Capítulo 4

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—No rasguñes, Canela— se quejó enjabonando a la gata.

El rizado no sabía como, pero había aceptado cuidar al gato mientras que Joaquín iba la casa de Renata, osea todo el fin de semana.

Pasó su mano por su frente para limpiar el jabón que tenía allí.

—Mira tu tampoco me caes muy bien— dijo mojando al animal — pero no por eso te rasguño— se quejó envolviéndolo en una toalla.

El gato simplemente lo miraba, rasguñaba y maullaba en busca de su ahora dueño.

Lo dejó sobre su cama y enchufó el secador de pelo.

—¡No, no, no! — habló dejando el secador a un lado y tirándose sobre su cama para tomar al gato.

—¡Ven aquí! — gritó corriendo tras el gato, quien ya había salido de la habitación.

Paró frente a la cocina al ver que estaba moviendo peligrosamente unos platos a la orilla de la mesa.

—Ni se te ocurra— advirtió sin quitarle la mirada de encima.

El teléfono del rizado sonó y los platos se estamparon contra el suelo rompiéndose en varios pedacitos.

—¡Mierda! — maldijo para luego tapar su boca al percatarse de que quien estaba al otro lado de la línea era Joaquín.

—¡Emilio, no digas esas palabras! — chilló el castaño.

—Perdón, precioso, perdón— dijo rápidamente.

Miró al gato con odio y el gato comenzó a maullar alrededor del rizado.

—¿Mailo, que le hiciste a Canela? — preguntó con su ceño fruncido al escuchar a su gatita maullar desesperado.

—No le hice nada, ella me ataca a mí, deberías protegerme a mí— se quejó con un puchero luego de pasar su mano por sus rizos desenredándolos.

—Es un gato del tamaño de mi mano, Mailo no te puede lastimar — habló caminando por el gran jardín.

—Esta bien, no me creas— bufó ofendido.

¿Cómo siquiera se atrevía en confiar más en un gato que acababa de conocer que en su mejor amigo de toda la vida?

—Mailo— lo llamó mordiendo su labio inferior con nerviosismo.

—¿Si, Joaco? — preguntó caminando hacia el sofá para finalmente sentarse en este.

—Te extraño— murmuró sintiendo sus mejillas colorearse a la vez que una sonrisa boba se colaba en sus labios al escuchar la ronca risa del rizado.

El alfa de Emilio estaba moviendo su cola con felicidad.

Era muy común que todo el día estuvieran juntos, tanto que a veces sus aromas se combinaban.

Cuando tenían clases era un infierno tanto para Joaquín como para Emilio.

—También te extraño, bonito— respondió cerrando sus ojos con una sonrisa.

Siguieron hablando unos minutos mas hasta que Renata llego y le dijo que estaba la cena, luego al notar que estaba hablando con Emilio le arrebato el teléfono al menor y habló un rato con el rizado.

—¡Devuélveme mi teléfono! ¡yo estaba hablando con Mailo! — chilló corriendo tras su hermana.

—¡Adiós Emilio, Joaquín me va a matar! — dijo la omega antes de que se escuchara algo caerse y Joaquín tomando el celular con la respiración agitada.

—¿Por qué no le dijiste nada? — preguntó el castaño con el ceño fruncido.

—Porque tu hermana me cae bien y solo fueron unos cinco minutos— se excusó en un suspiro.

—Pero se suponía que estabas hablando conmigo, si querías hablar con ella la hubieras llamado a ella— dijo con un puchero y notablemente celoso.

Joaquín podía ser un tanto celoso con lo que era suyo, pero no siempre lo demostraba.

—Mi pequeño celoso— murmuró con una boba sonrisa. —Joaco— lo llamó sonriendo.

—¿Qué? — preguntó aun molesto.

—Te amo y te extraño— dijo ablandando por completo el corazón del castaño

—¿Mucho, mucho? — preguntó con un puchero.

—Mucho, mucho— afirmó sin dejar su boba sonrisa de lado.

Hablaron unos minutos mas y finalmente se despidieron.

—¡Canela, ven aquí! — gritó al no verla en la cocina.

La comenzó a buscar desesperadamente por toda la casa, pero nada, ni un solo maullido.

—¡Si vuelves prometo que te voy a querer! — gritó entrando a su habitación.

—Joaquín me va a matar por culpa de esa bola de pelos— se quejó en voz alta tirándose sobre las almohadas, se escucharon maullidos justamente de donde estaba encima.

Se levantó rápidamente, quitó las almohadas encontrándose al pequeño gatito somnoliento y maullando.

—¡Casi te mato, Canela! — dijo histérico para luego tomar al gato y abrazarlo.

—Me alegra tanto que estés viva— habló sin soltar al animal.


(...)


—Sana y salva— dijo tendiéndole el gato a Joaquín.

—Muchas gracias por cuidar a Canela— habló sonriente para luego rodear con sus pequeños brazos al rizado.

—No hay problema, es adorable— dio su mejor sonrisa intentando acariciar al animal, aunque este le mostró los dientes de forma agresiva.

—Aww, eres el mejor amigo de todos, Mailo— dejó un beso en la mejilla

—Amigo...— bufó con una mueca.

—Canela, dile adiós a Mailo— dijo tomando la patita de la gatita y la agito suavemente.

—Adiós Canela, adiós bonito— sonrió al notar la emoción del castaño al escucharlo tomar en cuenta a su mascota.

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Les traje otro capitulo. :3

Que tengan linda noche.

Si hay algún error me dicen.

Sweet Love |Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora