HISTORIA DESTACADA EN LOS #CREPYAWARDS2020
Mi lindo capricho (Slenderman y Tú)
- Mi vida ah cambiado por completo, sangre, gritos, caras pálidas y cuerpos horrorizados por mi nueva apariencia "El tipo del traje" así es como me apodan en aquel peque...
— Slendy... ¿No crees que ya es suficiente? Cuestiono Masky luego de notar un comportamiento raro en su jefe.
— Su espalda ahora es como una obra de arte, de hecho, todo su ser ahora parece una maldita obra de arte, ¡quisiera que el mundo la viera!
— ¡Y pueden verla! No te limites slender, tengo una idea. — La cabeza de Jeff maquilaba ideas ingeniosas para poder seguir viendo así a su amigo, de una forma en la que muy pocas veces lo había visto, lleno de emoción, lleno de adrenalina, lleno de sed de sangre. — podemos colgarlo...— sugirió esté.
— Ya porfavor, ya paren — suplico el joven aún atado pero en diferente posición mientras escupía saliva y sangre a borbotones.
— Tienes razón, está obra tiene que ser vista por todos y creo que se el lugar exacto en el que sería perfecto exhibirlo.
Todos se miraron como los psicópatas que eran, sonreían y carcajeaban sin parar, en el suelo llacian toda clase de instrumentos de tortura y algunas partes que pertenecían al chico en la camilla. Pero esto no paraba aquí, Jeff había cumplido su cometido, Jeff le ofreció más, no podía desaprovechar la situación.
— Chicos, celebremos que nuestro amigo y jefe Slenderman regreso, ¡Vayamos a fuera! Salgamos a mostrar tu fuerza, tu imponente altura, ¡hagamos que todos sientan pánico y terror! —
Las crepypastas como los llamaban los humanos se morían por explorar el exterior, visitar por fin el lugar que tanto slender les escondía, pero slender no creyó que fuese buena idea. Lo pensó, lo pensó y los pensó... ¿Sería prudente? Pensó en su chica, pero ni ella ahora pudo detener esas ancias de asesinar, esas ancias que lo carcomian por dentro, esas ancias que había reprimido e ignorado por tenerla cerca.
— Chicos, con nadie más compartiría este momento... ¡Creo que es tiempo de salir! —
Todos aplaudian y se golpeaban, por fin Slender aceptaba salir de casería.
— Ese es mi viejo slender, ¡Eso es maldita sea! ¡Hagamos esto, salgamos al pueblo vecino y mostremos a las personas quienes somos! Quién es, SLENDERMAN.
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