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Miro a mi padre que mantiene su vista alejada de mí. Silver se apoya en la mesa a mi lado con los brazos cruzados. Akihiko se queda en medio de la estancia sin saber muy bien qué hacer, ni cómo ponerse. La reina se encarga de cerrar la puerta y se hace el silencio.

-¿Y bien? - Pregunta Silver cuando ya este es atroz.

-No podemos salir - Explico con mi vista perdida, para no tener que mirar a ninguno de los presentes -. Los dragones están hambrientos y nos esperan fuera. En el momento en que uno de nosotros ponga el pie fuera, lo devorarán. Nuestros recursos se están acabando y si nos quedamos en este refugio bajo tierra moriremos todos de hambre.

Mi vista se eleva y miro a Silver. Su expresión es dura.

-Creo que la solución está clara - Termino.

-¿Entonces? ¿Qué hacemos aquí? - Interrumpe Akihiko posando su vista en mí, le devuelvo la mirada.

-Tenemos que encontrar una manera para matar a todos los dragones.

-A... ¿todos?

-Sí, mientras sigan con vida nuestra salud empeorará.

-Pero, eso es por la magia de la perla. Si se la quitamos a la vieja esa, asunto solucionado.

-Si se te ocurre alguna manera de salir de aquí, Akihiko, sin ser devorados en el intento. Soy toda oídos - Hablo y con un atisbo de esperanza miro a los demás, pero todos miran al suelo.

Suspiro, así pues, la única idea que vale es la mía. Me humedezco los labios.

-Entonces, nos desharemos de los dragones y recuperaremos nuestra tierra.

-Hablas como si fuera fácil Kumi - La expresión de Silver se vuelve sombría-. Los dragones son los animales más poderosos de las 9 razas. Nosotros, sin magia y sólo con espadas y hachas ¿qué posibilidad tenemos de no morir todos?

Me aprieto los brazos, había pensado como si nosotros, simples humanos, pudiéramos derrotar a todos esos dragones. Si los matábamos uno por uno, tardaríamos siglos y no había forma de que nos enfrentáramos cuerpo a cuerpo. Nos matarían a todos de una sola llamarada o nos devorarían.

-Hay una - La voz de Lionel rompe el completo silencio que se formó después de que Silver hablara. Todos lo miramos y el chico mantiene su mirada clavada en la pared-. Dinamita.

-¿Dinamita? - Pregunta la reina con un interrogante, mis ojos se iluminan y todos los míos también lo hacen.

-Lionel, eres un genio - Digo mientras me incorporo alejándome de la mesa, noto como el chico esconde su rostro sonrojado. Me coloco en medio de la sala mirando a la reina-. Al lado de la cueva de los presos, tenemos miles de baúles de dinamita. Escondidos ahí por si algún día estallaba una guerra.

-Podríamos atraer allí a los dragones con un cebo y cuando uno echara fuego... ¡saltarían todos por los aires!

-Pero nos quedaríamos sin dinamita, ahora sí que estamos en guerra y la necesitaríamos - Recuerda Akihiko devolviéndonos a la realidad.

-Los brujos tratan de controlarnos a todos y por supuesto lo conseguirán si nos mantenemos separados - Lionel vuelve a hablar, lo miro con mis ojos brillando. Estaba demostrando ser un chico realmente listo y digno de presenciar estas asambleas-. Deberíamos aliarnos todos, de esa manera si tendríamos oportunidad de derrocarlos.

-Mis hombres no tienen poderes, niño. Cierto es que somos más que llendo por separado, pero el resultado sería el mismo - Habla la reina de los centauros dirigiéndose a Lionel. El muchacho se incorpora girándose hacia ella.

-Hablaba de hablar con las sirenas

Suspiro, me esperaba una idea mejor que esa.

-Lionel, hace unos días les robé su mayor fuente de poder, no creo que vayan a ayudarnos.

-Por la cuenta que les trae. Si no aceptan ayudarnos, los hechiceros acabarán con ellas o las sucumbirán a esclavitud.

Razón no le faltaba.

-Pero imaginemos que no nos degollan cuando vayamos hacia allí ¿como nos van a ayudar? El reino de los hechiceros está al sur y el mar negro al norte. Las sirenas no pueden caminar - recuerda Silver con una ceja levantada -. Están sugiriendo una locura.

-Ellas tienen magia y conocimientos plenos de la perla. Su ayuda nos servirá de una forma u otra.

-Tiene razón - Hablo mirando a Silver-. Les pondremos al día de la situación y ellas decidirán si ayudarnos o no. También podríamos conducir a los animales del bosque encantado a la batalla. En el estado en el que están, son potencialmente peligrosos y nos ayudarán a crear bajas.

-Bien, entonces tenemos plan - Sonríe Silver satisfecho y mira a Lionel con una sonrisa que el chico le devuelve.

-Aún hay algo suelto - Interviene de nuevo Akihiko con la vista gacha, la levanta para mirarnos sombrío-. ¿Quién será el cebo para guiar a los dragones a la cueva?

La actitud de Akihiko se nos contagia, algo estaba claro.

Quien quiera que fuera, moriría al estallar la dinamita.

Quien quiera que fuera, moriría al estallar la dinamita

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