Zoé.
—¿Have i ever told you i love you?
—No.
—Well, i do.
—¿Still?
—Always.Mi respiración se detiene por un segundo, antes de despertar; es algo que a veces me ocurre, cuando intento no sucumbir al estrés matutino.
Despabilo, y veo a las nubes pasar, a la luz infiltrarse gracias al tragaluz de mi habitación. Observo a detalle las partículas de polvo que yacen en todas partes, pero que se reúnen y suspenden en el único lugar de mi habitación, en donde puedo sentarme libremente a leer. Mi género: ciencia ficción, novela rosa y erótico. No me va el realismo; lo que es gracioso, porque me van las relaciones complicadas y hechas estratégicamente para ser destruidas por los mismos protagonistas.
Qué irónico, ¿no?
Aidan se hubiera reído.
Cierro los ojos por cinco minutos mientras espero la tediosa alarma de mi despertador; como odio despertar a las seis. No soy buena madrugando, al menos no como mi madre, ella se levanta todos los días a las cinco de la mañana para correr sus tres kilómetros por la playa. A veces, sólo para salir con su taza de café en manos y dar un paseo por la orilla del mar. Dice que le gusta disfrutar de la compañía del silencio; qué lástima que yo no saqué su adicción a la cafeína o a las caminatas solitarias, de ser así podríamos compartir un buen rato entre madre e hija.
—¡Zoé! ¡Zoé Alexandra!
Mi cuerpo se remueve medio atolondrado bajo las sábanas, al escuchar a mi madre llamarme por mi primer y segundo nombre. Dejo mi pelo aún más irreconocible, que antes de cortarlo durante el verano, y los anillos que olvidé quitarme ayer por la noche se enredan con los nudos de éste cuando intento peinarlo.
Quería un cambio de imagen, no demasiado corto para que la zorra de Bambi no pudiera burlarse de mí, pero tampoco demasiado largo como para llamar su atención o la de medio alumnado. Planeo ser un cero a la izquierda en mi último año.
Quería un estilo tipo Demi Moore, de una de mis cinco películas favoritas, basadas en uno de mis diez libros favoritos: Indecent Proposal.
Hoy es el primer día de mi último año, y, por si fuera poco, mi madre inicia un nuevo puesto de gerente de ventas hoy, así que las dos estamos igual de nerviosas por el primer día de la semana..., de una larga y de seguro mal planeada semana. Bueno, mi madre debe tenerla planificada; yo no, yo soy el típico desastre que pretende ser más inteligente de lo que es, pero tampoco lo suficiente como para sobresalir. Bastante tengo con los últimos doce años de peyorativos apodos de mis compañeros. Creen que tienen el derecho de llamarme como se les viene en gana, sólo porque uso gafas, frenos, ligas para el pelo y pasadores de colores; lo admito, yo solita me busco a pulso esos apodos, pero espero que los lentes de contacto y un nuevo estilo ayuden a mi reputación.
La alarma de mi despertador suena, tanteo con mi mano hasta que doy con el botón que se supone, debe apagarlo; pero no funciona. Frustrada —tanto por el sueño como por el ruido que produce la melodía de los buenos días— tiro del cable y lo desconecto. Gruño contra mi almohada, y me escondo bajo las sábanas haciéndome un ovillo.
La puerta de mi cuarto es brutalmente abierta, por nada más y nada menos que...
—¡Zoé Alexandra Luz Mendoza! —Mi madre.
—¿Qué? —Mi voz delata lo cansada que me encuentro.
—Son las seis en punto, jovencita. Date un baño, vístete y recoge tus libros antes de irte, estoy harta de tropezar con media literatura juvenil.
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Equivocada Decisión ✔️ [Parte 1]
Fiksi RemajaAidan y Zoé son mejores amigos desde el primer grado. Hacen todo juntos: estudian juntos, bailan juntos, comen juntos, lloran, discuten, se acuestan... ¡UPS! Bueno, sólo pasó una vez, y fue unos meses antes de que Zoé conociera a... Jake; pero no el...