XI

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No me considero caprichoso, me considero egoísta en lo que a ella respecta.

No desde que la vi, sino desde que empecé a admirarla de lejos. No un día, tampoco dos, sino por meses, podíamos compartir mesa en clases pero muchas veces era sólo un saludo en cuanto llegaba. Dos o tres palabras durante clases, ella tampoco que confiaba en mí del todo en ese momento.

Hasta ese día.

Y me siento como un maldito insensible al pensar que gracias a ese día ella empezó a confiar en mí, empezó a verme de una manera diferente a cómo me veía antes. Como el grosero que le habló en su inscripción, aquél que llegaba tarde, o como el tipo con el que compartía banco en clase.

Me siento mal al pensar que debieron pasar ese tipo de cosas malas para tenerla como la tengo ahora.

Tenía.

Estaba consciente desde el primer momento en que mi boca tocó la suya que estaba perdido, que tanto tiempo verla sin decir nada capaz y valió la pena.

Amo cada centímetro, cada rasgo, cada mínimo detalle de ella. Creí que era imposible enamorarse de un sonido, hasta que la escuché reír. Pensé que era sólo cosas de canciones tantas palabras bonitas y aquí estoy, pensándolas.

Y queriendo decírselas, pero no hoy, ni ahorita. Sino cada mañana al despertar y que la tenga a mi lado. 

—¿Y bien?

Que no dijera nada sólo hacia que me hundiera más en el sudor de mis manos.

—Hero, yo...

—Disculpa, chico—llamó la atención un señor a través de la ventanilla de su auto—: ¿Ya se van?

Fruncí el seño hasta que recordé que seguíamos en el estacionamiento del supermercado.

Asentí.

—Bien, ¿Podrías mover tu coche? Necesito el puesto.

Antes que pudiera decir algo Lina se encamino hacia el asiento del pasajero, resoplando me apresuré en prender marcha.

No se iba a escapar de la conversación.

Una vez que el señor me dió paso, salí en reversa hasta la vía principal. La castaña no me miraba, su vista estaba clavada en cada casa que dejábamos atrás.

—Lina...—comencé, dió un respingo—: No huyas del tema.

Se removió en su asiento.

—Sólo lo habías mencionado una vez, y no pensé que fuera en serio.

Mis cejas se juntaron—: ¿Cuando?

Mordió su labio antes de hablar.

—Aquel día.

—¿Cuál?—pregunté.

—Ya sabes,—movió una mano restándole importancia—: Ese día.

Maldiciendo por no poder verla bien mientras estaba manejando, giré en una curva y nos estacioné frente a una gasolinera.

Cuando me solté el cinturón para girarme y encararla, ella parecía querer hundirse en todo el cuero del asiento.

—¿Qué día?—Insistí.

Se llevó el dedo pulgar de su mano a la boca, jugando con su labio—: El día que fuiste a la casa, dónde estaba mamá y las cosas terminaron como terminaron.

Mis facciones se contrajeron hasta que secuencias de esa tarde pasaron por mi cabeza.

—La verdad no lo tomé en serio, sé que eres capaz de muchas cosas pero,—se encongió de hombros—: Pensé que era cosa del momento.

I'm Your Hero || Hero Fiennes Tiffin #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora