Deyna.
Adolorida con un terrible dolor de cabeza, llego al estacionamiento y me recargo en el vehículo de algún desconocido. Siento que mi cabeza reventará en cualquier momento y no quiero soltar ni una lágrima para no arruinar el maquillaje que hizo Dania con tanto esmero en mi rostro trasnochado.
La mención errónea que hizo Connor respecto a mi pasado me causa terribles malestares y empeora más con los sentimientos que he desarrollado hacia Dylan, el regalo que me obsequió, la fiesta de mi cumpleaños y el día siguiente se arruina con la confesión de la zorra de Cloe, junto a que mis calificaciones en las clases online están bajando notablemente por no poder dedicarles el tiempo que es debido.
Continúo perdida en mis pensamientos, tratando de retener las lágrimas con mayor ímpetu. Sin embargo, los recuerdos de la muerte de Deborah arrasan con mi poca cordura, porque a causa de su muerte se ha desatado una vida llena de riesgo y obstáculos. Siguiéndole también el señor Wesley Evans, quien se supone que es mi padre, del cual desconozco su paradero ya que no se dignó en hacerse cargo de su hija, o sea, prefirió venderme a personas peligrosas para no cargar conmigo.
Y lo entiendo perfectamente, soy una carga para todos.
Aunque claro está, Nick no puede faltar en mi pasado. Se volvió una parte importante de mí y no puedo borrar la última sonrisa que me regaló como despedida en aquella fábrica que se incendiaba por la emboscada que nos pusieron. Agregando el primer asesinato de muchos que cometí tratando de sobrevivir sola a la espera de que el Jefe y Nick volvieran por mí.
Un doloroso nudo se hace presente en mi garganta, pero se rompe al soltar un fuerte grito frustrado desde lo profundo de todo mi ser. Las lágrimas fugitivas deben de estar arruinando el maquillaje que llevo, haciéndome parecer al Guason de la película, pero con un peor aspecto. El punzante dolor de cabeza me hace jalar mi cabello para ver cuál de los dos duele más, junto al vano intento de detener mis lágrimas, aprieto mis ojos con todas mis fuerzas.
Vuelvo a soltar otro grito y libero mi cabello. La ira e impotencia llegan a recorren mi cuerpo y abro los ojos, observo mi aspecto en el cristal del auto que tengo delante.
Mala idea.
Parezco un zombi.
Mis ojos están rojos de tanto llorar y mi rímel está esparcido a su alrededor. Mi nariz está roja y se nota a través de la base de maquillaje. Mis labios rojos están entreabiertos para poder tomar la mayor cantidad de aire posible para llenar mis pulmones. Sin embargo, mi rostro demacrado me hace reventar por completo.
Aprieto mis manos formando puños y el tercer grito sale mi garganta. Sin pensarlo más, azoto mis puños contra el cristal del vehículo, éste se hace añicos en cuestión de segundos. Mis golpes se repiten una y otra y otra vez, sin intenciones de detenerse, a pesar de que mis nudillos están sangrando, el vidrio se esparce en el interior del auto y cae en el asfalto bajo mis pies.
Agradezco mentalmente que el lugar no esté merodeado por algún agente de seguridad, porque lo más seguro es que me hagan pagar este desastre que estoy haciendo.
Cuando ya no hay más cristal en la ventana, respiro ásperamente y maldigo en mi interior. La misma sonrisa torcida que me había brindado Nick como despedida, se estaba repitiendo otra vez. Sus ojos me ven con malicia completa, sin una pizca de humanidad en ellos, aunque me estoy cayendo a pedazos delante de él. Y los bonitos recuerdos que tenía de él se fueron a la basura al recordar la fuerza que ejerció en mí cuando me encontró hace aproximadamente una hora.
—¿Qué haces aquí, Nick? ¿Por qué tu cuerpo no está calcinado bajo las llamas de la fábrica abandonada? —pregunto con la garganta seca y mi voz ronca ante su maldita presencia.
—Lo dice la niña inútil que lloraba negándose a abandonarme—Su sonrisa se ensancha más.
—Claro, tienes razón. Era demasiada ingenua en ese momento.
—Sí —contesta sin darle mucha importancia a mis palabras, pero continúa antes de yo poder interrumpirlo—. Por alguna razón, el Jefe no quería cargar contigo. Hay que admitir que eres muy buena en las cosas que hacías, pero no es suficiente como para que te quedaras con nosotros.
Se detuvo para tomar oxigeno con un aire de nostalgia fingida. Detalla mi rostro antes de seguir.
—También tengo que admitir, que te ganaste un gramo de cariño como para no violarte y matarte. Hubiera costado menos que esas municiones que gastamos para que nuestra escena de emboscada quedara perfecta. Pero claro, no pusiste las cosas fáciles y tuvimos que pasar al plan B.
—¿Y cuál fue ese plan?
Él suelta una risa ronca y desvía su mirada oscura hacia adelante. Sigue con un brazo apoyado en el volante y el otro yace en su cabeza. Cuando culmina con su fea risa, vuelve su mirada a mí y sonríe.
—Todos somos conscientes del cariño que me tienes, así que lo usamos a nuestro favor. Te dije que huyeras y que nosotros te localizaríamos después. Unos de los hombres que te compraría iría tras de ti y no tendrías escape. Pero no contamos con que lo mataras y siguieras corriendo.
Su mirada me guarda un profundo renco sin sentido alguno.
De inmediato, muchas acciones del pasado tienen sentido ahora.
—Así que no planeaban buscarme—dije para mí misma.
—¿Ahora te das cuenta?
Ignoro su pregunta y observo mis manos, están manchadas de mi sangre a causa de los cortes que tienen mis nudillos y las palmas. También observo el asiento del copiloto, lleno de vidrio roto sobre éste.
Comprendiendo todo ahora, lo miro otra vez. Sus facciones están más maduras ahora y su rostro tiene algunas diminutas cicatrices. Ya no es el mismo chico sonriente que solía protegerme y procuraba que aprendiera todo lo que él consideraba necesario.
—Es cierto —susurro—. Soy una niña inútil que les demostrará que es más que un arma. Ganaremos el concurso en primer lugar y les estrujaré el premio que recibiremos en sus sucias caras. Voy a tener un mejor futuro que ustedes.
Dicto apartándome de la ventana que he roto, pero no me pasa desapercibida su sonrisa demoniaca.
—Procura que ese futuro sea tan limpio y sincero como dices. Y recuerda alejar al niño bonito de ti. Ten pendiente que tus acciones traen consecuencias.
Una mirada de desconfianza es dirigida a él por parte mía al notar la mención del apodo que le tiene Cloe a Dylan.
—No estoy para recibir órdenes, Nick. Y mucho menos de ti.
—¿Ahora también contestas? Me decepcionas, Rizos. Pensé que eras más que eso.
—No me llames así, le cedí ese honor a alguien más. Y tampoco puedes decir que te he decepcionado cuando tú me fallaste primero en cosas más delicadas. Lamentablemente, confié en ti cuando no debía.
Cansada de toda la saliva que suelta con cada una de sus palabras, que soltaron verdades sin necesidad de amenazarlo, me alejo de aquel auto para cumplir con mi palabra e ingreso a los baños para ver si mejor mi aspecto.
—¡Deyna!
Escucho que pronuncian mi nombre unas tres veces más antes de ver como su cuerpo entra agitado al baño de damas en el que me encuentro.
Nota de autora:
¡Cariños míos! Aquí me encuentro nuevamente, lamento la demora. He tenido muchas complicaciones de salud y de conexión también, pero que están mejorando.
Espero que les haya gustado el capítulo, hay muchísimos detalles sobre el pasado de Deyna que se dijeron, aunque algunos quedaran ocultos mientras tanto. JAJAJA
¿Les gustó que el capítulo completo fuera narrado por Deyna?
¡¿Deyna a matado a alguien?!
¿Qué opinan sobre Nick?
¿Quién entró al baño de damas? Quiero que me digan sus teorías en esa parte.
Hasta el próximo capítulo.
:)
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Tus Rizos
Teen FictionEntre miradas y saludos casuales, dos jóvenes se entenderán más allá de lo que se podría explicar, y la música junto con el latir de sus corazones es algo que tampoco necesita explicación. Sin embargo, entre ellos se interpone una gran brecha creada...