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-¡Edeline! - Grito sacudiéndola. Pero ya es demasiado tarde, sus ojos están ausentes y no responde. El cuerno sale por donde ha entrado, señalo al unicornio en la espesura-. ¡Matenlo!

El animal desaparece y una niebla comienza a cubrirnos. La salida es una luz abstracta en la distancia, dejo a Edeline en el suelo con cuidado y desenfundo mi espada furiosa.

-Juntense todos ¡Rápido! - Dice Silver mientras todos nos juntamos espaldas con espaldas. Akihiko mira el cuerpo de Edeline con los ojos desorvitados. Un grito se escucha detrás nuestra y otro hombre es atravesado por el cuerno de un unicornio. Nos movemos soltando estocadas al aire, con la espesa niebla apenas nos vemos entre nosotros. Los gritos son desconcertantes, no identifico de donde vienen y poco a poco nuestro circulo es más pequeño. Los unicornios relinchan entre la niebla. El nerviosismo de Akihiko aumenta por segundos y veo como su hacha resbala entre sus manos sudorosas, hace un esfuerzo por mantenerla firme entre sus dedos. Pero no tengo tiempo de fijarme en una sola persona-. ¡Akihiko! - Silver le asesta una bofetada, le agarra el cabello y con un tirón pega su frente con la suya. Le susurra algo, pero no alcanzo a oírlo, estoy más preocupada en saber como demonios acabar con los seres invisibles que nos atacan. Si tan solo pudiera ver donde atacar. Lo que sea que Silver le hubiera dicho, funcionó y un Akihiko sereno de nuevo, mira a todos lados. Veo un destello púrpura entre la niebla y un relincho furioso. Un unicornio salta frente a mí de golpe, doy un paso hacia atrás en el último momento y hundo mi espada en medio de su frente. Con la misma rapidez saco la espada dejando que el animal caiga al suelo sin vida. Su brillo púrpura en sus ojos se apaga y deja de respirar. Mi espada está empapada en sangre de unicornio y abro mis ojos trastornada. La sangre de los unicornios no es totalmente roja, es más bien un color rosado. Lo que me sorprende es que mi espada está de un color más bien...

-¿Sangre negra? - Pregunta Akihiko totalmente sorprendido. El liquido parecido al alquitrán resbala por la hoja de mi espada cuando la elevo frente a mí observándola. Con un golpe seco en el aire me deshago de la mayoría.

-¡Todos a los dragones! - Estaba claro, algo le habían hecho a los unicornios. No solo su comportamiento, jamás había visto a un unicornio matar de esta manera. Su sangre. ¿Por qué demonios la sangre era negra? Todos silvan avisando a los dragones, pero ninguno llega. Se supone que están volando por encima de nosotros. Cojo una flecha de mi carcaj y la pongo en mi arco-. Silver, cúbreme.
Tenso el hilo de mi arco y apunto hacia arriba. Suelto la flecha y sale disparada hacia arriba. Remueve la niebla y una pequeña imagen aparece. Frunzo el ceño, los dragones están arriba luchando contra los pegasos. Los tienen rodeados y no les permiten avanzar.

-¿Qué pasa? - Pregunta Silver sin apartar la vista de su alrededor. Debemos tener todos los sentidos atentos, más unicornios atacan. Algunos caen al suelo sin vida por nuestras armas y otros acaban con otro de nosotros. Se me acaban las ideas, no se que puedo hacer, si pudiera al menos montar en Dyul. Llevo los dedos a mis labios y con todas mis fuerzas silvo. No tardo en escuchar el fortísimo rugido de Dyul entre la niebla, viene de arriba. No puede bajar más abajo de las copas de los árboles, miro un árbol que por un momento se ve entre la niebla. Lo que pienso es una absoluta locura, pero si no me muevo, si no hago algo. Moriremos todos. Cojo aire.

-Cuidalos - Sin decir nada más, comienzo a correr en línea recta y escucho el grito de Silver detrás de mí. Los relinchos se escuchan a mi alrededor, un cuerno sale en frente de mí y freno de golpe un momento para volver a correr. Otro me alcanza en el brazo derecho y un hilo de sangre se forma en mi piel. Tengo que saltar y esquivar casi a ciegas, guiándome de los pasos de los unicornios. Un arbol aparece frente a mí, sin parar de correr salto clavando mi espada en la madera. Me pongo de pie sobre el mango y salto hacia una rama. Intento recuperarla pero un unicornio salta y casi muerde mi mano. Me pongo de pie en la rama y resignada comienzo a escalar el árbol con sólo mi arco para defenderme si algo pasa. No tardo en llegar a la copa del árbol, dejando atrás la neblina y ante mis ojos, veo a los dragones rodeados de miles de pegasos que no dejan que se muevan. Los gritos de los míos se escuchan abajo. Debo darme prisa. Llevo mis dedos a la boca y silvo lo más fuerte que puedo captando la atención de Dyul. Cojo carrerilla y salto de árbol. El dragón se da cuenta de que debe llegar a mí sea como sea, sino, caeré al vacío y moriré. Él no quiere eso. Cierra sus ala cayendo en picado hacia mí, los pegasos no son lo suficientemente rápidos para pararlo y atraviesa su fuerte defensa. Dyul sigue cayendo en picado mientras yo me acerco más y más al suelo. El viento me azota en la cara con violencia y siendo que voy a chocar contra el suelo en cualquier momento, cuando a ras de la hierba, caigo sobre el lomo del Dyul que planea a ras del suelo. Nos acercamos a toda velocidad a dónde Silver lucha con los demás. Me llevo las manos a la boca formando un megáfono-. ¡Al suelo!

Fantasía de pesadilla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora