Aidan.
Aquí estoy, sentado en un pupitre lleno de garabatos monótonos e insignificantes, con los auriculares puestos, escuchando a Radiohead y sin la menor idea de lo que está diciendo el de Literatura. Ésta no es la clase que favorece mi esmero... Pero sí la de ella, mi Zoé. A pesar de que no tengo el derecho de llamarla mi Zoé, no puedo evitarlo; siempre ha sido ella la constante que le pone un principio o un final a mi día.
<<Carajo.>>
Lo eché a perder todo. Ni siquiera sé por qué me molesté con ella. ¿Por una maldita nota de un novato?, eso creo. Pero ¿qué puto derecho tenía de mandarle una nota a Zoé? Como si la conociera o intentara cortejarla o llamar su atención; pero vaya idiota.
O como diría Zoé: reverendo imbécil; salvo que ella vocifera en español; no me extrañaría que también lo pensara en su idioma natal.
Y lo peor es que lo consiguió, logró atraer su atención. Pero, ¿desde cuándo le gusta esa clase de abordaje? Ella no es así... O ¿no era así? Quizá, por eso me enfadé con ella, porque se comporta como una extraña, como una persona completamente diferente a la chica que me gustaba. De la chica que traía frenos y ligas en el pelo, no de la chica que lleva el pelo corto y los shorts de una surfista.
Y hablando de... No ha respondido mis mensajes o contestado mis llamadas. Le he pedido mil veces perdón a través de ellos y tratado de no sonar como un manipulador. Sé cuanto le molesta cuando le exijo que hablemos. Según ella, no soy su dueño ni su hermano mayor para tomarme esas libertades.
Le he escrito que, por favor hablemos, como unas mil veces, sin pasarme de la raya. He tenido que salirme de clase dos o tres veces con una excusa diferente para poder llamarla o mandarle un audio por WhatsApp. Debe tener el móvil apagado...
O (no quiere hablar conmigo), lo que sería más probable considerando lo que pasó.
La llamé zorra, a ella, a la única persona que me ha entregado su corazón y su alma; pero ¿qué demonios me pasa? ¿Por qué no puedo hablarle o tratarla como se merece? Porque soy un imbécil, por eso. Soy un maldito desastre.
He roto nuestro código de confianza. ¿Por qué lo hice? He hecho muchas cosas a lo largo de mi vida –incluida la estupidez en Ibiza– pero ésta es la peor. No sé si va a perdonarme o no. Yo no lo haría. Pero conociéndola, sé que lo hará, con el tiempo; el caso es que no debería. Y no la culparía si no lo hace. La paciencia tiene un límite, y presiento que estoy quebrantando el envase que tiene escrito mi nombre.
Cuando termina la clase, tomo mi mochila y me la echo al hombro. No contiene nada salvo un cuadernillo y un lápiz sin estrenar. Escucho (Nice Dream), mientras camino a mi siguiente clase. Reviso el celular, y descubro que no ha respondido o leído mis mensajes. La vuelvo a llamar. No me responde. Le escribo y ni siquiera se conecta. Carajo. Me apoyo contra los casilleros, y me paso la mano por el pelo con desespero mientras reviso mi celular.
– Mierda –mascullo. Ojalá le hubiera preguntado su horario, así podría esperarla en lugar de pararme como idiota afuera de los baños. Tengo la ligera esperanza de que saldrá y así podamos hablar.
El hueso parietal de mi cabeza, golpea el casillero de un extraño, una y otra vez, y el resultado es un fuerte dolor de cabeza.
Maldición, Zoé.
Eso es lo que es mi amiga: un fuerte dolor de cabeza. Y..., admito que es uno que merece la pena. Suelto un suspiro cargado de tensión y arrepentimiento, y miro hacia el techo, esperando por alguna especie de respuesta de parte de los paneles que adornan los pasillos de esta maldita escuela.
ESTÁS LEYENDO
Equivocada Decisión ✔️ [Parte 1]
Fiksi RemajaAidan y Zoé son mejores amigos desde el primer grado. Hacen todo juntos: estudian juntos, bailan juntos, comen juntos, lloran, discuten, se acuestan... ¡UPS! Bueno, sólo pasó una vez, y fue unos meses antes de que Zoé conociera a... Jake; pero no el...