XIV

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Maratón 2/3


No era asmático, y gracias a Dios desde que nací no había experimentado nada parecido. Pero justo ahora sentía cómo si los pulmones se me fueran a salir, cómo si el aire me faltara.

Tenía la sensación de que mi pecho era muy pequeño para todo lo que sentía en este momento. Frustración, enojo, tristeza, pero sobre todo impotencia.

No tenía ni remota idea de dónde estaba, no sabía desde cuándo ella ha estado así y apenas haya decidido llamarme.

—Pasalé el teléfono a Cynthia—demandé, si escuchaba algún otro sollozo de su parte iba a volverme loco.

Escuché murmullos, pero ninguno era dirigido hacía mi. Parecían estar teniendo una discusión. Me llevé una mano a la nuca mirando hacia ambos lados del pasillo.

Estaba solo.

Nadie me decía nada, los murmullos seguían y muy detrás de eso, sus sollozos continuaban.

Cerré los ojos con fuerza por unos segundos tratando de sacarlos de mi cabeza, sea lo que sea que hubiera pasado la había llevado a soltar el llanto.

«¿Qué pasó?»

Abrí los ojos de inmediato al sentir como aquellos murmullos se volvían más audibles, más entendibles.

¡Tiene que saberlo si o si!—escuché hablar a Cynthia—: ¡No está a discusión!

Esto no me estaba ayudando.

¡Vas a desatar una tercera guerra!

Mis hombros se tensaron, esa no era la voz de ninguna de ellas.

¡Escúchame bien teñido de mierda, esto ya ha llegado muy lejos!—Cynthia—: ¡No voy a soportar una más!

Iba a perder los estribos.

—¡Cynthia háblame de una puta vez!—grité lo más alto que pude al teléfono.

Caminé en todas las direcciones posibles, mi mirada cayó en uno de los extremos del pasillo donde noté que el profesor se aproximaba.

«Mierda»

Te voy a mandar la dirección de mi casa por mensaje—habló la dueña del teléfono rápidamente, parecía estar corriendo. Me apresuré en hacerlo yo también al salón—: ¡Ven en cuanto puedas!

Gritó antes de colgar.

Maldecí entre dientes antes de tomar mis cosas y salir corriendo en dirección al estacionamiento. Escuché como gritaban mi nombre al fondo pero yo no estaba para regaños, mucho menos para que me detuvieran.

Bajé los escalones de a dos, sólo el Dios sabía que tan rápido me iban las piernas. Tendría una dirección dentro de poco, ¿Será la de ella?

Esquivando a varios vigilantes de pasillo, salí disparado hacia mi camioneta en cuanto sentí el móvil vibrar en mi mano.

Abrí el mensaje y sin importarme que tan lejos fuera salí del estacionamiento.

Pensé en llamar a Mercy, avisarle sin entrar en detalles que no estaría por la tarde. En estos momentos no me importaba que tanto fuera a tardar, o que tanto fuera a hacer. Lo único que no dejaba de repetirse en mi mente es que mi castaña estaba llorando y que yo no estaba ahí para consolarla.

Estaba con Cynthia, y no hizo falta que dijeran el nombre para saber quién era el otro.

Estaba ahí, ¿Qué hacía?

«¿Todo este tiempo ha estado con ella?»

Un pitido de un auto a mi costado me hizo salir de la nube en la que estaba metido. Mierda. La aguja que indicaba la velocidad estaba sobrepasando la mitad.

Alejé lentamente el pie del acelerador, lo último que necesitaba en estos momentos es tener que parar en urgencias, y como si fuera poco, con la trompa del carro destrozada.

Miraba varias veces la pantalla tratando de no pasar por alto ningún detalle del mensaje, no quería terminar en otro lado. Crucé varias veces, solté más de un bufido con cientos de palabrotas en cada semáforo que me interrumpían el recorrido.

Palabrotas que si mi madre me llegará a escuchar ya estaría morado de tantos pellizcos.

A mí alrededor no había ni un centro comercial, ningún mercado, ni nada que involucrara un negocio. Sólo plazas, parques y casas. Todas iguales.

Releí el mensaje, deseando que indicara por lo menos el color. Suspiré agradecido cuando fué así, amarillo. Casa amarilla con techo color ladrillo. Y si, la vi a lo lejos. Resaltaba entre las demás que eran color azul celeste.

Mientras me acercaba, las palmas de las manos me empezaban a sudar, mordí mi labio inferior varias veces al pensar que ella podía estar adentro llorando desde hace bastante rato y yo apenas me había enterado hace apenas una media hora.

Estacioné frente a la casa y bajé a paso apresurado, no me detuve a si quiera presionar el timbre. De una vez me lance a dar contra la puerta a puño cerrado.

Si no salía en estos momentos, alguien saldría por las ventanas de las casas vecinas a intentar averiguar qué estaba pasando.

Y como las casas estaban tan cerca, juraría que todos son unos chismosos.

No abrían, y eso solo hizo que la secuencia de mi puño contra la puerta aumentarán. Pensé en gritar, pero quedé con las palabras en la boca cuando James abrió la puerta con brusquedad.

—¿Pero que coño-

Lo empuje hacia un lado pasando rápidamente al interior de la casa, miré a mi alrededor y no había nadie. El comedor estaba vacío, la televisión de la sala estaba apagada.

«¿De verdad estaban aquí?»

Antes de poder voltearme para quejarme con el que me abrió, noté las escaleras a un extremo de la sala. Mis piernas tomaron vida propia para subir como si mi vida dependiera de ello. Escuchaba a James al fondo pero él no era mi prioridad en este momento.

Me detuve a mitad del pasillo superior tratando de escuchar voces, pero no escuché eso.

Escuché sollozos.

Con más fuerza de la necesaria abrí la puerta de la que provenía su voz, entré y me encontré con mi castaña siendo abrazada por Cynthia. Ambas miradas se alzaron alarmadas hacia el estruendo que había provocado, James había aparecido a mis espaldas.

Estaba gritando una y otra vez.

Pero yo no estaba para eso, no después de ver aquellas mejillas empapadas en lágrimas.

Sin embargo, eso no fué lo que más resaltó.

Pasando por alto aquellas gotas derramadas de agua salada, una mejilla estaba más roja que la otra. Algo en mi interior se contrajo sin saber que era, pero no tuvieron que pasar más de unos segundos para que cayera en cuenta, haciendo que la bilis subiera por mi garganta.

—Pasó otra vez—dijo Cynthia por encima de la voz de James.

No hacía falta que dijera qué, yo sabía qué era en cuanto Lina evitó mi mirada. Escondiendo aquel pómulo lastimado, aquél pómulo que había sido víctima de los arranques de molestia de su madre.

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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤️

I'm Your Hero || Hero Fiennes Tiffin #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora