Gucci Companies

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Capítulo 34

“El dolor de separación no es nada, comparado con la alegría de reencontrarse”
 

 
Vegeta.
 

—¡Explícame esto, Vegeta! —espeta enojada Maron arrojando la revista con la noticia que ha estado circulando toda la mañana.
 
—No hay nada que explicar —le resto importancia dándole un sorbo a mi taza de café mientras reviso las estadísticas de ganancias en el últimos mes de mi compañía.
 
—Por Dios ¡soy tu esposa! Debes de respetarme —insiste aún más paranoica que antes—, no entiendo porque buscas mujeres en la calle teniéndome a mi —enfurece.
 
Odio aguantar este tipo de escenas de Maron
 
Me levanto acomodando las solapas de mi traje caminando hacia la peliazul que tiene los ojos lagrimosos, acuno su rostro entre mis manos antes de decir:
 
—Solo fue un desliz, prometo que no volverá a pasar ¿bien?
 
Dejo un corto beso en sus labios dirigiéndome al elevador de mi penthouse.
 
—¿Lo prometes? —me alcanza abrazándome por detrás— ¿Juras que está será la última vez que tendrás una aventura con esas malditas mujerzuelas? —hay un poco de rabia y emoción en sus palabras.
 
—Por supuesto —miento entrando al elevador—, tengo que irme.
 
—Y… ¿Por qué no te quedas un poco más? —su tono cambia drásticamente tomándome de la corbata— Podríamos resolver esto en la cama —se acerca basándome en los labios con intensidad buscando profundizar el beso cosa que no sucede.
 
—Ahora no, tengo mucho trabajo que hacer —la aparto de manera sutil.
 
—Muy bien —sonríe saliendo del elevador.
 
Creo que esta mal de la cabeza, algún día terminará loca con sus cambios de humor tan drásticos
 
—Supongo que lo dejamos para cuando regresemos a Rusia —asiento no dándole más vueltas al asunto apretando el botón que me lleva al primer piso.
 
El chófer me lleva hasta la sede del centro de Nueva York la cual está teniendo un par de problemas, las cuentas no están saliendo como deberían, los resultados son muy irregulares y tal vez le están robando a mi empresa.
 
En todo el recorrido que me lleva llegar al piso cuarenta he recibido saludos, elogios y miradas coquetas de parte de las mujeres que se acomodan el busto cuando pasan a mi lado, las miro de reojo viendo lo bien que lucen.
 
Una morena de piernas largas me lanza miradas lascivas las cual correspondo con una sonrisa torcida.
 
El elevador se abre, dos de mis escoltas me abren paso.
 
—Señor Vegeta, que gusto tenerlo por aquí —me saluda una secretaria llegando a mi.
 
—¿Tu eres? —pregunto sin dejar de ver como la morena se va meneando de más las caderas viéndome de reojo.
 
Supongo que tendré que hacerle una visita
 
—Soy, Cloe, secretaria del señor Cross, el jefe de operacio… —su respuesta queda en el aire al ver cómo una rubia de pelo corto se me viene encima.
 
—¡No lo puedo creer! —grita emocionada rodeando mis hombros con sus brazos flacos.
 
Trato de alejarla pero se aferra a mi, rápido mis escoltas me la quitan de encima sometiéndola contra la pared inmovilizándola.
 
Pero que desastre
 
Me acomodo el traje de corte italiano tratando de quitar las arrugas que provoco la insecta esa.
 
—¡Bulma, ayúdame! —me quedo atónito ante sus gritos de auxilio.
 
Miro a todos lados para saber si habla de la misma Bulma, no le presto atención a los lloriqueos de la mocosa y mucho menos a las miradas que me observan al encontrar esos ojos azules que tanto tiempo me hicieron suspirar, ¿qué está haciendo aquí y que tiene que ver con la mocosa violenta? Mi ceño se frunce cuando camina pasándome de largo llegando hasta su amiga.
 
La miro de pies a cabeza, joder, sigue siendo la misma, a pesar de que la vi solo unos segundos hace un par de meses no logro evitar que esta emoción abrazadora me invada todo el pecho.
 
—¡Déjenla! —trata de alejar a mis hombres pero estos la ignoran.
 
—Hagan caso a lo que les pide —demando y rápidamente acatan mis órdenes liberando a la rubia.
 
—¿Estas bien? —le pregunta consolando a su amiga y yo sigo sin salir del trance hipnótico en el que me veo sumergido.
 
Respiro hondo hallando ese olor a cerezas dulces que tanto me enloquece.
 
No escucho bien lo que dicen pero de un momento a otro la rubia vuelve a mirarme con ojos brillosos y temo a que vuelva a hacer la misma estupidez de hace unos minutos.
 
Bulma diside encararme de una vez por todas, su cabello ya no es tan largo como antes pero aún así es perfecto.
 
—Hola, lamento lo que hizo mi amiga, ya mismo nos vamos.
 
Quisiera abrazarla y estrechar la contra mi pecho.
 
¡Basta! Debo de controlarme
 
Me aclaro la garganta antes de preguntar:
 
—¿Qué haces aquí? ¿Necesitas algo?
 
—No…
 
—¡Sí! —la interrumpe la rubia—, tenemos cita con el jefe de operaciones pero no está y realmente queremos trabajar aquí.
 
—¿Trabajar? —pregunto sin dejar de ver sus ojos zafiro.
 
—Eh… es un proyecto para la escuela, son tipo prácticas —titubea.
 
Su nerviosismo me lleva a una época en la que solo éramos ella y yo.
 
—Síganme —pido después de unos segundos.
 
Ignoro a las mujeres que me lanzan miradas engatusadoras entrando a la sala de juntas donde me encuentro con otros dos adolescentes, uno rubio y una pelirroja. Tomamos asiento, todos me miran asombrados, no soy el típico CEO que atiende a los novatos pero sé que podría sacar provecho de aquí.
 
—¿Por qué quieren hacer sus prácticas aquí? —pregunto paseando mi mirada por todos ellos, no muestran inseguridad y eso me gusta.
 
—Queremos sacar buena calificación en economía y ¡auch! —se queja la pelirroja después de responder.
 
—De acuerdo… —hojeo sus documentos viendo todos los detalles de cierta peliazul.
 
Eso significa que Bulma estará presente, perfecto
 
—Empiezan el lunes, mi secretaria los pondrá al tanto —respondo simple, todos me miran perplejos ante mi respuesta—. Los transferiré a alguna sede de Massachusetts, Nueva York está muy lejos y así ustedes no se verán en problemas con la escuela.
 
—¿Así de fácil? —pregunta la rubia.
 
—Esta hecho, pueden irse —después de miles de agradecimientos comienzan a tomar sus cosas más que emocionados encaminados a la salida.
 
—Bulma ¿puedes quedarte unos minutos? —mi petición sale como si mi boca tuviera mente propia.
 
Mira a los chicos que asienten despidiéndose de ella. Entra cerrando la puerta tras de sí.
 
—¿Pasa algo? —toma asiento en la silla de alado.
 
—Muchas cosas realmente —digo relamiendo mis labios, cosa que ella ve apretando los suyos.
 
—¿Entonces? —rápido su vista vuelve a mis ojos.
 
Quiero decir mil y un cosas pero las palabras no fluyen.
 
—Déjame invitarte a comer —me doy una cachetada mental por la petición más estúpida que he hecho en mi vida.
 
—No es necesario…
 
—Por supuesto que sí —la interrumpo—. Hace un par de meses cumpliste veintiún años de edad recuerdo muy bien ese día, me torture entre mandarle un mensaje o no de felicitaciones.
 
—Mis amigos me están esperando y…
 
—Le dije a mi chófer que los llevara a recorrer la ciudad —la corto, se lo dije a mi chófer por mensaje mientras transcurría la reunión— ¿Qué dices?
 
—¿Qué pretendes? —pregunta con molestia.
 
Supongo que después de todo aún hay sentimientos no muy buenos hacia mi.
 
—Bulma…
 
—No entiendo a que juega, señor Vegeta —confiesa—, pero lo que sea que tenga en mente, olvídelo.
 
—Por favor no te enojes —intento tomar su mano pero rápido la aparta poniéndose de pie, esto fue una mala idea.
 
—Me tengo que ir, tenga buena tarde señor Vegeta —se despide con formalidad saliendo lo más rápido posible.
 
Dejo caer mi cabeza hacia atrás agarrándome el puente de la nariz mientras cierro los ojos.
 
Fui un estúpido
 
El resto del día no logro concentrarme del todo en lo que debo por estar pensando en Bulma. Joder, creí que ya había superado a esa chiquilla, pero me di cuenta que no era del todo cierto cuando la encontré en el desfile de moda, la estuve buscando cuando me desocupe pero no la encontré de nuevo, y volverla a ver hoy con esa aura tan suya me lo confirmó.
 
—¡Vegeta! —Cross entra a mi oficina extendiendo los brazos.
 
Dejo los papeles que estaba revisando encima del escritorio para acercarme a mi amigo y darnos un abrazo de hermanos.
 
—Me alegro mucho de que estés aquí ¿quién lo diría? Pensé que Rusia era tu casa —suelta divertido caminado hacia el minibar— ¿Cómo está tu esposa? No cualquiera logra conseguir una como la tuya —comenta mientras sirve whisky en dos vasos con hielo para extenderme uno el cual tomo gustoso.
 
—Ella está bien —me arremango la camiseta de manga larga dejando mis brazos con tita al descubierto.
 
—Disculpa por no recibirte como se debe esta mañana pero estaba arreglando unos asuntos al otro lado de la ciudad —la puerta se abre haciendo que ambos volteemos a ver quién es.
 
—Señor Cross —lo saluda la misma morena del elevador con tono sensual.
 
Ahora puedo detallarla mejor, tal vez tiene unos treinta y pocos años pero para su edad está muy bien conservada, su piel más que morena es bronceada dándole un brillo asombroso, su cabello color chocolate cae sobre su espalda en caireles, todo en ella grita: ¡follame duro!
 
—Oh, déjame presentarte a mi amigo y nuestro jefe —pide el pelinegro tomando a la chica por la cintura mientras se acercan.
 
Bebo de mi vaso viéndola de reojo, sus ojos color miel conecta con mi negro intenso, sus labios más gruesos que los de cualquiera me dice que usa bótox… Exquisito.
 
—Vegeta, ella es Precious —la mujer de piel de sincera estira su mano.
 
—Un placer —su tono sensual y firme me dice una solo cosa: ella sabe lo que quiere.
 
—Precious, él es Vegeta, el dueño de todas las compañías Gucci —le estrecho la mano con una sonrisa en los labios—. Cloe estará a tu disposición —nos soltamos la mano cuando Cross comienza a hablar—, Precious es diseñadora gráfica, esta a cargo del departamento de diseño —me explica para después voltear a verla— ¿Qué es lo que trae aquí, linda? —le pregunta.
 
—Oh, casi lo olvidaba, necesito su firma en estos papeles —se saca un portapapeles debajo del brazo señalándole la zona en la que tiene que firmar—, son los gastos que se requieren para los materiales que se usarán este mes —le explica mientras Cross firma donde le pide.
 
—¿Solo eso?
 
—Sí, me retiro —se despide no sin antes echarme una mirada rápida.
 
—Pero que hermosura —comenta el pelinegro cuando la mujer sale.
 
—Ni que lo digas —concuerdo.
 
—Intente que callera ante mis pies pero es muy difícil de conquistarla —confiesa—, me di por vencido conformándome con la secretaria del área administrativo, ¿tu intentarás algo con esa belleza?
 
Me imagino, a ella sobre el escritorio mientras su largas piernas me rodean recibiendo los embates que le doy pero rápido Bulma aparece en mis pensamientos.
 
¿Qué mierda?
 
Su sonrisa dulce y su piel de porcelana mandan a la basura a la morena apetecible.
 
—¿Vegeta?
 
—No lo creo —respondo simple sirviéndome otro trago.
 

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Yo viendo como mis niñas en wattpad me piden maratón apuntode convencerme: 😳

𝔼𝕝 𝕄𝕖𝕛𝕠𝕣 𝔸𝕞𝕚𝕘𝕠 𝔻𝕖 𝕄𝕚 ℙ𝕒𝕕𝕣𝕖 []+𝟙𝟠[] (𝕍.𝔹)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora