Capitulo 5

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—Joaco vas a llegar tarde a tus clases— habló sentado en la cama del menor observando como este corría de aquí para acá sin saber que ponerse.

—¡Nada me queda bien! — chilló frustrado parado frente a su armario con las manos en la cintura.

Cada mañana era un lio salir temprano porque Joaquín no sabía que ponerse.

—Te ves hermoso con todo, bonito— afirmó son una sonrisa acercándose al castaño.

—Mentira, lo dices porque eres mi mejor amigo— hizo puchero.

—Lo digo porque es la simple verdad— lo abrazó por la espalda— ¿quieres que yo elija tu ropa? — preguntó besando la mejilla del menor, quien asintió.

El alfa se acercó al armario y comenzó a revisar.

Tomó una camisa blanca con un estampado simple y un suéter rosa palo junto a un jean negro que se ajustaba perfectamente a la silueta del menor, era el preferido del rizado.

—Toma— dijo extendiendo las prendas de ropa mientras sonreía con orgullo.

—Gracias— murmuró un tanto avergonzado mientras tomaba la ropa para entrar al baño.

Al salir del baño ya vestido el rizado no podía estar más embobado mirándolo.

—¿Mailo? — preguntó frente a el alfa, quien rodeó con sus brazos inundándose con el aroma del menor.

Emilio sabia que ahora el castaño tendría aun mas miradas hambrientas que de costumbre.

El alfa interno del rizado fue el que habló posesivamente.

—¿Quieres usar un suéter mío? —preguntó con una sonrisa separándose del abrazo.

El omega amaba los suéteres del rizado, tenían su aroma a canela impregnado, le quedaban grandes pero bonitos y se sentía protegido.

—¡Si! — dijo emocionado.

—Traigo uno en el auto, te lo paso cuando nos vayamos ¿sí? — el castaño inmediatamente asintió.


(...)


Apenas llegaron a la escuela y el rizado se bajo para buscar el suéter entra que traía en los asientos traseros.

—Aun no bajes, hace frio— dijo viendo desde atrás al menor a punto de abrir la puerta.

Encontró la prenda de ropa, cerró la puerta y fue hacia el asiento del omega.

—Levanta las manos— ordenó suavemente frente al omega, quien inmediatamente obedeció.

Paso el suéter por la cabeza y bracitos del castaño para finalizar con un dulce beso en la nariz del menor.

—¿Tienes lenguaje, cierto? — preguntó apretando el botón para cerrar el auto mientras pasaba su brazo sobre los hombros del omega.

—Sip— respondió con una sonrisa comenzando a caminar.

—Hoy no te puedo ir a dejar a tu sala, precioso— comentó acariciando el hombro del castaño.

—¿Por qué? — preguntó haciendo un puchero.

Emilio mordió su labio inferior, amaba los pucheros que el menor normalmente hacía.

Era como un cachorro caprichoso y mimado, pero de todos modos el rizado se encargaba de cumplir cada capricho.

—Porque mi profesor ya me comienza a odiar por llegar tarde y no puedo inventar excusas porque ya sabe que vengo a dejarte a ti, bonito. — habló llegando a las escaleras.

—Que chismoso— se quejó de brazos cruzados sin dejar de lado su puchero.

Desde que habían entrado a la escuela el rizado siempre iba a dejar a Joaquín a sus clases, las únicas excepciones eran cuando Emilio estaba enfermo.

—Eres tan adorable— pellizcó delicadamente las mejillas sonrojadas del menor.

—Me tengo que ir a mi salón y tú también deberías ir al tuyo— besó la punta de la nariz del castaño —te espero afuera de tu clase para pasar el recreo juntos ¿sí? — dijo antes de subir las escaleras y desaparecer de la vista de Joaquín.

El omega bufó y se dispuso a caminar hacia su salón, pero se distrajo gracias a que un rubio omega con aroma a fresas se acercó a él.

—Hola, perdón por molestar, ¿sabes donde esta la clase con la profesora Laura? — preguntó con una amable sonrisa.

—Voy a la clase de al lado, si quieres te llevo— dijo devolviéndole la sonrisa.

El rubio suspiró aliviado y asintió.

—Por cierto, soy Niko— se presentó siguiendo al castaño.

—Un gusto Niko, soy Joaquín, ¿eres nuevo? — preguntó con sus manos dentro de los bolsillos del gran suéter azul.

—Si, pero al mismo tiempo no— el castaño frunció el ceño— Estuve en esta escuela hace varios años, luego nos cambiamos de ciudad y volvimos este año, pero con todas las remodelaciones que tiene ahora la escuela, es como si fuera nuevo— comentó.

—Tienes razón, esta muy cambiada— soltó una dulce risa y paró frente al salón— este es el tuyo y el mío es el de al lado— explicó jugando con la correa de su mochila.

—Gracias, eres un ángel— habló divertido.

—Si quieres cuando tu clase termine me esperas y te doy un recorrido— dio una tierna sonrisa.

—Te lo agradecería muchísimo— dijo aliviado— nos vemos, Joaquín.

—Suerte en tu clase, Niko— habló viéndolo entrar para luego ir tarde a la suya.

Entró a su clase con calma, afortunadamente el profesor también iba tarde así que no tuvo problemas.

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Me dicen si hay algún error.

Linda tarde.

Sweet Love |Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora