Capítulo 2

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Solía venir muy a menudo a este restaurante, le fascinaba comer aquí era su lugar favorito.

Quise sentarme alejado de las demás personas que estaban allí, me gustaba estar en este lugar ya que recordaba mucho a mi hijo.

Estaba casi seguro que sí le decía a la doctora Melany sobre este lugar, me prohibiría rotundamente estar aquí.

Me senté en una esquina junto a una ventana trasera, desde allí nadie podría verme, esto para mí era mucho más cómodo que estar visible a tantas personas.

Tuve que esperar que un mesero pasará cerca de mi mesa para así poder pedir algo.

- Buenas tardes caballero, disculpe que no le vi, ¿desea que le traiga el menú? -

- No, ordenaré inmediatamente -

El chico estaba muy avergonzado por no haberme visto entrar, pero me gustaba que nadie me viera, no quería tener que encontrarme con alguien conocido y viniera a darme el pésame.

Comencé a dibujar círculos en la mesa con un sorbete, generalmente no tenía nada que hacer ningún día, así que después de comer estaba planeando salir a caminar sin rumbo alguno.

Apoyé mi rostro contra la ventana, podía observar quién las montañas llovía un poco, el clima estaba muy frío.

Alguien se sentó a mi lado, y vaya qué sorpresa, era una mujer que se levantó de inmediato al percatarse de que yo estaba en esa mesa.

- Disculpe, pensé que estaba vacía - la mujer se retiró del lugar y se sentó en la otra esquina. Al parecer yo no era el único qué trataba de esconderse de las personas.

No pude observar su rostro, pero traía una mala pinta, al parecer no salía de su casa muy a menudo o de cualquier lugar dónde viviera.

- sólo los perturbados vienen aquí - dije en un susurro.

El joven mesero llegó con mi orden y comencé a comer tranquilamente.

Luego de haber terminado de comer recordé que a Nataniel le encantaba elegir un trozo de pastel de chocolate que vendían en Aquel lugar.

Le hice seña al mesero que le llevaba la orden aquella Misteriosa mujer, que se había sentado a mi lado sin percatarse de que yo estaba allí.

- ¿Dígame Caballero en Qué le puedo ayudar? - se apresuró en contestarme al acercarse a mi mesa.

- quiero un trozo de pastel de chocolate que venden sólo en este lugar -

El joven me vio con un poco de lástima y dijo - Me Temo que no le podría ayudar con eso, el pastel de chocolate se ha acabado -

- eso no puede ser posible, pero sí es de mañana -

- al parecer nuestro pastel de chocolate se ha vuelto famoso en la ciudad -

- ¿Habrá que aumentar la producción? - dije con un poco de enojo.

Sólo pedí la cuenta, pagué y me alejé del lugar, estaba un poco decepcionado en verdad quería un trozo de pastel, me imaginaba la cara que pondría Nathaniel si hubiese pedido y le hubiesen dicho que no había.

Seguro se había enojado tanto que no me hablaría por al menos dos horas. No había duda de que él tenía el mismo carácter que su padre.

En ese momento me hubiese gustado por lo menos tener una tumba que visitar, pero lamentablemente no se puede tener todo en la vida.

Caminaba frente al colegio donde estudiaba Nathaniel, pude observar como un padre discutía con sus dos hijos.

El padre les dijo - tienen que ir a clase, saben que no me gusta que falten, además hoy en la tarde podremos sorprender a su madre con la nueva casa -

- Pero queremos ir contigo, esto deberías ser una ocasión especial - dijo la hija mayor.

- Por favor papá llévanos contigo, te ayudaremos en todo - esta vez dijo su hijo pequeño.

- Qué suerte tiene usted de tener dos maravillosos hijos que quieren ayudarle - le comenté.

- Son mis dos pequeños ángeles, haría cualquier cosa por que estuviesen bien - me contestó el caballero con una sonrisa en su rostro.

Sentí un poco de envidia por la vida de aquel hombre, aunque no sabía nada de él. Me hubiese gustado tener la misma discusión con Nataniel en ese preciso momento.

El hombre subió de nuevo a sus hijos en el auto y se fueron del lugar.

Cuando iba a cruzar la calle una mujer en un auto casi me atropella. Juraría que era la misma mujer que se había sentado media hora a mi lado. Quizás yo para ella no existía y esta segunda vez casi me mata.

Terminé de cruzar la calle y fui a sentarme en el parque, era un parque amplio donde solía estar lleno cuando salían todos los niños del colegio.

Estaba sentado mirando el cielo, veía Cómo es las nubes pasaban rápidamente por encima de mí.

Pude oír el rechinar de unos neumáticos quemando el pavimento, me giré para observar, ese era el vehículo de Rayan el dueño de una compañía de seguridad reconocida de la ciudad.

¿Qué diablos le estaba sucediendo a esta ciudad?

Esta mañana se estaban suscitando cosas muy raras, así que decidí irme a casa.

Ángel CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora