Capitulo 7

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Esa noche Emilio había llegado a la casa del menor oliendo a omega, uno que Joaquín no conocía; Diego.

—¿Joaquín? — lo llamó desde la cama observando como el menor se encontraba recostado boca abajo moviendo sus piecitos en el aire mientras dibujaba con su ceño fruncido.

—¿Qué quieres, Mailo? — respondió un tanto bruto.

Al escuchar silencio como respuesta giro su mirada hasta el rizado quien se encontraba con una expresión triste mirando hacia a la pared, inmediatamente Joaquín se levantó dejando su dibujo a medio terminar y se acercó a el alfa.

—¿Estas enojado? — preguntó el menor recibiendo simplemente silencio.

En esas tres horas que llevaban allí, el omega no se había acercado a el rizado, y tampoco dejo que lo abrazara como era de costumbre.

—Mailo— lo llamó con un puchero mientras se sentaba a su lado, solo silencio.

—Emilio— habló un poco más firme, pero sin quitar su tierno puchero.

Tomo el rostro del rizado entre sus manitos para que sus miradas se conectaran.

—No me ignores— exigió — bueno conseguiré a otro alfa que si me de atención.

—¿En serio así de fácil me cambiarias? — preguntó un tanto dolido mirando los lindos ojitos de la omega.

—No, no, no. Nunca te cambiaria, lo sabes— beso la punta de la nariz del alfa — serás el único alfa rizado en mi vida ¿sí? — el rizado y el castaño sonrieron sin apartar sus ojos el uno del otro.

—¿Lo prometes— preguntó el alfa con un brillo especial en sus ojos, uno que solo aparecía cada que veía a Joaquín.

——Lo prometo— sonrió sincero.

Joaquín no resistió más al ver a el alfa tan vulnerable frente a él, se tiro a sus brazos dejando al rizado con la espalda pegada al colchón mientras que él estaba sobre su pecho.

El alfa sonrió inevitablemente viendo al omega sobre él.

—Te quiero mucho, Mailo— murmuró apoyando su mejilla en el pecho del rizado, quien puso sus manos en la espalda baja del menor.

—¿Mucho, mucho? — preguntó el alfa con voz infantil.

El omega sonrió aún más, amaba cuando el alfa se ponía así de mimado e infantil.

—Mucho, mucho— afirmó estirando su mano para acariciar los rizos.

El alfa ronroneó fascinado con las caricias que el menor le brindaba.

—Lindo bebé grandote— murmuró dejando un corto beso en el pecho del alfa.

Estuvieron unos minutos así; Joaquín acariciaba los rizos de Emilio, y el lo rodeaba con sus brazos de forma protectora.

Luego de unos minutos el omega notó los leves ronquidos que salían de la boca del rizado.

—Ouh, bebé grandote— murmuró para no despertar al alfa.

Trató de pararse para ir por una manta y abrigar al mayor, pero Emilio se aferraba a la omega como si su vida tratase, a la vez que murmuraba algunas cosas.

—Mi omega— balbuceó entre sueños abrazando al menor.

El castaño sonrió cuando lo escucho para luego besar la mejilla del alfa intentando soltar su agarre.

—Mailo, suéltame— pidió viendo al alfa abrir sus ojos.

—No.

—Déjame ir por una manta, te dará frio— habló tratando de quitar las grandes manos del alfa de su cuerpito.

—Con tu calor corporal estoy muy bien— cerró sus ojos, listo para volver a dormir.

El omega rodó sus ojos, pero no rechistó, se volvió a acomodar entre los brazos del alfa y se dispuso a dormir.


(...)


La madre del castaño había llegado tarde, gracias a su turno nocturno.

Había pasado a comprar una pizza para ella y otra para su hijo, era mas que obvio que el rizado que invadía su casa cada día estaría, así que eligió una un poco más grande.

Al pasar a la habitación del omega se encontró una imagen que para ella era común, pero de todos modos era adorable.

Joaquín estaba sobre el pecho del rizado ocultando su rostro en el hueco del cuello de este, mientras que Emilio tenía sus brazos rodeándolo y sus piernas estaban entrelazadas.

El alfa se encontraba despierto admirando al omega sobre él.

—¿Sigue dormido? — preguntó Elizabeth entrando a la habitación, el rizado asintió sin apartar la mirada de su pequeño amigo.

—Traje pizza. La dejare en la cocina, mañana la calientan— sonrió al ver al alfa tan embobado mirando a su hijo, lo veía como si fuera lo mas preciado de su vida.

—Gracias, Eli— no apartaba la vista del omega.

—Iré a comer y luego a dormir, estoy agotada—

—Solo... cuídalo bien, confío en ti Emilio— dijo para salir de la habitación, cerrando la puerta en el camino.

No era necesario que el rizado respondiera, era obvio que lo cuidaría mas que a su vida.

—Vuelvo enseguida, sol— murmuró intentando quitar al omega de sus brazos para ir a apagar la luz.

El castaño no tenia intenciones de apartarse, así que el alfa no halló mejor solución que tomarlo en brazos, hizo que enredara sus cortas piernitas sobre su cadera y caminó hasta el interruptor con Joaquín en brazos.

Volvió con cuidado de no tropezar y botar al omega en medio de la oscuridad, lo acomodó entre las sabanas y se acomodó a su lado, el castaño inmediatamente se acurrucó en el pecho del rizado.

—Buenas noches, pequeño rayito de sol. Te quiero— bostezó cerrando sus ojos con una mano en la espalda del omega.

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Linda noche. :)

Sweet Love |Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora