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-¡Yuno-niichan!.

Varios gritos de euforia llenaron aquella pequeña y -según Asta- ruinosa iglesia. Christine miraba embelesada el entusiasmo con el que los infantes abrazaban al adolescente.

-Oh, Yuno ¡Como has crecido!.

Una silueta femenina aparecía desde dentro de la iglesia.

- Hermana, vine hace un mes con Klaus-senpai.

Le replicó Yuno con una leve sonrisa a la joven novicia que se acercaba despacio con una amplia sonrisa entre sus labios.

- Oh.- dirigió la mirada sorprendida hasta la chica.- Hola, soy Lily, mucho gusto.- se acercó con una sonrisa amable mientras acercaba su mano derecha esperando ser estrechada.- ¿Usted es?.- cuestionó curiosa.

- Soy Christine, senpai de Yuno.- soltó entrecerrando los ojos con una sonrisa orgullosa en sus labios mientras le estrechaba la mano de arriba hacia abajo.

La joven usuaria de magia de agua, se sobresaltó por su "falta de modales" y realizó una perfecta reverencia disculpándose.

- Oh, no, no, no. Levante su rostro, por favor.- posó sus manos en los hombros de la apenada joven.- Lo digo porque me encanta presumir al orgullo de nuestra orden.- con la mayor confianza, la extrovertida pero a la vez insegura Christine, pasó su brazo derecho por los hombros del adolescente quien tenía un pequeño sonrojo en sus pálidas mejillas. Sonrió divertida.

- Christine-senpai no sea exagerada, solo soy un plebeyo.- negó con la cabeza el chico de cabellos azabaches mientras desviaba su mirada color miel hacia otro lado que no fuera la chica.

La de ojos azules hizo que volteara dándole una mirada de incredulidad.

¿Hasta cuando este chico pensará así?.

- Mejor no hablemos de eso aquí ni ahora, Yuno-kun.- negó despacio con la cabeza desordenando algunos mechones rebeldes.- Bien, he escuchado maravillas de las nomobatatas de Hage...- se volteó hacia la hermana Lily y los niños que la observaban con una gran sonrisa.-...espero que no les moleste alimentarme.- avisó divertida con sus manos en las caderas.


Después de un poco seca pero increíble cena, Yuno se retiraba de aquel cálido ambiente al que se había acostumbrado cuando vivía en aquella pequeña aldea

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Después de un poco seca pero increíble cena, Yuno se retiraba de aquel cálido ambiente al que se había acostumbrado cuando vivía en aquella pequeña aldea.

Decidió recostarse en la hierba como últimamente hacía mirando las estrellas que parecían estar en su mayor esplendor mientras aún seguía preguntándose el porqué.

¿Por qué lo había tratado con tanta confianza? ¿Por qué ella era tan diferente a los otros nobles? No podía evitar pensar que si no llevara el manto de la orden y aquel inmenso poder mágico, creería que se trataba solo de una chica normal.

Varios minutos en debate consigo mismo, decidió confiar en la chica. Que pase lo que tenga que pasar. Mientras una chica venía en puntitas de pie junto con una maliciosa sonrisa en su rostro.

- ¿Qué haces, Yuno-kun?.- le susurró a pocos centímetros del chico que se había mantenido con los ojos cerrados, provocando un sobresalto en el lugar al mismo.

Al incorporarse se sentó encima de sus pantorrillas y se dedicó a mirar a la chica mientras está copiaba su postura.

Después de un minuto de silencio, el chico habló.

- ¿Y bien...? ¿Me dirá de que trata la misión?.- cuestionó alzando una ceja posando sus manos sobre sus muslos con su habitual expresión.

La chica abrió los ojos como platos.

- ¡La misión!.- exclamó incorporándose rápidamente.

Esto ya ha pasado antes.- recordó el chico mientras soltaba un suspiro desganado un poco incrédulo por lo olvidadiza y despistada que era la mayor.

Christine miró su reloj de muñeca y suspiró aliviada, cerrando los ojos.

- Todavía hay tiempo. Te cuento por el camino de que se trata. Vamos, Yuno-kun.- invitó a seguirla a buscar las escobas.

Una vez ambos estuvieron en el aire, la chica comenzó a hablar.

- Unos bandidos fueron contratados por un nuevo noble hace un mes, pero la verdad no sé mucho al respecto...- miraba el cráneo del cadáver del demonio que fue derrotado por el primer Rey Mago cientos de años atrás.- Fui solicitada para esta misión porque hay pruebas de que los aldeanos están perdiendo sus cosechas y cosas valiosas desde hace un tiempo.- el viento soplaba fuerte y el cabello indomable de la chica parecía saberlo más que nadie mientras Yuno solo la escuchaba atento.- Al parecer perdieron su refugio y ahora la aldea es su nueva guarida, nuestro trabajo es capturarlos y llevarlos a la capital.

Una vez terminó de explicar dirigió una mirada al chico que se había mantenido callado y atento hasta ahora, éste mantenía su ceño fruncido.

- Sé de quienes habla, yo fui quien los derrotó.- informó el de cabellos azabaches con la mirada al frente descendiendo poco a poco, al estar considerablemente cerca del lugar destinado.

La chica no se veía sorprendida por ello, sabía que el chico era fuerte aunque aún tenía muchas cosas por aprender.

Sonrió emocionada al pensar en verlo crecer como caballero mágico y persona.

- Cuento contigo para que me ayudes a derrotarlos otra vez, Yuno-kun.- le dijo con una sonrisa mientras le guiñaba el ojo divertida.

Quizás esa noche, se unirían más aquellos lazos recientes y alguien se pondría celoso.

Opuestos por Naturaleza || Yami SukehiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora