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Se obligó a inhalar y exhalar un par de veces para calmarse mientras abría la puerta de su habitación.

Un azabache con expresión aburrida se encontraba a pasos de su puerta.

- ¿Dónde estabas?.

La chica dio un pequeño brinco en su lugar al ser descubierta por el hombre.

Se rehusó a darle cualquier excusa, así que se tomó su tiempo para darle una respuesta, y esa solo sería la verdad, él sabía cuando ella mentía.

- Salí a pintar a mi sitio, como siempre, ya sabes.- aclaró con una seguridad claramente fingida en su voz.

El imponente hombre la estuvo observando a los ojos todo el tiempo, haciéndola tensarse en su lugar pero sin desviar la mirada.

Relajó su mirada y llevo un cigarrillo -que Christine no sabía de donde demonios sacó- a sus labios y la miró ahora despreocupado -como siempre-.

- Muéstrame.- pidió y aunque para todos eso sería una petición, para Christine eso era una orden.

Tratando de no abrir como platos sus orbes azules, maldijo mentalmente y cerró sus puños, ahora sí, desviando su mirada.

Finalmente, Yami decidió entrar a la habitación azulada con detalles dorados de la chica. Ella escuchó sus pasos adentrándose, poniéndose cada vez más nerviosa.

Mordió su labio inferior con nervios y sus mejillas se sonrojaron involuntariamente.

Maldición, si él ve el dibujo, todo se irá al infierno; nuestra amistad de años, nuestras bromas, nuestros entrenamientos. Todo.- pensó ella con temor a que todo se arruinara.

Ella solo miraba hacia abajo, viendo que los zapatos del hombre estaban justo frente a ella.

Se escuchó un suspiro pesado y ella por fin alzó su mirar.

- Entré en esa habitación en la que sueles pasar todo tu tiempo y...- sin poder evitarlo, sus ojos empezaron a humedecerse.

Oh, estoy acabada, vió todos sus dibujos. Ahora pensará que estoy obsesionada con él y que soy una maldita acosadora.- bufó como siempre con su divertida amargura.

Antes de que el azabache pudiera continuar con su conversación, la chica lo interrumpió.

- No hace falta que digas nada.- arrugó su nariz como siempre hacía cuando algo la molestaba o estaba triste.-- Ya sé todo lo que tengo que saber.-- la chica no quiso mirarlo, porque sentía que si lo hacía, se iba a desmoronar frente a él y eso era lo menos que ella deseaba.

- Lo siento, Yami. Por arruinar todo.-

El azabache no entendía a que se refería, él estaba tan emocionado por pensar que la chica lo quería tanto como él la quería a ella, al ver todos aquellos cuadros tan bellos, él se preguntó a sí, si de verdad era él el mismo hombre que yacía allí dibujado, sin embargo no quiso ilusionarse y se quedó esperándola toda la tarde para preguntarle ya de una vez por todas.

Antes de Yami siquiera poder replicar, la chica de cabellos rizos había retirado su dorado grimorio de su cinturón y había recitado el mismo hechizo que minutos atrás había usado para huir de la vergonzosa situación con el chico del trébol de cuatro hojas y sin embargo esto era mucho, bastante peor.

- Hikari Mahō: Hikari no Furasshu.

El hombre quiso detenerla pero ya era tarde, lo último que vio antes de que la luz invadiera por completo el cuarto, fue una sonrisa triste por parte de la chica y no pudo evitar preguntarse:

Opuestos por Naturaleza || Yami SukehiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora