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La oscuridad es absoluta y no vemos a más de un palmo de nuestras narices. El silencio tampoco ayuda a calmar nuestros nervios, noto como mi corazón martillea en mi pecho sin que yo misma pueda controlarlo.

Los dragones son los seres más poderosos de todos los clanes y ahora estaban a manos de los brujos. Nosotros, simples humanos no podíamos hacerles frente, ni siquiera con los centauros de nuestra parte.

Había matado a mi dragón y si salíamos a fuera a luchar, muchos de los míos deberían sufrir la misma suerte. Si pudendo evitarlo, lo haré.

No digo que debamos mantenernos escondidos en las montañas toda nuestra existencia bajo las montañas, pero por ahora creo que será lo mejor escondernos hasta que el peligro pase y vuelva a ser seguro salir.

El estado en el que se encuentren los míos es otra, a saber que tipo de barbaridades les habrían hechos esos maniáticos para divertirse. ¿Mi padre se encontraría bien? Algo debería haber hecho para que los hechiceros lo recordasen.

Aprieto mis puños con fuerza al recordar la forma en la que habían despreciado a mi padre, como si fuera un ser inferior que debería morir como un insecto. Las ganas que tuve de escupir a esa mujer de rostro perfecto eran indescriptibles.

Pero por mucha rabia que tuviera dentro, por mucho que quisiera degollarlos a todos con mis propias manos, no podía ponerlos en peligro.

Sacándome de mis pensamientos, comienzo a escuchar unos murmuros a mi espalda, luego una risita se escapa de los labios de quien creo que es Silver.

-Para ya, me hacer cosquillas - Definitivamente era Silver, suelto un suspiro sin darme cuenta. Se me había olvidado, ellos estaban enamorados y se correcpondían.

Sin embargo yo, aunque pudiera haberme permitido enamorarme, ahora era completamente imposible. Por que la única persona con la que me veía, era justo el que nos había apuñalado por la espalda a la primera de cambio a su novia.

-Seguro son super felices juntos - Pienso en voz alta sin querer con enfado.

Las risas cesan y me siento terriblemente culpable. Quería decir que no me refería a ellos dos, pero eso sería admitir que me molestaba la idea de que Adrien tuviera pareja.

Me muerdo el labio evitando volver a abrir la boca, puesto que parece que cada vez que lo hago, empeoro más las cosas. El silencio vuelve a ser sepulcral y trago saliva lentamente. Cojo aire y me dispongo a hablar para calmar un poco el ambiente.

-Espero que todos estén bien - Murmuro mojándo mis labios. Silver no tarda en responder.

-Seguro que sí, los hechiceros no tienen razón para hacerles nada.

-Nuestro pueblo no son de los que se dejan conquistar así como así.

-Puede que ni siquiera hayan llegado a luchar, puede que hayan usado su magia para encerrarlos - Intervino Akihiko, dando positividad a la charla.

Por un momento, me permito un poco de esperanza.

-sí, a mi padre no le gusta la magia. Puede que haya intentado romper alguna barrera que haya creado esa bruja.

-¿Cuantos años crees que tiene? - Saca el tema Akihiko-. Seguro que es una cincuentona

Eso nos arranca una carcajada tanto a Silver como a mí.

-¿Por que cincuenta? - se carcajea.

-¿No escuchaste lo que dijo? "¿No sabes que es de mala educación preguntarle la edad a una dama?" ¡Eso es porque seguro tendría cincuenta años!

No puedo parar de reir ante las conclusiones de Akihiko, las risas de los tres crean una atmósfera de felicidad a nuestro alrededor y por un momento nos olvidamos de todos nuestros problemas.

Hasta que noto un ruido a lo lejos.

Llevo mi dedo a los labios con rapidez y chisteo para que todos guardemos silencio. Dejamos de andar y escuchamos atentamente. Una voz más adelante que no puedo entender bien que dice nos llama.

Les toco el hombro en la oscuridad y volvemos a andar hacia la única dirección que nos proporciona la cueva. Cada vez la voz es más cercana y clara. Hasta que...

-Esa es la voz de mi padre - Digo mientras me paro en seco. Mis acompañantes hacen lo mismo que yo y escuchan atentamente los trozos de conversación.

-...pero mi hija está... para ganar... es para... - Elevo mi vista notando un cuadrado luminoso sobre nuestras cabezas.

-¿Cómo subimos? - Pregunta Akihiko.

Apoyo las manos en la pared y comienzo a palparla hasta que mis manos chocan contra algo que sobresale. Lo palpo con ambas manos y reconozco la escalera de piedra.

-Ya se donde estamos

Busco la mano de Silver en la oscuridad y al tomarla la acerco al símbolo de la escalera. No me hace falta verlo para saber que sus ojos se han iluminado.

-La sala de estrategias - Explica con un atisbo de esperanza.

-¿Eso es bueno? - Pregunta Akihiko. Yo sonrío, aunque no me pueda ver.

-Significa que están a salvo.

Me aferro a los laterales de la escalera y apoyo un pie.

-Esta instalación está hecha para soportar una Apocalipsis. Nuestros antepasados tenían miedo de si algun dia los dragones se volvieran contra nosotros y construyeron esta base bajo tierra para que pudiéramos refugiarnos hasta que el peligro pase - Explico mientras subo los escalones, cada vez más cerca del cerco iluminado del techo-. Mi padre, Silver y yo la usamos para crear las estrategias de combate y caza. Más que nada para saber localizarla en caso de emergencia y no ir a ciegas.

-Sólo a la familia real se le está permitido entrar a no ser que se produzca lo que se está produciendo afuera - Continua Silver cuando mi mano toca la portezuela que nos dará acceso a la sala iluminada. Con todas mis fuerzas empujo hacia arriba y noto un movimiento.

Las conversaciones sobre mi cabeza cesan, supongo que atentos al ruido que produce la tapa.

Con otro esfuerzo más logro abrirla y mi cabeza asoma en la estancia. Hombres y mujeres me miran con los ojos como platos. Mi vista pasea por el lugar, centauros y humanos están juntos. Suspiro aliviada y a continuación busco a mi padre.

Me mira aliviado y extiende los brazos hacia mí.

-Kumi, hija mía - Me eleva colocándome a su lado y yo lo abrazo con ímpetu. La reina de los centauros se encuentra a su lado. Me mira con una pequeña sonrisa que tira de sus labios.

La sonrisa en ella desaparece cuando ve entrar después de mí a Silver y luego Akihiko, completamente solos y sin la compañía del hechicero.

Pero mi padre no le da importancia a eso, me coge de los hombros y busca mi mirada.

-¿Estás bien? - Continúa y luego repara en mi brazo herido. Para ser sincera, me había olvidado completamente de ella, pero ver a mi padre descubrirla de nuevo. Me recordó más el dolor de perder a Dyul que la propia piel desgarrada-. Que los curanderos se ocupen de ella.

Mi padre no me deja hablar en ningun momento mientras los que se encargarían de curarme me llevaban a una sala apartada, junto con mis dos acompañantes. Suspiro con pesar.

Supongo que ahora deberíamos descansar de nuestro fatigado viaje, luego vendría hablar de lo que ha pasado y lo que haremos después.

Supongo que ahora deberíamos descansar de nuestro fatigado viaje, luego vendría hablar de lo que ha pasado y lo que haremos después

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