Capitulo 18

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Emilio y Joaquín estaban en la playa ya que el alfa lo había sugerido así que decidieron almorzar allí y estar prácticamente unos días allí.

El castaño estaba ansioso y quizás hasta un poco desesperado pero ese día habían un cumplido un mes del cortejo y el alfa no decía nada al respecto.

—¿Sabes qué día es hoy, cierto? — preguntó el menor cambiando de tema completamente.

—Domingo— respondió simple mientras apoyaba su barbilla sobre la cabeza del castaño.

El omega estaba entre las piernas del mayor apoyando su peso en el pecho del alfa, el cual estaba sentando con sus pies en la arena.

—¿Seguro que no sucede nada más? — preguntó con su ceño fruncido.

—Seguro.

—Si no lo preguntas tú, lo preguntaré yo— murmuró dándose la vuelta para quedar frente al alfa.

Se acomodó en el regazo del mayor, poniendo una pierna a cada lado.

—¿Me harías el honor de ser mi lindo alfa y solo mío? — preguntó con una pequeña sonrisa.

El alfa rio y besó sus labios.

—Eres adorable, pero arruinaste mi plan así que no, impaciente— se quejó con un puchero.

—Pero tú no dices nada y no pienso estar en cortejo toda la vida— habló posando sus manitos sobre las mejillas del alfa, un poco brusco.

—Hey, eso duele— frunció su ceño estirando sus labios para que el menor los besara.

Joaquín ignoró la última acción y se dio la vuelta en busca de comida.

Frente a ellos paso un señor vendiendo dulces, al menor se le iluminaron los ojitos.

—Alfa, ¿me compras una manzana caramelizada? — preguntó con voz infantil y una sonrisa.

Inmediatamente le sonrió devuelta y besó la punta de la naricita del omega para luego levantarse e ir a por una manzana caramelizada.

Joaquín sabía que el mayor no podía resistirse a sus pequeños caprichos.

Luego de unos minutos el castaño notó que su alfa no había llegado, inmediatamente se levantó al verlo rodeado de omegas y hablando con ellas.

—Alfa— habló con un mohín en sus labios.

El rizado le sonrió a su omega y le entregó su dulce pero el castaño tomó su mano, entrelazo sus dedos.

—Vamos, Mailo— pidió con un puchero que el alfa inmediatamente besó.

—Nos vemos, chicas— se despidió sonriente.

—Nis vimis, chicis— bufó el menor ganándose una risa burlona por parte del rizado.

—¿No crees que son muchos celos para tu pequeño cuerpo? — preguntó burlón el alfa.

El menor hizo un puchero.


(...)


Habían llegado hace unos minutos al hotel en donde alojarían.

—Mailo— murmuró apoyando su mejilla en el pecho del alfa.

Ambos estaban recostados en la cama, tenían sus piernas entrelazadas y el mayor acariciaba el cabello del omega.

—¿Si, bonito? — preguntó con una sonrisa observando delicadamente a Joaquín sobre él.

—¿Cómo te imaginas en un futuro? — preguntó tímido pasando su brazo sobre el estómago del mayor.

—¿Cómo? — habló confundido.

—¿Lo imaginas... conmigo? — preguntó sintiendo sus mejillas arder de vergüenza.

El alfa rio provocando que el menor se sintiera aún más avergonzado.

—Lo imagino con... una linda casa, un trabajo estable y unos cachorros corriendo por el lugar, claramente todo junto al omega que más amo.

—¿En serio? — preguntó levantando la vista hacia su adorable alfa.

El rizado asintió y rápidamente unos labios chocaron contra los suyos.

—¿Si tenemos cachorros... no te molestara que me ponga gordo y enfadoso? — preguntó con un puchero.

—¿Por qué me molestaría? Eso será lo mejor... tendrás una pancita y muchos caprichos, los cuales cumpliré...— los ojos del mayor brillaban con ilusión.

El rizado moría por marcar a su omega y tener una familia junto a él, pero primero quería que ambos terminaran sus estudios para tener una situación económica estable.

—¿Tu... quieres tener cachorros? perdón por no preguntar antes, es solo que no sé me causa ilusión— suspiró con una sonrisa.

—Si quiero...— murmuró sintiendo sus mejillas arder.

Quedaron unos minutos más en silencio, ambos con una sonrisa en el rostro imaginando algún futuro juntos.

—¿Tienes hambre, amor? — preguntó tomando su celular.

—Un poco— respondió cerrando sus ojitos durante unos segundos.

—Pediré hamburguesas ¿quieres hamburguesas? — preguntó rápidamente.

—Si, está bien— asintió con su cabeza y colocó su mano bajo la camiseta del mayor.

El rizado ordenó comida a la habitación; dos hamburguesas, dos helados de chirimoya alegre y dos bebidas.

La comida no se hizo esperar mucho ya que en menos de treinta minutos ya tenían todo en sus manos.

—¡Helado! — chilló alegre al notar su sabor favorito.

—Primero hamburguesas— arrebató el postre de las manos del menor y lo puso a su lado.

El castaño hizo un puchero y se cruzó de brazos.

—Lo hago por tu bien, tú sabes que te hace mal si no comes antes algo más sólido. No quiero que te enfermes, amor.

Asintió y comenzó a comer su hamburguesa con ánimo, el rizado aprovechó que estaba distraído para sacar una foto de su lindo omega.

—¡Hey, borra eso! — se quejó con su ceño fruncido.

—No, hermoso— bloqueó su celular y le lanzó un beso al omega enfadado.














Mañana se acaba esta bonita historia:( 

Sweet Love |Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora