Capitulo 9

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Emilio no sabía qué hora era, pero estaba feliz con el resultado.

Se había pasado todo el día haciendo una sorpresa para el castaño. Afortunadamente pudo terminar antes porque tenia la ayuda de Andrés, Diego y Azul.

—Azul, por favor no olvides la flor mañana, es esencial — dijo subiendo al auto junto al platinado y el alfa.

La omega asintió alejándose en su bicicleta.

—gracias por su ayuda — habló desde la parte trasera del auto.

—De nada, espero le guste — respondió Andrés comenzando a conducir.

—Espero lo mismo — murmuró más para sí mismo.

—Perdón por lo de tu celular, prometo que te compraran otro cuanto antes — dijo avergonzado el platinado.

Emilio rio y negó.

—No hay problema, en todo caso fue culpa de María — rodó los ojos con una sonrisa.

Flashback

Mientras que el platinado hacia algunas llamadas para ayudar a su amigo, Andrés, Emilio y Azul decidieron ponerse a jugar con un balón.

En ese momento el castaño había llamado al rizado por segunda vez, inmediatamente el alfa se alteró porque realmente no sabia mentir y todos lo sabían.

—¿Contesto? — preguntó nervioso el alfa con el teléfono en la mano.

—No contestes — advirtió Azul — ¡Emilio dije que no! — chilló viendo a su amigo acercar su dedo peligrosamente a la pantalla.

La omega no halló mejor solución que tomar el teléfono del rizado y en un acto impulsivo lanzarlo hacia Andrés, quien claramente no estaba atento.

El teléfono se estrelló contra el suelo y dejo de funcionar.

Fin del flashback.

Al llegar a su casa lo primero que notó fue el aroma a Joaquín, cosa que realmente no le sorprendía mucho porque el castaño se la pasaba en la casa del rizado, pero últimamente el omega no había ido a su casa.

Entró a su habitación completamente agotado por estar de acá para allá.

Aunque por muy cansado que se encontraba quería ver a Joaquín, era tarde quizás estaba durmiendo, pero de todos modos lo quería ver para dormir bien.

Fijó su mirada en la mesita de noche en donde tenia una foto de el con Sofia y al lado una de el con Joaquín, era lo primero que veía al despertar y lo último que veía antes de dormir.

Iba a enviarle un mensaje al castaño, pero recordó que su teléfono ya no funcionaba.

Miró hacia afuera y por la luna brillando en la oscuridad creyó que probablemente eran más de las doce.


(...)


Al entrar a la casa del castaño lo primero que hizo fue subir las escaleras con cuidado.

Elizabeth no estaba en casa, gracias a su turno nocturno y el rizado lo sabía.

—Joaco — murmuró entrando a la habitación.

Se acercó a la lampara que estaba sobre la mesita de noche y la encendió, la luz era suave, pero iluminaba la habitación.

El omega no estaba en la cama, inmediatamente lo buscó con la mirada, encontrándolo dentro de su nido, sonrió.

La sonrisa del rizado se hizo aún más grande al notar que el menor estaba durmiendo con las prendas del alfa.

—Joaco, si vine. Cumplí mi promesa— murmuró orgulloso sentándose frente al nido.

El castaño se removió y al escuchar la voz del alfa comenzó a abrir sus ojitos lentamente y con pereza.

—¿Mailo? — murmuró confundido.

Parpadeó varias veces hasta que el sueño desapareció, se lanzó a los brazos del rizado inmediatamente.

—También te extrañe, bonito— habló con una sonrisa al sentir que Joaquín se aferraba a él, hundiendo su rostro en el cuello del alfa.

—Estaba preocupado por ti, tonto— se quejó aun con su rostro contra el cuello del rizado, enredando sus piernitas en la cadera del mayor.

Emilio se levantó con el omega en brazos para sentarse en la cama con el castaño en su regazo.

—Perdón... pero ya estoy mejor, bonito— dijo sobando la espalda del menor.

—Fui a tu casa— comentó logrando que el rizado se tensara.

—Sali— respondió rápidamente.

—Pero estas enfermo, Mailo. No deberías salir— regañó el omega con su ceño fruncido mientras que apoyaba su mejilla en el hombro del alfa.

—Lo lamento, pero fue algo necesario— se excusó.

—Además estoy mejor. No te preocupes, bonito— sonrió mostrando sus dientecitos de conejo a la oscuridad.

—Mañana es viernes... ¿sabes que significa? — preguntó el omega con sus ojitos cerrados y una sonrisa en su rostro.

—¿Pijamada? — respondió haciéndose el desentendido.

—¿Lo habías olvidado? — preguntó dolido con un puchero.

El alfa sonrió y negó con la cabeza sin dejar de acariciar la espalda del omega.

—Es imposible olvidarlo— besó el hombro del castaño —pero prácticamente duermo aquí la mayoría del tiempo.

—Si, porque me quieres y no quieres que yo duerma solito— respondió con voz infantil.

—Estas en lo correcto, lindo.

Joaquín se sonrojó y a pesar de la oscuridad el rizado lo sabía.

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Que tengan una linda noche. :)

Nos leemos luego.

Sweet Love |Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora