dependiera tu vida.
Ella se acerca a mí y no me pasa desapercibido que mira mis labios con un brillo indescifrable en su mirada. La autoridad que se escuchaba en su voz se ha esfumado desde que nuestras miradas conectaron. Creo que me quiere volver más loco de lo que estoy cuando ella se relame los labios.
—Y en el proceso, ¡No olviden divertirse! —culmina con una deslumbrante sonrisa.
Todos alzamos nuestros brazos, dando algunos gritos de alegría para después, correr hacia el escenario que se encuentra a oscuras, solo con un reflector alumbrando al sujeto del traje que está disculpándose con los jueces y el público por la tardanza, antes de presentarnos oficialmente.
—Ahora, sin más rodeos ni parloteos, tampoco olvidar que la puntualidad es primordial... —nos mira para que entendamos la indirecta—. Vamos a lo que vinimos. A continuación, se presentará ¡The Desired Ones! Aplauso a los impuntuales —lo último lo murmura de mal humor y baja del escenario para, posteriormente, quedar todo a oscuras.
De inmediato, mi ritmo cardíaco se acelera sin intensiones de tranquilizarse, mis manos sudan más que antes y mi cuerpo tiembla por los nervios que estoy sintiendo. En este instante, se me olvidan la letra de las canciones, los pasos de bailes que hemos practicado y pulido en los últimos meses.
Mierda, esto no puede estar pasando.
Miro a mi alrededor hasta que visualizo como Edirick se pone sus cascos para luego, acomodarse y empezar con la música de nuestras canciones. Mis nervios están más alterados que antes y creo que me dará un paro cardíaco.
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Tus Rizos
Teen FictionEntre miradas y saludos casuales, dos jóvenes se entenderán más allá de lo que se podría explicar, y la música junto con el latir de sus corazones es algo que tampoco necesita explicación. Sin embargo, entre ellos se interpone una gran brecha creada...