Aidan.
– Maldita sea, Zoé.
La llamo por enésima vez, desde que Samantha me dijo que se había ido. ¿Por qué se fue? ¿Le molestó que la hiciera esperar? Ja, no, eso no puede ser. Zoé no es esa clase de chicas. Es más, está acostumbrada a esperarme cuando llego un poco tarde.
Pero, aun así, ¿por qué se fue sin despedirse de mí? Ella no es así. Aunque, y ahora que lo pensaba, caía en la cuenta de que ambos nos habíamos convertido en personas diferentes desde esa noche; yo había descubierto que lo que sentía por ella no era sólo fantasía, sino algo más; y ella, cambió en todos los sentidos de la palabra, el pelo, la ropa, el maquillaje, de cierta forma la había liberado cuando entregó esa cosa tan preciada para ella.
Yo había roto las reglas, y me había hundido en mi propio juego. No quería hacerlo, pero como todo lo que no se planea sucede, pasó; supongo que con el amor es igual; no planeé enamorarme de mi mejor amiga, y tampoco hacerme el idiota pensando que tal vez ella se entregó a mí, sólo porque soy el <<Gran Aidan James Hugh>>, el tipo más popular y despreciable del instituto.
Y la verdad, pensar así de ella me daban ganas de vomitar.
Uno no puede ser feliz si antes elige la fama, y vaya que me hacía falta el amor de una mujer, que me dijera algo más que no sólo sea el tono de su lápiz labial. Y, ahora, que ya la había encontrado, me aseguré de dejarle en claro que no quería una relación porque, no quería dejar de divertirme o disfrutar del gozo de ser extraordinario.
<<Soy un completo idiota>>.
¿Seguirá enojada conmigo por lo que dije? Creía que ya lo habíamos hablado. Pensé que me había perdonado. Por lo visto no tengo idea de nada, ni de lo qué pasa dentro de su cabeza. Puede que ya ni compartamos conversaciones telepáticas.
Vuelvo a marcar su número, pero me manda al buzón. ¿Tendrá su celular apagado? ¿Me habrá bloqueado? Le mando mensajes, pero no le llegan.
Le dejo un correo de voz, irritado, cansado y molesto de que siempre sea ella la que huye de mí en lugar de confrontarme. ¿Por qué lo hace?
– Carajo –mascullo y dejo caer el celular al colchón.
<<¿En dónde estás?>>
– ¿Aidan? –me llama Rachel.
– ¿Sí?, ¿qué ocurre? –me incorporo.
– ¿Te encuentras bien? –pregunta en ese tono inocente de voz.
– Sí, tranquila, todo bien. –Y me obligo a sonreír.
– ¿Te enojaste porqué Zoé se marchó?
<<Carajo, es muy intuitiva.>>
– Si es así puedes contarme. Porque ella tampoco estaba feliz cuando se fue.
– ¿Tú sabes porqué se fue?
Ojalá lo sepa. Me guste o no, entre mi hermana y Zoé existe cierta complicidad. Una a la que jamás he tenido acceso.
– Sí –asiente–. Le dije lo que tú me habías dicho y luego se fue. ¿Has vuelto con Miranda?
La mentira que le dije a mi hermana, para que me diera privacidad, no fue mi mejor idea. Le dije que estaba hablando con mi novia, cosa que (obviamente), es mentira. No le di detalles, sólo que necesitaba privacidad para poder decir lo que yo quisiera al otro lado de la línea.
– No –me limito a decir.
Maddy ha estado fastidiándome desde hace horas. Rechacé sus llamadas unas doscientas veces, pero cuando leí el mensaje de amenaza que me envió, tuve que dejar de ignorarla y acatar las consecuencias que había provocado.
Decía que le contaría a Zoé en dónde estuve los últimos meses si no le contestaba el teléfono. Y como sé que está loca, y cumple sus amenazas dichas y por haber, no me dejó alternativa. Tuve que contestar.
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Equivocada Decisión ✔️ [Parte 1]
Teen FictionAidan y Zoé son mejores amigos desde el primer grado. Hacen todo juntos: estudian juntos, bailan juntos, comen juntos, lloran, discuten, se acuestan... ¡UPS! Bueno, sólo pasó una vez, y fue unos meses antes de que Zoé conociera a... Jake; pero no el...