Aidan.
Paso imagen tras imagen de ese día. Y en todas, luce la chica que fue mi amiga. Bueno, que es mi amiga.
No tengo idea de qué somos ahora, pero estoy seguro que si se lo pregunto, la respuesta no me gustará.
– ¿Quieres otra? –me preguntan al otro lado de la barra.
– No, gracias.
Ya llevo dos chupitos y no busco emborracharme. Aguanto hasta cuatro, pero no quiero que Rachel se enfade cuando me vea tambaleándome, o que mi madre me eche en cara el parecido que tengo con el abandonahogares de mi padre. Ya tengo suficiente con Zoé. Si las tengo a las dos en mi contra: seré hombre muerto.
– ¿Te pido un taxi?
– No, estoy bien. Gracias Roger.
Me deja solo. Me deja conmigo y mis fotos, sus fotos. Aún no me decido cuál es mejor, si en la que tiene el pelo en una bonita coleta de caballo, posando a la orilla del mar, o en la que tiene ese horrible suéter navideño, con pinta de picar. No lo sé. Al final, me decido por otra en la que aparecemos los dos. No, mejor está en la que aparece dormida en el sofá de mi habitación. Tiene el pelo revuelto cayendo desde la almohada hasta la moqueta. Su suéter es una camisa de fuerza marrón, y sus pies están cruzados y helados. Sus uñas están pintadas de ese azul marino que tanto me gusta. Nadie sabe posar como ella.
No, mejor ésta, en ésta se ve hermosa. Cuando la tomé, el atardecer estaba sobre nosotros. ¡Y su pelo! Carajo. Su bonito pelo enredado y castaño lucía perfecto a la luz del sol. Toda ella era perfecta. Es perfecta.
(El atardecer)
Hace 3 meses...La veo por el rabillo del ojo, y es muy hermosa. Tiene una telaraña de pelo semi húmeda y ondulada. Su piel resplandece con el atardecer, y los restos de arena en sus mejillas y pecho encuentran ese punto en donde se aprecian sus bonitos lunares. No sabía que tenía tantos hasta que se quitó el suéter. Ahora que lo pienso, desde la secundaria no la veo sin uno. Y cuando la miro, ahora entiendo qué era lo que ocultaba con tanta tela. Sus bonitas tetas lucen marcadas gracias a esa blusa. Tiene un sostén negro y sencillo, y estoy seguro que su ropa interior combina. Si tan solo no estuviera metida en esos pantalones de campana.
<<Carajo.>>
La estoy viendo de un modo, que jamás creí verla. Creo que deberían encerrarme por pensar en mi mejor amiga de esta forma. Pero lo cierto, es que Zoé me gusta; me gusta mucho. No estoy seguro de cuándo empezó a gustarme exactamente, pero de lo que sí, es lo que siento por ella cada vez que la veo o la abrazo, o me da un beso tierno y sencillo en la frente o la mejilla; porque ella me llena de amor. Yo no quería a nadie salvo a Rachel y a Fred, y cuando la conocí, cuando me sonrío y mostró esos hermosos ojos esmeralda, supe que Zoé iba a ser la única excepción. Sí, sólo tenía seis, pero desde entonces lo supe.
Quizás debería apartarse, está demasiado cerca para sentir el efecto que provoca en mí.
¿Por qué tuvo que revelarme su secreto?– Míralo –dice, sin apartarse ni un centímetro de mi piel–. ¿No es mágico?
– ¿Justo aquí?... Sí –con mi pulgar, acaricio su bronceada piel. Esa marca de nacimiento en forma de estrella fomenta mi atracción.
Ella dormitó en mi hombro, y susurró en mi pecho, cerca de mi corazón:
– ¿Aidan?
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Equivocada Decisión ✔️ [Parte 1]
Novela JuvenilAidan y Zoé son mejores amigos desde el primer grado. Hacen todo juntos: estudian juntos, bailan juntos, comen juntos, lloran, discuten, se acuestan... ¡UPS! Bueno, sólo pasó una vez, y fue unos meses antes de que Zoé conociera a... Jake; pero no el...