Capítulo 23

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Tengo claro que no soy el mejor ser humano y tampoco en lo que hago. Tampoco puedo presumir que he tenido relaciones que pasen más de una semana. Sí, soy el peor tipo con el que una mujer se puede encontrar. No obstante, anulé el don juan que era desde que puse un pie en el local de la cafetería. Desde que mis ojos se toparon con sus rizos.

Sin embargo, también tengo claro que cometí un error, aunque fue por culpa del teñido que nos condujo a esa fiesta, y no es que le quiera echar la culpa, aunque la tenga. Pero lamentablemente eso no es excusa para saber que tengo un terrible manejo del alcohol, me emborraché y terminé cogiendo como un perro, y lo peor de todo, es que fue con la persona equivocada.

En fin, en el club tratamos de sobrellevar la situación, pero es imposible cuando ella inventa cualquier excusa para evitar tener que acercarse más de la cuenta a mí. Y lo más irónico del caso, es que en las dos reuniones de esta última semana ha tenido como preferencia Mucha Data y Nada de Cazzu.

Indirectas para mí.

En un momento después que ella terminar una de sus canciones, se acerca a descansar en las gradas, en la misma esquina donde siempre toma asiento. Con un intento disimulado de acercarme a ella y explicarle la situación, me detengo cuando escucho una risa por su parte.

—Me hace gracia que ahora vengas arrastrándote, pero en serio no me interesa la excusa que tengas. Está bien, entiendo si pierdes el interés en mí, supongo que no soy tan genial después de todo —dice encogiéndose de hombros con indiferencia.

—Pero déjame explicarte, por favor... —suplico como un vagabundo pidiendo comida en un costoso restaurante.

—No, Dylan —me corta cuando trato de seguir hablando—. Tú y yo no somos nada como para que vengas a querer dar explicaciones —me detiene en seco y decido darle su espacio.

Después de eso, todos nos despedimos y cada uno coge rumbo a su casa, así que apresuro el paso a la mía para relajarme de toda esta situación y despejar mi mente de los pensamientos pesimistas que me han estado llegando desde el inicio de esta semana con relación al concurso de mañana.

Luego de una refrescante ducha, bajo a la cocina en busca de algo para mi estómago. Un jugo natural de pera y un sándwich que hago, son la mejor compañía para mi barriga. Claro está, hasta que mamá entra a la cocina.

—Hola, cariño —me saluda con una sonrisa, manteniendo la distancia—. Veo que tienes apetito hoy.

Asiento sin despegar mi mirada del sándwich que tengo entre mis manos y lo mastico como un niño pequeño.

—Espero que tengan suerte. Estoy orgullosa de que hayas dado un gran paso —dice comprensible y con una sonrisa nostálgica en sus labios—. Entiendo que desde un principio no me hayas querido comunicar nada sobre el concurso, yo tampoco estaría segura de cuál sería mi reacción, pero no dejas de sorprenderme con todo lo que haces. En serio espero que den lo mejor de ustedes y ganen si es posible.

Me atraganto con el bocado del sándwich que tengo en mi boca y me quedo perplejo por lo que ha dicho.

—¿Cómo lo sabes? —es lo único que soy capaz de pronunciar.

—Pues, hay muchas formas de saberlo. Además, estas más relajado en los últimos días, escuchas música más a menudo y casi no paras en casa después de clases. No creas que he dejado pasar por alto todo eso, pero por suerte es en algo productivo y eso me alegra —me regaña de manera cariñosa con una sonrisa.

—Daniel te lo terminó diciendo, ¿verdad?

—Sabes que no es el mejor guardando secreto entre nosotros —contesta risueña y toma asiento del otro lado de la isla frente a mí.

Ahora que la observo bien, lleva su cabello rubio en una cola de caballo con algunas hebras prófugas, una blusa de cuadros un poco holgada y un pantalón gris de vestir. Su rostro se ve más relajado y eso en cierta manera me hace sentir bien.

—Sé que no hemos tenido la mejor comunicación en las últimas semanas, pero he contactado a tu padre...

—¿A mi padre biológico? —la interrumpo.

—Sí, cariño. Ben me contó que le preguntaste.

—¿Y cómo ha sido su reacción? —interrogo entusiasmado en cierto sentido e ignorando la mención de mi padrino.

—Lo tomó bien. A decir verdad, siempre ha sido una persona tranquila y relajada, es una de sus mejores cualidades que lo ayudan a sobrellevar cualquier tipo de situación. Así que sabe de ti y dijo que vendría este fin de semana a conocerte —me cuenta con una pequeña sonrisa, temerosa por mi reacción.

Mis ojos no se apartan de mi madre hasta que termino de tragar lo que tengo en la boca. Me relamo los labios después de beber del jugo de pera y continúo observándola.

—¿No dirás nada?

—Solo estoy sorprendido, mamá —confieso, sintiendo un nudo en la garganta y los ojos comienzan a picarme—. Es extraño que lo haya tomado a la ligera. ¿De verdad no dudo en ningún momento?

—Tranquilo, cariño. Él siempre ha confiado en mis palabras, aunque también estaba sorprendido al igual que tú. Además, ustedes siempre han tenido esa similitud, ambos son tranquilos la mayoría del tiempo.

—El abuelo influyó en eso —le recuerdo.

—Eso no lo dudo, cariño.

Ella se levanta del asiento y me rodea con sus brazos que hace tiempo no sentía y me permito disfrutar de este abrazo maternal.

—Sé que no he sido el mejor ejemplo para seguir, pero espero que me perdones y le des una oportunidad a Richard para recompensar el tiempo que les he hecho perder —esconde su rostro en mi cuello y le correspondo el abrazo con más fuerza.

—No te preocupes, mamá —le abrazo un poco más fuerte—. Gracias a ti por darme la oportunidad de conocerlo.

—Aww, que lindos se ven juntos.

Después de eso, rompemos el abrazo de oso que teníamos y Daniel comienza a reírse de lo cursi que estábamos siendo. Mamá prepara la cena y los tres nos sentamos en la isla a cenar, mientras hablamos de todo un poco, agregando también que hicieron muchas preguntas con respecto al concurso de mañana.

Al paso de las horas, me decido levantar y dar las buenas noches a mis padres. Porque, aunque Daniel no sea mi padre biológico, es el que ha estado ahí para defenderme de algunos casos injustos por parte de mi madre. Y, aunque mi madre me haya mentido en ese aspecto durante el tiempo que tengo de vida, son ellos los que me han dado la oportunidad de tener todo esto que tengo hoy en día.

—Cariño, ¿Te gustaría que estemos mañana? —me interroga mi madre antes de cruzar el umbral de la puerta para salir de la cocina.

—Ya sería decisión de ustedes —le contesto con una sonrisa sin despegar mis labios y me dirijo a mi habitación.

Nota de la autora:

Les voy a ser sincera, este capítulo en especial me encanta porque podemos observar una reconciliación que tal vez no es la mejor, pero es muy linda para mí.  No he tenido ninguna discusión con mi madre (tampoco vivo con ella) pero sigue siendo especial.

Seguimos con el maratón. 2/?

Tus RizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora