Capítulo 10

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Capítulo 10:
"Fuera de mi cabeza"


Pasaron un par de días.
Willow se despertó con los rayos del sol golpeando su rostro. Se había olvidado de bajar la persiana.

Se vistió y bajó a desayunar. Su padre le preparó waffles con caritas felices y jugo de naranja chillona. Vestía un delantal que decía: "El hombre de la casa". Cuando era pequeña, Willow había tachado la palabra "hombre" con marcador y había escrito "cocinero" en su lugar.

La primera nevada había caído por la noche, hacía muchísimo frío.

— ¿Papá, vas a trabajar hoy?

— No calabacita, el clima impide seguir con la construcción. – lamentó su padre de tez morena. – Pero eso quiere decir que tendré todo el día para hornear galletas. – exclamó alegre.

— Por favor no incendies la casa. – habló su otro padre, mientras se colocaba la bata del hospital sobre su sweater de lana tejido a mano. – Vamos Willow, yo te llevaré a la escuela.

— No gracias, me gusta caminar en la nieve. – lo rechazó con una sonrisa.

— De acuerdo, pero abrígate bien o vas a enfermarte. – Besó los labios de su esposo y la frente de su dulce hija. – Que tengan un buen día. – los saludó y se fue con su palisman en mano.


Voló sobre el bosque nevado en dirección al hospital dónde trabajaba. Una joven de cabello rosado que caminaba por allí llamó su atención. Descendió de los cielos tras reconocerla.

— Te ves mejor. – comentó, aterrizando a su lado.

— Oh, es usted, Doc. – suspiró.

— ¿Cómo está ese brazo? – preguntó. Le habían revocado el yeso del brazo derecho el día anterior. Quería asegurarse de que no hubiese sido un poco precipitado.

— Libre. – contestó, moviendo los dedos de su mano con fluidez. La chica lucía dispersa.

— Bueno, ten esto. – sacó del bolsillo de su bata un parche con el glifo del aquelarre de curación. – Póntelo si te duele, te calmará. Si lo ves rojo, morado, o caliente, vuelve a verme.

— ¿Por qué es tan cortés? – preguntó con desconfianza. El curandero la miró alzando una ceja, sin comprender a lo que se refería. – ¿Acaso sabe quién soy? Le hice la vida imposible a su hija. ¿No va a envenenarme, o a vengarse?

— Oh querida, se muy bien quién eres. Pero soy un profesional, mantengo mis asuntos personales fuera del trabajo. Cómo tu médico encargado velo por tu seguridad, cómo el padre de Willow, te sugeriría no volver a tocarla. – para eso último puso una voz un tanto espeluznante. Sus ojos relucieron un azul oscuro. Fue bastante, bastante aterrador. De tal palo, tal astilla.

— Tsk... – chasqueó su lengua. – Ya no tiene que preocuparse por eso, Señor Park. – carraspeó.

— Mejor así. – sentenció. – Ten un buen día. – dijo tras montarse en su palisman. – Mantente alejada de los problemas. – recomendó.

Suspiró al verlo irse. Su padre era realmente una mierda en comparación. Ella desearía tener un padre como el de Willow. Alguien... Bueno.

XXX

Willow llegó a Hexside y se quitó la campera. Por suerte la escuela estaba hechizada con un hechizo de temperatura. Sino, todos los estudiantes se congelarian hasta morir, literalmente. Los pasillos estaban adornados con guirnaldas celestes y goblos de rostros de abominables azules.

"Te odio" Boschlow Donde viven las historias. Descúbrelo ahora