Zoé.
En lo que Aidan regresa, vuelvo a encender mi celular.
Un millón de emoticones de corazón, y unas miles de solicitudes de amistad de distintos números, es lo que obtengo al nada más prenderlo.
– Vaya...
Todas estas solicitudes son de compañeros de mi escuela; algunos del equipo de fútbol, y del equipo de animadoras. Reconozco a unas por las fotos de perfil. A otras por los nombres de usuarios. Y otras porque han estado nominadas como reinas del baile desde que inició la secundaria. La única chica del club de animadoras que no está en la fila de <<solicitud de amistad pendiente>> es Bambi.
Claro, ya me esperaba que no me mandara ni un WhatsApp. Y mejor así, porque chicas como ella sólo sirven para odiar.
A no ser... que fuera ella quien me mandó ese mensaje. No conozco su número privado, menos el de su casa, por eso sería perfecto si un día me mandara un WhatsApp insultante. ¿No?
Reviso mi bandeja de mensajes, y todos los que me enviaron en cinco minutos, y no hay otro SMS ofensivo u amenazante.
Retomo mi opinión anterior, y me engaño a mí misma creyendo que tal vez fue un tipo cualquiera queriendo jugarme alguna especie de broma.
– ¡Zoé! ¡Zoé! –me llama el pequeño demonio desde la punta del pasillo.
Salta a mis piernas, y me rodea el cuello con los brazos. Me estrangula.
– Ay, y esta muestra repentina de aprecio –digo al corresponder su abrazo con otro igual de sofocador.
Le hago cosquillas, y ella estalla en adorables carcajadas.
Se separa de mí, y me sostiene los cachetes cuando dice:
– Aidan me dijo que viniera a hacerte compañía. Está ocupado hablando con su novia.
Se me cae el alma a los pies. Pero no puedo dejar que ella lo intuya.
– Ah... Con su novia –digo, y una parte pequeñísima de mí, tiene deseos de vomitar.
– Sí, y me dijo que te hiciera compañía mientras la atendía.
– Ah.
Ay, creo que es la segunda vez que digo esa palabra, pero es la enésima vez que me siento de esta forma. Eso es porque no puedo decir nada que no haga referencia a un grito o un llanto ahogado cuando la palabra <<novia>> sale a la luz, y se repite sin cesar en mi cabeza.
– Pensé que había roto con Miranda. ¿Han vuelto a estar juntos? –me pregunta.
Y las ganas de vomitar aumentan.
Ay. ¿Por qué? ¿Por qué Aidan es Aidan, y por qué yo no dejo de hacerme éstas estúpidas ilusiones que alimentan su ego y fortalecen mis pesadillas? ¿Por qué lo besé? ¿Por qué me dejé llevar? Siempre pasan cosas malas cuando me dejo llevar; la prueba es la noche antes de su partida. Y no es que me moleste, es más, me alegra que así sea. Porque, sólo así, puedo concentrarme en lo importante: en tener buenas notas. Porque... Eso es lo que de verdad importa, ¿no?
– Pues, creo que sí, linda –respondo tragándome el nudo en la garganta y la patada en el estómago.
– Ojalá, hacían bonita pareja.
Siento que me están apuñalando cada hueso del cuerpo.
– Ajá.
<<No te quiebres, Zoé>>, se lamenta la voz de mi subconsciente.
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Equivocada Decisión ✔️ [Parte 1]
Teen FictionAidan y Zoé son mejores amigos desde el primer grado. Hacen todo juntos: estudian juntos, bailan juntos, comen juntos, lloran, discuten, se acuestan... ¡UPS! Bueno, sólo pasó una vez, y fue unos meses antes de que Zoé conociera a... Jake; pero no el...