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Me humedezco los labios secos aún estando bajo el agua, noté como mi pulso se disparó.

-Esto...

-¿Por qué estás tan nerviosa? - Se acerca a mí y mi ritmo cardíaco aumentó. Debía calmarme, ellas notaban nuestro pulso, igual que sabían calmarlo y acelerarlo. Aparté la mirada.

-Me ha llamado la reina - Me invento una excusa que por ahora parece funcionar

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-Me ha llamado la reina - Me invento una excusa que por ahora parece funcionar.

-¿Y por qué no has entrado por delante?

Me quedo en silencio unos momentos.

-La reina quería que fuera una visita secreta.

Ella se queda en silencio investigándome con la mirada, mi pulso está desbocado, solo puedo esperar que se crea lo que le estoy diciendo.

Me taladra con la mirada, unos ojos verdes esmeralda que parecen brillar cuando me observa. Su cola es del mismo color que sus ojos y su pelo otro tanto. Intento no apartar la mirada de sus ojos, mantenerme serena.

Pero no sirve de nada.

-Mientes - Se da la vuelta y comienza a nadar en dirección contraria. Reaccioné por instinto. Agarro su cola y de un tirón la atraigo hacia mí.

Cojo la cuerda que se enrolla en mi cintura y la pongo alrededor de su cuello mientras aprieto. Intento que se quede sin oxígeno y aprieto con más fuerza. La sirena se remueve y aletea intentando zafarse.

Enrollo mis piernas alrededor de su cintura y aprieto la soga viendo como sus movimientos son cada vez más pesados. Sus ojos comienzan a perder vida, pero no me aflojo y aprieto con más fuerza hasta que deja de moverse.

La sirena deja de intentar zafarse y sus movimientos cesan de golpe. Aguanto unos segundos más y la suelto viendo como el cuerpo inerte comienza a flotar por la estancia. Me muerdo el labio y agarro de nuevo su cola mientras abro la puerta del castillo. Coloco una roca sobre su aleta y vuelvo a entrar.

La sala de la perla no está muy lejos y ahora que ya estoy dentro y nadie me vio entrar no tendré más problemas. Sigo nadando por el palacio hasta que al final logro encontrar la puerta que esconde la perla.

Cuando estoy segura de que nadie mira tiro abajo la puerta con el hombro, tras varios intentos logro echarla abajo y allí estaba. Una preciosa perla de la cual emanaba una enorme fuerza mágica se alza ante mí. Pero algo no cuadraba.

-¿Azul? - Pregunto en voz alta completamente desconcertada al ver cómo tanto la perla como la magia que salía de ella eran de un color distinto al que me imaginaba. Nado hacia ella y me restriego los ojos con las manos para verla mejor.

Sigue siendo del mismo color, miro a todos lados a ver si hay alguna sirena y luego hacia arriba. No hay ninguna, suspiro aliviada y extiendo mis manos hacia la perla. Cuando mis manos la abrazan y mi piel entra en contacto con la fría superficie, su color cambia rápidamente al rojo sangre.

Suelto la perla asustada y cuando se deshace de mi piel vuelve a ser del mismo color que el mar. Sacudo mi cabeza y me deshago del susto. Es mágica, era perfectamente normal que actuara de una forma extraña. Vuelvo a agarrar la perla y a elevarla lentamente para no hacer ruido.

Cuando la tengo entre mis manos no tengo tiempo de ensimismarme en sus brillantes colores y majestuosidad. Suena una fortísima sirena que hace que levante mi cabeza de golpe. Luego se unen chillidos.

Chillidos de sirenas furiosas.

No pierdo tiempo y doy varios tirones a la cuerda para que tiren de mí devolviéndome a la superficie. La cuerda no tarda en tensarse y salgo disparada por dónde he venido.

Me abrazo a la perla y voy a toda velocidad de espaldas a mi trayecto. Veo como varias sirenas comienzan a nadar lo más rápido que pueden hacia mí. Por suerte Adrien, Akihiko y Silver tiraban con fuerza y rapidez de la cuerda evitando que llegaran hasta mí.

Me golpeo contra la pared cuando giro y casi pierdo la perla en el intento. Me abrazo a ella con mucha más fuerza y las sirenas chillan fuera de sí. Vuelvo a golpearme contra la puerta trasera antes de salir del castillo. Mis perseguidoras se agolpan en la puerta como pueden y me señalan.

Las sirenas que nadan plácidamente alrededor se giran hacia mí cuando ya estoy más alejada. Aún así, todas y cada una de ellas comienzan a unirse a mi persecución. Docenas de bellos y espeluznantes seres me persiguen mientras la soga me aprieta el abdomen como nada nunca antes.

Miro hacia arriba viendo como la superficie se acerca a toda velocidad. Mi espalda choca contra la arena ya casi en la orilla y los tres siguen tirando de mí dificultándome que me ponga en pie. Ruedo sobre mí misma y consigo sacar la cabeza fuera del agua.

-¡Dejad de tirar! - Grito con todo el aire que me queda en los pulmones, ya que el impacto casi me había dejado sin el. Me levanto y comienzo a correr hacia los tres chicos que me miran aliviados.

Su rostro cambia completamente en cuanto los alcanzo, Silver me agarra del brazo con suavidad mientras los tres miran detrás de mí. Yo intento calmar mi respiración y no quiero darme la vuelta. Se que lo que veré no me va a gustar en absoluto.

-Te han seguido... - Murmura Silver a mi oído. Agarro su mano cerrando los ojos unos momentos.

-Lo se... - Sigo de espaldas al terrible infierno que se encuentra detrás de mí.

Veo el terror instalado en sus miradas y decido darme la vuelta lentamente sin soltar la mano de Silver. Cuando mis ojos se clavan en el agua puedo ver a decenas de sirenas con la cabeza media sacada del agua, rodeando la orilla dispuestas a destriparnos y recuperar su perla.

Y yo, sin los dragones ni las armas, no sé cómo salir de aquí.

Y yo, sin los dragones ni las armas, no sé cómo salir de aquí

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