—¿Recuerdan lo que ensayamos? —nos interroga Dania por quinta vez desde que llegamos para repasar lo que hemos hecho.
Los nervios de la rubia estuvieron controlados cuando su padre dijo que subiríamos de último al escenario, pero ahora que solo falta cerca de quince minutos para nuestro turno está más hiperactiva que nunca.
—Cálmate, enana. Vas a terminar volviéndonos locos a todos con tus preguntas —le reprende Connor al borde de la paciencia, rodando los ojos.
—Solo quiero confirmar que todo esté perfecto, tonto. Algo que tú no haces, así que no me calles —contesta ella de brazos cruzados, cortándoles los ojos a su hermano, para luego, dirigir su mirada al escenario mientras analiza sus siguientes palabras—. En fin, debemos tener en cuenta que nadie más que nosotros sabemos la coreografía por lo que podemos equivocarnos y seguir como si nada pasó sin que los jueces lo noten. El único que debe procurar no equivocarse es Edirick con la música. ¿Me entienden? —vuelve a nosotros mirando por más tiempo al mencionado.
Todos asentimos para su tranquilidad y nos volvimos a callar hasta que Alex se le ocurre hacer preguntas.
—¿Cómo consiguieron poder dirigir la música? A otros le pidieron el pendrive con las canciones de sus coreografías.
Edirick se sitúa a su lado poniendo una mano en su hombro con intenciones de contestar a su duda.
—El señor Belova hace maravillas, así que no te preocupes por eso.
Alex asiente pensativo y volvemos al silencio otra vez hasta que se vuelve a romper.
—Lo que hace el dinero —bufa mi amigo.
Todos nos volteamos al mismo tiempo con cara de "WTF, bro' ¿qué acabas de decir?". Para mirar a un muy tranquilo Alex, con su mirada puesta en el escenario donde bailan y cantan un grupo de chicos.
—Ese grupo va a perder —menciona, ignorándonos, mientras señala con su dedo índice hacia el escenario.
—Wilson, ¿Acabas de escuchar lo que dijiste? —le interroga Rebecca llamando su atención.
—Sí, que ese grupo va a perder —dice con toda la inocencia del mundo.
—No eso, sino lo otro —contesta una exasperada Rebecca.
El moreno pone cara de estar pensando algo que haya hecho, cruzando sus brazos mientras coloca una de sus manos en la barbilla y viendo hacia el cielo oscuro sobre la ciudad con pocas estrellas en él.
—Pues sí. El dinero lo puede todo. O acaso no se fijan en que ustedes dos... —señala a Dania y Connor— tienen un padre abogado y rico en dinero que les consigue todo con tan solo su presencia. Y tú, Edirick, que a cada momento cambias de celular y consigues el auto del año sin tener que sudar. Y, aunque Dylan se queje de que su padre no es su padre, no tiene que matarse trabajando para conseguir dinero y llevarlo a su casa, ya que tiene unos padres que se encargan de eso —resalta todo eso con tanta sinceridad que hasta duele.
Pero es comprensible, porque a pesar de ser como Alex es, ayuda todas las noches en el taller que tiene su padre, recibiendo con ello una paga mínima para sus asuntos.
—¿A caso no mencionarás a Rebecca y Deyna también? —inquiere Connor algo ofendido por sus palabras, mientras que recibe una mirada mortal que traspasa lo profundo de su alma por parte de la morena.
—Disculpa, jovencito —Deyna se le acerca amenazante hacia Connor—. En mi caso, yo trabajo todos los días en una cafetería para poder ayudar en el apartamento. Mientras que madrugo casi siempre para cumplir con mis asignaciones en los estudios online que me esperan después de cada ensayo del club —Ella se toma unos segundos para retomar oxígeno—. ¿Crees que dependo de un adulto con un trabajo estable y un sueldo suficiente? Porque te contesto que no me conoces lo suficiente para pensar tal cosa.
—No tenías que contestar una pregunta retórica que no iba dirigida a ti —contesta Connor con aburrimiento.
—¿Eres ignorante o te haces? —inquiere Rizos muy molesta.
—Está bien. Es suficiente.
Una risa nerviosa sale de Dania cuando trata de detener la discusión que se está por extender entre Connor y Deyna.
—Si es suficiente, pues cállale la boca a tu hermano.
—No es suficiente, porque siempre tratas de hacerte la víctima con tus ataques de pánico o ansiedad, o qué se yo, y siempre lamentándote por un estúpido pasado tan patético que solo te pasa a ti. Quién sabe si solo te fugaste de un orfanato —contraataca Connor desafiante.
—¡Connor, cállate! —le gritan Edirick, Rebecca y Dania.
Yo mismo solo me mantengo apartado de la calurosa discusión y observo a Deyna. Su rostro presenta una pérdida de color notable a pesar de la base de maquillaje, sus labios se encuentran entreabierto por las palabras sin filtro que ha dicho el pelinegro y sus ojos, sus ojos grises están reteniendo las lágrimas lo más que puede, aunque no le dure por mucho.
—¿Ahora no mides tus palabras? —pregunta Rebecca indignada, con su voz temblorosa por las palabras que han expresado mientras mira a Connor, quien trata de rehuir de la mirada que le lanzan todos llenas de decepción.
Cuando observo a la morena, no está. Solo veo como se aleja de nosotros entre el tumulto de personas que se encargan de todo el manejo del concurso. Una opresión en mi pecho se hace presente y niego decidiéndome mentalmente si ir tras ella o darle espacio.
—Chicos, los quieren en diez minutos en el escenario —nos anuncia el señor Belova llegando a nuestro lado.
La impotencia y desesperación es notable en cada uno de nosotros y quien explota de primero me sorprende bastante.
—¡Joder, Connor! ¿No podías cerrar tu maldita boca? Solo tenemos diez putos minutos para estar en el escenario, ¿tienes voz de mujer para tomar el puesto de Deyna? Porque supongo que no, como tampoco te dignarás de pedirle una disculpa y que ella lo acepte a tiempo. ¿Qué planeas hacer, cara de culo? ¡Dime, maldita sea! Porque por tu puta culpa nos iremos en la primera descalificación del maldito concurso. Además, Deyna es depresiva y se toma muy en serio cada palabra que le digamos. ¡Maldición! No quiero que se termine suicidando.
Esa última frase me eriza los vellos de mis brazos.
—Dania, corrígete la boca, jovencita —le reprende el señor Belova, indignado por el vocabulario de su hija.
—No es el momento, papá. Mejor sigue educando a tu hijo cara de nalga que acaba de joder todo nuestro maldito trabajo —le contesta Dania con la respiración agitada y el rostro rojo con un tomate por la furia contenida e indignación dirigida a su hermano.
Observo a Rebecca, quien tiene su cabeza apoyada en el pecho de Alex con lágrimas retenidas en sus ojos mieles y su naricita está roja.
—Oh, Dios. Estamos jodidos —susurra ella, sorbiendo su nariz — Me lleva hasta más dos horas controlarla. ¿Cómo, demonios, estará mejor en menos de diez miserables minutos? —continúa sollozando con su rostro oculto en el pecho de mi amigo.
—Perdón, yo no tenía que sacar ese tema ahora —musita el moreno, acariciando el pelo de la chica de pelo morado.
—No tienes que culparte —Edirick trata de mantener la cordura ante todo este caos, mientras que yo estoy en shock.
Nuestros esfuerzos se irán a la basura si Rizos no regresa estable en menos de diez minutos, y nadie está por ir a buscarla. Dania está enfurecida con Connor mientras que el padre trata de controlar a sus hijos. Rebecca está lamentándose entre los brazos de Alex quien no planea soltarla y Edirick parece estar por entrar en una crisis existencial ante todo esto.
Mierda.
Me toca a mí ir por Rizos y rescatar nuestra primera presentación en el concurso.
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Tus Rizos
Teen FictionEntre miradas y saludos casuales, dos jóvenes se entenderán más allá de lo que se podría explicar, y la música junto con el latir de sus corazones es algo que tampoco necesita explicación. Sin embargo, entre ellos se interpone una gran brecha creada...