VI

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Dos días, dos días en los cuales me he estado replanteando la posibilidad de haberme vuelto un desquiciado.

Desde aquella vez en el local de mi hermana había estado enviándole mil y un mensajes a Cynthia para que me dijera dónde y cuando. Cada uno de los mensajes eran rebotados con la respuesta de que no podía sacarla así por así, tenía que tener una buena excusa. Y a pesar de una parte de mi le daba la razón, la otra sólo se estaba muriendo de ansiedad.

Lo último que me había dicho es que le iba a decir a su mamá sobre si la podía invitar a dormir a su casa, con su abuela. Para que la conociera, hablaran y la orientara sobre cómo eran los colegios por allá ya que la misma era una profesora retirada.

Era una buena mentira, lo admitía.

Aunque, estaba que la parte mentira de la mentira fuera que iba a dormir en su casa.

Las rutinas te condenan, lo había escuchado y sí, era verdad. Estos últimos días lo único que hacía era levantarme a insistirle a su amiga, comer para calmar los nervios y pasearme por todos los pisos en busca de algo que hacer. Intenté leer, funcionó las primeras tres páginas. Intenté con la tarea pendiente pero terminaron siendo garabatos.

Frustrado me iba a dormir a una hora muy temprana, dormía para que las horas se pasaran más rápido, rezaba para que todo funcionara bien porque todo lo que quería era tenerla conmigo de nuevo.

Para muchos podría llegar a ser exagerado pero eso es porque no entienden lo que es que tu estado emocional dependa de alguien, que todo vaya bien y que de repente te lo quiten duele, y duele mucho.

Se me iba a caer el pelo de tanto pensar pero no podía evitarlo.

Todos los despertares eran lo mismo antes, durante y después de lo de Cynthia. Me paraba, bañaba y salía a desayunar.

Estaba cogiendo la toalla cuando el teléfono sonó, y el nombre de Cynthia apareció iluminando la pantalla con una llamada entrante.

—¿Hola?—dije al contestar, notando que la voz me salió más pastosa de lo que quería.

Es hoy, la llevo a las cinco pero necesito tu dirección.

Se me detuvo el corazón nada más escuchar las primeras dos palabras, el sueño que quedaba en mi sistema se esfumó, dejando sólo una sensación que no podía describir.

¿Hero estás ahí?—bramó sin paciencia.

—Si, si... aquí estoy—mis balbuceos delataban mi estado, la escuché reir—: Ya te paso la dirección.

Esta bien, nos vemos al rato—dijo y colgó.

Asegurándome que de la llamada había finalizado aparté el teléfono dejándolo en la mesita de noche. Miré a mi alrededor y el pequeño espejo de la encimera noté que mi boca estaba entre abierta.

Tas girar a mi alrededor, solté todo el aire que estaba retenido en mis pulmones y sin pensarlo me empecé a reír de forma nerviosa.

—¡Joder!—grité y tomé la toalla para entrar a la ducha.

No dejaba de pellizcarme para asegurarme de que todo era real, puse el agua fría al máximo para asegurarme de que estaría lo suficientemente despierto y si, lo estaba.

Una vez listo la ansiedad se multiplicó, tas segundos después de dejar todo en orden en el baño recordé que tenía que indicarle dónde era. Tomé mi teléfono rápidamente insultandome varias veces por tener que borrar en más de una ocasión lo que escribía, estoy seguro que el vecino de arriba que no me conoce ni sabe de mi, se está dando cuenta de mis nervios aún estando yo en el piso de abajo.

Le mandé hasta el número de piso, número de puerta y color. No se podía perder, ¿No?

«Igual Lina sabía llegar» me tranquilizaba mentalmente.

Apenas estaban siendo las 2 de la tarde cuando me di cuenta de la hora, me acosté en el sofá mirando el techo, buscándole algo diferente que no haya visto antes y nada.

Todo seguía igual.

Sin quererlo, los párpados me empezaron a pesar y me quedé dormido por lo que sentí las horas más largas de mi vida.

Un teléfono sonó a lo lejos y tarde segundos en darme cuenta que era el mío, recordando todo pegué un salto y lo fui a buscar.

Cynthia:

Ya estoy con ella
3:26 P.M

Estás ahí??
4:05 P.M

HEY!!
4:30 P.M

HERO TE DESMAYASTE O QUE !?
4:43 P.M

Pasándome la mano por el pelo mire la hora. 4:47 P.M

Me avisas.

Respondí rápidamente y al ver que faltaban menos de quince minutos empecé a sentir como mi respiración se empezaba a acelerar. Me sentía un niño estúpido de 12 años.

Sé que le dije que me avisara, pero sólo de pensar en la cantidad de tiempo y distancia que hay entre la calle, la recepción, la escalera y mi piso; me apresuré rápidamente en salir para yo mismo esperarla en la acera.

Las manos me empezaron a sudar una vez que llegue a planta baja, mi corazón bombeaba con más fuerza de la necesaria, sentía que en cualquier momento mi presión se podía disparar y tendría que estar internado en urgencias.

Pero no, no fué así.

Al ver un coche familiar mi respiración se detuvo, al abrirse la puerta del copiloto sentí como si un zoológico hiciera estampida en mi estómago.

Ahí estaba mi niña.

Su cabello estaba suelto, adornado con una cinta blanca mal amarrada en su coronilla, tenía las mejillas sonrojadas y por lo que noté, humedas. Cerró la puerta del coche ruidosamente y se apresuró en correr hacia mí. Extendí mis brazos hacia ella y la alcé en cuanto sus brazos se abrazaron a mi cuello.

Y juro que nunca fuí más feliz que ahora.

Escondí mi cabeza en el hueco de su cuello mientras lágrimas silenciosas amenazaban por caer de mis ojos, sus brazos y piernas me estaban abrazando mientras yo la sostenía con fuerza, abrazandola y asegurándome de que supiera que no la iba a soltar.

—Dios, como te extrañe—gimoteo entre mis brazos, estaba llorando.

Apreté mis ojos con fuerza deseando que aquel abrazo durara un poco más, ¿Un poco? Y una mierda. Que durara mucho más.

Sentía que todo estaba bien, que toda la ansiedad y tristeza que sentía desde que se fué se estaban esfumando con su presencia. Joder, que bien se sentía tenerla conmigo de nuevo.

—Te amo,—murmuré en su cuello, no reconocía mi voz—: No sabes cuánta falta me hiciste.

Sus brazos ejercieron más presión, hundió una de sus manos en mi pelo y no pude controlar el suspiro que se escapó al ella hacerlo. Me empezó a acariciar y supe que estaba jodido, un pequeño detalle como ese había acabado conmigo.

Su presencia lograba calmarme y cambiarme por completo, tenerla entre mis brazos se ha convertido como una de las peores drogas y de ser asi, me declararía un adicto.

¿Soy culpable? sí.

Me declaro culpable por amarla tanto.

I'm Your Hero || Hero Fiennes Tiffin #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora