«Oscuridad y Claridad.»
«Dos energías que inconscientemente se buscan, una para contrarrestar y la otra para ser contrarrestada.»
«Irónico, porque en esta historia será lo contrario.»
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01/2021
El sonido alegre de los pájaros llegaron a los oídos de la chica, acabada de despertar por la reciente luz mañanera que se colaba por una de las tantas ventanas.
Miró a su alrededor y comprobó que se encontraba en su habitación. Un poco desorientada porque no recordaba como y cuando llegó allí.
Quizás Will me trajo después de haberme quedado dormida en su habitación.- un atisbo de sonrisa apareció en sus labios, sin embargo desapareció en un segundo, al recordar lo pasado anoche.
Sin poder evitarlo, se maldijo así misma por haberse olvidado de cerrar con llave aquella habitación tan especial para ella y ahora gracias a eso, Yami no la quería ver.
Suspiró deprimida, sin embargo se palmeó las mejillas mientras se dirigía al baño por una refrescante ducha. No quería pensar demasiado o sino terminaría llorando otra vez.
Antes de entrar al baño, hubo algo que la sorprendió de sobremanera al ver un gran hoyo en la pared a la izquierda de la puerta.
Soltó un gemido por la impresión.
- ¿Que demonios pasó aquí?.- se cuestionó así misma sin respuestas visibles en su mente.
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Después de llamar a alguien para que arreglara el hueco en la pared, ella ya se encontraba lista para ir a la misión que le habían encargado ese día.
Decidió ir en escoba volando, no quería encontrarse con Yami y que todo fuera incómodo para los dos.
Una vez llegó al refugio de su orden, saludó a sus compañeros, todos llamándola senpai. Después de haber rechazado el puesto a vicecapitana, no sabía porqué pero los caballeros mágicos le habían mostrado aún más respeto.
Al llegar al despacho de William, se removió en su lugar, quería hablar con él antes de ir a su misión. Sin pensarlo mucho, golpeó suavemente la puerta con su puño derecho.
Una voz calmada y relajante le permitió el pase de entrada.
William al ver que era ella, se incorporó rápido y la recibió con un cálido abrazo.
- Estás bien.-
Con una voz aliviada, susurró en su oído y Christine no entendía. Se separó de su amigo para cuestionarle el porqué de su evidente preocupación.
- Claro que estoy bien. ¿Por qué no lo estaría?.- preguntó extrañada frunciendo el ceño con curiosidad.
El chico la miró confundido pero después sonrió amable y se dirigió a su asiento detrás del escritorio.
- ¿Hablaste con Yami?.- preguntó mientras escribía en algunos papeles.
La chica agachó su cabeza triste nada más de escuchar el nombre del azabache.
