¡Hazlo!

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Capítulo 39

"La indecisión es el ladrón de la oportunidad"

 

 
Observo a Sharpner desde lejos, mis piernas se aprietan involuntariamente al ver su torso descubierto bañado en sudor.
 
¿Qué demonios me pasa?
 
Su mirada afilada se posa en mi viéndome por unos segundos antes de volver a hacer el ejercicio de pesas que les ha dejado el entrenador del equipo.
 
—Muévanse, niñas —nos reprende la capitana del equipo— Bulma —su llamado despectivo y el chasquido de sus dedos en mi cara me sacan de mi hipnosis—. No me estás dando el cien por ciento, te necesito activa —no me deja responder y se va dándome la espalda mientras su cabello rubio atado en una coleta alta se mueve más de lo común.
 
Violeta, a pesar de ser una arpía, es una muy buena líder, hemos ganado campeonatos estatales gracias a sus estupendas y originales coreografías.
 
Observo por últimas al rubio antes de seguir agitando los pompones y hablar en vos alta lo mismo que las demás chicas.
 
 

***

 

 
—¿Usted cree? Seria encantador acompañarlo —dice Megan mientras toma la corbata del sujeto jugueteando con ella lanzándole miradas coquetas— este es mi numero, llámeme —le extiende una tarjeta de lo más cursi y el rubio almendrado se va con una sonrisa satisfactoria.
 
—Caulifla ya se tardó —observo mi reloj de muñeca, veinte minutos tarde—. Mejor me voy —me levanto de la mesa del restaurante acogedor tomando mi bolso.
 
—Ey, aún no hemos ordenado nada más que agua —se queja— ¡ordenamos algo! Ya viniste hasta aquí, comamos —implora haciendo un puchero que me devuelve de vuelta al asiento.
 
Subo una pierna sobre la otra acomodando mi vestido holgado, tiene razón, ya salí de la oficina mínimo debo comer algo para tener fuerza el resto del día.
 
Un grupo de ejecutivos entra, una linda mujer con falda entubada negra y camiseta color vino con su cabello recogido dándole valor a su título, otros dos caballeros la siguen por detrás, reconozco de inmediato al señor Vegeta. Sin esperarlo dejo de respirar.
 
—¿Crees que acepten tarjetas de crédito? —pregunta la pelinegra viendo la carta del menú.
 
—Sí  —respondo sin dejar de ver a los empresarios.
 
—Que mal porque no tengo —mi vista se dirige a ella, mi ceño se frunce— ¿Qué? No sé si lo sepas pero yo carezco de dinero, mis padres no son muy ricos y trabajo en un Starbucks ¿qué esperabas?
 
—Yo no dije nada —me defiendo.
 
—Da igual, ordenare de todas formas.
 
Hago lo mismo que ella pero mi vista viaja de vez en vez a la dirección del peliflama. Pequeños suspiros se me escapan de la boca cuando veo lo tremendamente bien que se ve en traje, es algo que nunca superare.
 
—¿Qué tanto ves? —curiosea la pelinegra viendo a la misma dirección— Oh, ya veo, te gustan esos hombres eh, a mi me parece muy sexy el pelinegro, tiene cara de que todo el tiempo está enojado pero apuesto que debajo de ese traje esconde algo muy grande —se muerde los labios y mi ceño se frunce aún más al oír que habla de Vegeta— si no vas tú, voy yo.
 
—Nadie irá a ningún lado —respondo más enojada de lo que quiero sonar.
 
Nuestro pedido llega y me dispongo a comer con un amargo sabor en la garganta ¿Por qué me sigue afectando que otras mujeres lo vean y quieran seducirlo? ¡él y yo no somos nada!
 
—Oye, tranquila ¿qué culpa tiene el pollo de tus cambios de humor tan drásticos? —comenta y el enojo sube de nivel— Si dije algo malo lo siento ¿sí? Si lo quieres para ti está bien, solo relájate, mujer.
 
—Lo siento, no sé que me pasa —relajo mi actitud aunque por dentro estoy que me lleva la…
 
—¡Disculpe! ¿Podría traernos la cuenta? —pide la pelinegra cuando hemos acabado.
 
El mesero asiente y llega en cuestión de segundos.
 
—Disculpen, me acaban de informar que su cuenta ya ha sido saldada —informa el mesero y ambas volteamos a vernos.
 
—¿Sabe quién fue? —le pregunta.
 
—El caballero de allá —señala la dirección del trío.
 
—Creo que iré a darle las gracias personalmente —se emociona acomodándose las tetas.
 
—Iré al baño —ruedo los ojos levantándome caminando hacia el servicio lo más rápido que puedo.
 
Entro cerrando la puerta llegando al lavabo, abro la llave y me lavo la cara tratando de disolver el enojo.
 
—¿Qué crees que haces, Bulma? —le hablo a mi reflejo— debes de dejar de comportarte como una maldita pubertad ¡ya eres una mujer! —trato de convencerme pero niego volviendo a mojar mi rostro.
 
—¿Sucede algo? —me asusto con la silueta de Vegeta en el espejo.
 
¿Estoy tan mal que ya alucino?
 
—No —niego, solo es mi imaginación.
 
—Venías muy apresurada y creí que te pasaba algo, por eso te seguí —comenta haciendo que voltee a verlo.
 
¡Es real!
 
—Estoy bien —mis manos se aferran al azulejo— No deberías estar aquí.
 
—Bulma —una descarga eléctrica recorre mi columna cada vez que dice mi nombre de esa manera.
 
—Gracias por pagar la cuenta, no tenía que hacerlo.
 
—Es lo mínimo que podía hacer.
 
—¿Por qué? No es tu obligación.
 
¿Qué no ve que quiero olvidarlo? ¿Por qué no me deja hacerlo?
 
—Pensé que…
 
—Pues no pienses —mi enojo vuelve.
 
¿Por qué siempre nuestras conversaciones terminan en pequeñas disputas?
 
—¿Por qué siempre terminas gritándome? —se cruza de brazos— no puedo tener una conversación grata contigo nunca.
 
—Pues tal vez yo no quiero conversar contigo —trato de salir pero me lo impide. ¿Por qué es tan complicado?
 
—Bulma…
 
—No, nada de Bulma, déjeme salir —pido tratando de calmar mi cólera.
 
—Hablemos y pongamos claras las cosas —sus facciones se endurecen haciéndolo lucir más apuesto ¿Por qué tiene que ser un maldito dios griego? Su belleza no me deja razonar.
 
—No hay nada de que hablar —ladea la cabeza dándome a entender que no es verdad— ¿de qué se supone que hablemos? —me regreso al lavabo recargándome en él— si no me vas a dejar salir hasta que las cosas estén claras entre nosotros entonces empieza.
 
Suelta un varonil suspiro cansado.
 
—Quiero que ambos nos llevemos bien y podamos ser… —duda, como si no tuviera la palabra correcta para decir lo que piensa—… amigos.
 
—No necesito su amistad —espeto— sinceramente no necesito nada de usted, solo trabajo en su empresa porque fue mi última opción.
 
—¿Tu indiferencia hacia mi es porque terminamos? —se toca la frente poniendo su otra mano en la cintura.
 
—No sé de qué habla —me hago la desentendida.
 
—¡Por supuesto que sabes de que hablo! —se acerca, retrocedo pero es en vano, sus brazos quedan alrededor de mi cabeza— ¿Cuántas veces tengo que disculparme por eso?
 
—¡No importa cuántas veces lo hagas! —lo empujo— ¿Por qué no entiendes que aún me duele? —le suelto desviando la vista avergonzada de mi misma por admitirlo.
 
Se queda callando pasando sus manos por su cabello mostrando toda su frustración. No sé que hacer o decir, lo jodí todo y ahora no hay vuelta atrás.
 
—¿Qué es lo que sientes por mi? —pregunta de repente.
 
—Wow, wow, para tu carro —señalo.
 
—Solo dilo.
 
—No diré nada, la última vez que me abrí a ti todo terminó mal para mí —le recuerdo y ahora no solo siento enojo sino resentimiento.
 
—Necesito saberlo —se vuelve a acercar acorralándome— no sabes cuanto necesito que lo digas —su tono cambia drásticamente, su nariz se pasea por mi cuello poniéndome a tragar duro.
 
—Aléjate —pido con la respiración entrecortada.
 
—No quiero y tu tampoco lo quieres. Bulma, solo di lo que quieres y lo tendrás… lo que quieras —gruñe sobre mi piel antes de dejar besos húmedos que me hacen retorcer el cuerpo.
 
—No —gimo, mis manos se niegan a soltarle los hombros, es como si no tuviera control sobre mi cuerpo— Tienes esposa —recuerdo y mis sentidos se activan logrando alejarlo un poco.
 
—Te daré exclusividad, lo juro —vuelve arremeter con besos más violentos; desde mi cuello hasta mi escote.
 
—No se trata de eso —sujeta mis manos dejándome inmóvil ante su agarre.
 
—Una oportunidad, solo dame una oportunidad —levanta su rostro que queda a centímetros del mío. El intenso de su negro no es nada comparado con mi azul.
 
—No lo haré, en juego esta mi estabilidad emocional, mi dignidad y mi orgullo —gruño tratando de zafarme de su agarre manoteando.
 
—Haré lo que sea para que cambies de opinión —se repone acomodando su traje—. Nena, no dudes en decir lo que quieras que te lo daré —promete antes de darme un beso en la mejilla y salir del baño de mujeres.
 
¿Qué fue exactamente lo que acaba de pasar?
 
Salgo del restaurante después de unos minutos, no volví a ver a Vegeta en el camino y agradezco que Megan me haya esperado.
 
—¿Te sentó mal la comida? Tardaste siglos —dice cuando me ve— Mi padre y Caulifla no tardan en llegar, te llevaremos a la oficina.
 
La habilidad del habla se me ha ido así que solo asiento. No esperamos mucho cuando una minicooper se estaciona frente a nosotros.
 
—¡Amigas! —Caulifla nos saluda alegre abriendo la puerta— ¿qué esperan para subir? —obedezco entrando después de Megan.
 
En el camino no digo nada y solo escucho la plática de las pelinegra, Caulifla se despide cuando la dejamos frente a una plaza deportiva, por su skate supongo que estará practicando un rato patinaje. Me llega un mensaje que abro sin querer:
 
Señor Vegeta.
Por favor piensa lo que te dije y acepta.
 
—¿Con quién te escribes? —Megan me arrebata el teléfono leyendo el mensaje.
 
—¡Ey! —logro tomar devuelta mi teléfono y lo escondo.
 
—¡¿Qué?! —se carcajea— amor, que te escribas para tener planes indecoroso con tipos no tiene nada de malo ¡yo lo hago todo el tiempo! —una tos forzada se escucha y ambas volteamos a ver al señor que conduce— es broma, papi —sonríe la pelinegra— no es broma —susurra en mi oído— ¿entonces aceptaras?
 
—No, no quiero tener nada que ver con ese sujeto —respondo seria.
 
—Por tu semblante deduzco que te gusta y mucho, inténtalo ¿qué perderías? Hay que arriesgarse para…
 
—Me arriesgué una vez y no pienso volver a hacerlo —la corto.
 
—Todo salió mal, eh, cariño. Rompió tu corazón yéndose con otra y tu te quedaste sola y traumada —giro mi cabeza hacia ella como la película del exorcismo— ¿acerté? Siempre lo hago, Bul, tu eres súper hermosa ¡mírate! Debes tener miles de pretendientes tras de ti —pienso es varios chicos pero sobre todo en Sharpner. Me encojo de hombros— ¡¿Ves?! ¡tienes potencial! Acepta, y haz pagar a ese hijo de puta, aún no lo conozco pero ya lo odio, tu juega ahora con él.
 
—Es complicado.
 
—¡Pues descomplícalo!
 
—Megan, te pido por favor que…
 
—Tu solo disfrútalo, si él te gusta demasiado sáciate de él hasta cansarte —saca mi teléfono poniéndomelo en la manos— dile que aceptas, pero solo lo verás cuanto tú quieras, no cuando él quiera —se mira las uñas— date prisa.
 
Abro su chat, escribiendo una corta respuesta que me niego a enviar.
 
¿Quizá pueda hacerlo pagar todo el sufrimiento que él me hizo? Hoy lo vi muy diferente a lo que es, él no va por ahí pidiendo nada, el solo demanda y se le da, esta es mi oportunidad, él me extraña tanto como yo pero no se lo debo demostrar.
 
—Bien —acepto bajo su atenta mirada colocando el dedo índice cerca de la pantalla.
 
—¡Hazlo! —exige y le doy enviar.
 

Bulma.
Acepto, dame lo que quiero.
 

Señor Vegeta.
¿Qué es lo que quieres?
 

Bulma.
A ti, todo, tu tiempo, tu cuerpo, lo quiero absolutamente todo.
 

Señor Vegeta.
Nena, eso siempre ha sido tuyo.
 
 

𝔼𝕝 𝕄𝕖𝕛𝕠𝕣 𝔸𝕞𝕚𝕘𝕠 𝔻𝕖 𝕄𝕚 ℙ𝕒𝕕𝕣𝕖 []+𝟙𝟠[] (𝕍.𝔹)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora