𝔼𝕝 𝕄𝕖𝕛𝕠𝕣 𝔸𝕞𝕚𝕘𝕠 𝔻𝕖 𝕄𝕚 ℙ𝕒𝕕𝕣𝕖 []+𝟙𝟠[] (𝕍.𝔹)

My Girlfriend's Parents

Capítulo 33

“Mira hacia atrás y ríete de los peligros pasados”

Vegeta.

Viajo a Estados Unidos y antes de ir a Atlanta City paso a ver a una vieja amiga la cual me ayudará con los preparativos de la boda.

—Llegamos, señor —anuncia mi chofer dejándome en la casa de Kakaroto.

Salgo del auto viendo la casa con enorme césped seco.

«No deben de estarla pasando bien»

Inhalo de forma pesada llenando mi pecho de aire.

«Kakaroto me matará»

Camino hacia la entrada tocando el timbre.

—¡Ya voy! —reconozco la voz del pelinegro.

Él, a pesar de ser rico, siempre le ha gustado la vida simple, es hogareño a morir y le encanta estar en la cocina, también le gustan las novelas (las mexicanas, sobre todo) recuerdo que en una ocasión me obligo a ver Yo soy Betty, la fea, acepte sólo porque estaba pasando una mal etapa donde su esposa, se había ido y Jiren le rompió el corazón. Cuando terminó la novela estaba tan furioso y desesperado que encaré a Jiren y tuvimos una pelea a muerte, estaba más enojado porque por su culpa el imbécil mi amigo me obligo a ver una maldita novela, que por que le rompió el corazón.

—¿Sí? —pregunta abriendo la puerta y la sonrisa que tenía se le borra de inmediato dándome una severa mirada seria… enojada más bien.

—Kakaroto —hablo y en menos de nada su mano vuelta puño se estrella contra mi rostro haciéndome retroceder un paso.

Toco mi rostro encontrando sangre.

«Respira, no le partas la cara»

Me trago mi orgullo dispuesto a hablar.

—Entiendo que estés enoja… —un nuevo golpe me calla, retrocedo dos pasos por el impacto.

Este ha sido más duro que el de antes.

Escupo sangre viendo cómo se quita el mandil viniendo contra mí.

«Está dispuesto a golpearme»

—Kakaroto, no quiero que hagamos esto.

—¡Te acostaste con mi hija! —espeta enojado lanzando un nuevo golpe el cual esquivo— ¡Me robaste a mi niña! —al ver que esquivo todos sus movimientos se viene contra mi tacleándome recordándome nuestra época de universitarios donde ambos hacíamos parte del equipo de futbol americano.

—Detente, quiero hablar contigo —intento detenerlo tomando sus brazos.

—¡Cerdo! —me somete poco a poco.

Su peso sobre el mío basta para que se zafe de mi agarra dándome un golpe en mi cien que me hace voltear la cara.

Comienzo a cabrearme apretando la quijada.

—¡Detente, carajo! —pido aventándolo poniéndome de pie.

—Ni en mil años —acepta viniéndose contra mí.