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Noto como algo húmedo se posa en mi cara una y otra vez. Frunzo el ceño mientras abro lentamente los ojos. Veo a Silver a contra luz, con el sol a su espalda y a su lado Akihiko. Silver suspira aliviado al ver como abro los ojos.

-Menos mal... - Suspira aliviado.

-¡Ey la princesa ha desper...! - Silver le tapa la boca a Akihiko de golpe.

-¿Estás loco? ¿Quieres que Kumi se agobie desde ya? Se acaba de despertar - Le quita la mano lentamente de la boca-. Déjala descansar un poco más.

-¿Qué ha pasado? - Pregunto mientras intento incorporarme. Estamos en medio del desierto, los dragones descansan alrededor de nosotros.

-Salvaste a los dragones y a nosotros - Explica Akihiko con sus ojos brillando.

-Si no fuera por tí, seguiríamos muriendo en el bosque. Quien sabe lo que habría pasado - Sonríe Silver tomándome la mano izquierda, mi vista viaja hacia mi mano derecha. La hemorragia había frenado y un vendaje limpio descansaba en el brazo. Silver se da cuenta de lo que estoy mirando-. No sabía que los pegasos tenían unos dientes tan afilados.

-Tampoco teníamos forma de saberlo, nunca nos habían mordido - Explico mientras muevo levemente mi brazo. Un fuerte pinchazo me recorre el brazo y me obliga a parar con una horrible mueca.

-Debes descansar.

-Debemos volver - Le contradigo mirando alrededor-. ¿Cuántos días llevo incinsciente?

-Unos tres

-¿Tres? - Intento levantarme, pero Silver me lo impide. Continuo hablando-. ¿Llevamos tres días aquí tirados?

-No podías montar en Dyul así que hemos caminado cargandote por turnos. Hasta aquí es donde hemos llegado.

Me doy la vuelta y veo el bosque a lo lejos. Estaría a medio día de dragón, al menos, habían hecho un buen trabajo. Asiento despacio mientras me levanto con cuidado.

-Será mejor que volvamos - explico localizando a Dyul con la mirada-. Así podré hablar con la reina cuanto antes.

-¿Qué tienes que hablar con ella?

-Pues... a ver si encontramos una maldita explicación para esto - Camino hacia Dyul sosteniendome el brazo derecho con la mano izquierda. Mi dragón restrega su hocico contra mí y hace un puchero con los ojos. Lo acaricio indicándole que me encuentro bien y subo a su lomo con cuidado. Él eleva el vuelo y todos los demás nos siguen, medio día más de vuelo y llegamos a nuestro hogar. Pero parecía más calmado de lo normal. Fruncí el ceño y bajo del lomo de Dyul.

-¿Qué pasa? - Pregunta Silver imitando mis movimientos.

-¡Majestad! - Un hombre se acerca a mí lo más rapido posible-. Es... ¡Ah! ¿Qué le ha pasado en el brazos?

-Estoy bien, no te preocupes. ¿Qué ha pasado?

-E-esta mañana ha llegado un... forastero.

-¿Forastero? - interviene Silver con el ceño fruncido-. ¿Qué tipo de forastero?

-La reina de los centauros está supervisándolo, pero está esperandola para interrogarlo.

-Claro, yo tengo a Dyul - Camino hacia a cueva cuando miu padre me encuentra.

-¡Kumi! ¿Qué te ha pasado? - Pregunta corriendo hacia mí.

-Nada papá.

-Hay que mirarte esa herida - Se giró llamando a los médicos. Negué con la cabeza.

-No es necesario ahora mismo, voy de camino a ver al prisionero.

-No creo que sea buena idea, Kumi - Mi padre se interpone en mi camino imponente.

-¿Por qué no? - Pregunto con una mueca, ¿acaso me está subestimando? ¿Piensa que por que estoy herida soy menos inteligente o precavida?

-¿No te parece extraño que un muchacho de tu edad aparezca de la nada?

-Los únicos que son seres humanos como nosotros son los hechiceros.

-Por eso

-¿Es un hechicero? - Pregunto sin poder creérmelo, jamás había visto uno. No es que me haga falta verlo, ya que se de sobra que son una de las razas más peligrosas por su sed de controlar a todos. Mi padre asiente despacio, intento que la curiosidad no se refleje en mis ojos cuando poso una mano en su pecho para apartarlo de mi camino.

-No te preocupes, me las se apañar. ¿Está encerrado?

-Lo está custodiando Mercedes.

-¿Mercedes? - Pregunto confundida, ya que es la primera vez que oigo ese nombre.

-Si... la... la reina de los centauros.

-Vaya - Sonrío-. Así que tiene nombre y tu lo sabes ¿has hablado con ella?

-Solo lo necesario.

-Ya veo - Reí al ver su nerviosismo y continué caminando hacia donde manteníamos prisioneros a los delincuentes que trataban de atracar nuestra tierra. Estaba justo debajo de una cueva de dragón, con lo cual con un poco de ruido, lo acabarían calcinando. Llegué en frente de la puerta donde Mercedes aguardaba impasible.

-¿Cómo le ha ido princesa?

Suspiro y la miro a los ojos.

-Siento haber dudado de su palabra.

Ella niega con la cabeza.

-No se disculpe, si hubiera estado en su lugar, también me habría sido difícil creerla.

-De eso hablaremos luego ¿qué sabe del prisionero?

-Ha hecho muchísimo ruido para que lo soltásemos y el dragón que se encontraba arriba ha entrado a trompicones ahí dentro.

-¿Cómo? ¡Ese tipo debe estar muerto! - Me abrí paso entre los guardias sin escuchar las palabras de Mercedes. No, no podía estar muerto. Debía hacerle muchas preguntas, ¿por qué un hechicero estaba aquí? ¿qué pretendía? Quería ver a uno de cerca, quería entablar una conversación con él. ¿Sería cierto que tienen nuestro mismo nivel intelectual? Cuando lleguo frente a la mazmorra me quedo en completo estado de shock. El dragon ronronea feliz dejándose acariciar con una mano que sobresalía de los barrotes. Sigo un brazo cubierta por una manga lila claro hasta que desaparece dentro de la celda de piedra.

-Tú debes de ser Kumi, un nombre verdaderamente lindo. Si me permites decirlo. - Una voz grave hipnótica y a la vez varonil suena en la oscuridad de la cueva. La mano deja de acariciar al dragón y eleva los dedos índice y corazón. Hace un medio círculo frente a los ojos del dragón y este cae al suelo. Todos los guardias a mi espalda elevan las armas y yo frunzo el ceño-. Vamos, sólo está dormido. Yo jamás haría daño a una criatura indefensa.

-Un dragón no es una criatura indefensa - Protesta el guardia blandiendo su hacha en señal de amenaza.

Quien quiera que está al otro lado suelta una enorme carcajada.

-Tengo mis dudas acerca de eso - Da un paso al frente y veo como la luz ilumina hasta su cintura. ¿Por qué se esconde? Antes de que pueda formular la orden de "muéstrate", como si me leyera la mente, se inclina hacia adelante apoyando la sien en la barra de piedra. Unos ojos lilas de mirada penetrante me atrapan, su pelo negro azabache le cae sobre los ojos de forma alborotada. Una deslumbrante sonrisa se crea en su rostro-. A sus órdenes, princesa.

 A sus órdenes, princesa

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