Come On, Baby

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Capítulo 19

“Menos hate y más perreo”


Han pasado nueve meses desde que el señor Vegeta se fue. Lo he extrañado demasiado, con mi padre se comunica una vez al mes y a mi me llama casi todas las noches, eso es reconfortante para mi. Aunque los últimos dos meses me ha estado evitando diciendo que esta al tope de trabajo.

He pasado mi quinto semestre del secundario y ahora solo queda esperar para apuntarme al sexto, la canción de Bad Guy de Billie Eilish se reproduce en la computadora mientras veo mi cuerpo desnudo a través del espejo de una sola pieza que él me regalo el día de mi cumpleaños número diecisiete, pequeñas gotas de agua recorren mi cuerpo.

《Es el mismo que tenía en su habitación cuando me hice el tatuaje de cerezas》

Pienso pasando mis dedos sobre el tatuaje recordando.

Estamos en invierno, eso significa outfits cool's. Termino de secar mi cuerpo, me pongo un conjunto de lencería blanca, unos vaqueros negros, unas botas de gamuza color café claro, una blusa Blanca y una cazadora del mismo color que las botas, cojo mi bolso y salgo del cuarto.

En un mes será la cena de Navidad, invité a Caulifla y a su madre a la cena que habrá en la casa, mis padres este año cerraron un gran contrato de un billón de dólares con una empresa y lo celebraremos el veinticuatro de diciembre a lo grande.

Desde la última vez que estuve con Vegeta no he estado con nadie más, ni siquiera con mis compañeros ni con ningún otro chico del instituto y eso que muchos chicos lindos se me han acercado a hablarme. Tengo que admitir que uno que otro me ha llamado la atención pero alejo esos pensamiento con el recuerdo del Señor Vegeta, mi cuerpo lo extraña tanto que me es difícil no mojarme cuando escucho su voz fuerte y profunda al otro lado de la línea.

Tengo la esperanza y certeza de que volveremos a estar juntos como uno solo de nuevo.

—Esta ha quedado increíble —digo enseñándole el teléfono a la pelinegra— ¿no crees? —pregunto pero su mirada está fija en otra parte— eh, tierra llamando a Caulifla.

—¿Ese no es Travis Scott? —pregunta señalando afuera del Starbucks.

Dirijo mi vista a donde señala, sin duda alguna es Travis.

—¡Por Dios! ¡tenemos que sacarnos una foto con él! ¡ya! —grito emocionada.

La tomo fuerte del antebrazo y la jalo a la salida empujando a un señor que no me tomo el tiempo de disculparme.

Trato de caminar rápido pero Caulifla no me ayuda.

《¡Joder! ¡es Travis Scott!》

—¡Hola! —lo saludo llegando a él con una radiante sonrisa.

—Ey, ¿qué hay, pequeñas? —dice y no puedo evitar sentirme soñada.

—Nos encanta como cantas ¿podríamos tomarnos una foto? —pregunto ya con la cámara lista.

—Claro —responde alegre.

Se coloca en medio de las dos, los tres sonreímos y disparó el flash.

—Muchas gracias, de verdad te admiramos —digo y nada en el mundo puede quitar la sonrisa de boba que me cargo.

—Bueno, mi chófer ya llegó, me tengo que ir, cuídense —se despide con la mano y se mete a un auto negro.

—¡¡¡Aahh!!! —grito emocionada— ¡no lo puedo creer!


***


Lo mejor de invierno son las fiestas.

—Labial y un pericazo para aguantar la peda.

—No te metas esa mierda —la regaño pero ya es tarde, ha aspirado el polvo blanco con un billete enrollado.

—Relájate, chica, hoy pienso romper la pista —sostiene el puente de su nariz con los dedos— ¿dónde diablos está Frost?

—Afuera, con los chicos.

—Bueno, andando.

Las dos salimos del baño, la música suena a todo volumen.

Todos los chicos de la escuela nos organizamos para hacer una fiesta por haber acabado el cuarto semestre de secundario. Rentamos una casa con un enorme y precioso jardín.

Caulifla rápido entra en ambiente y comienza a bailar con nuestros amigos.

—Ten, guapa —diecisiete me entrega un vaso con alcohol— esto está a reventar.

—¿Verdad que si? —le sonrío— Caulifla tiene muchos contactos al parecer.

—Esa chica es dinamita —concuerda— de verdad que no entiendo, es muy guapa y tiene más de medio instituto a sus pies, pero ahora solo le presta atención al cuatro ojos de allá —señala un lugar del jardín y volteo a ver.

Es el chico con el que sale casi siempre. El castaño de nombre Tom.

—¿Celoso? —me burlo.

—Para nada —bebe de su vaso restándole importancia— es sólo que no me gusta que se junte con un perdedor.

—No me digas que a ti también te gusta —me mofo.

—¿Cómo que también?

Me rio, le doy un golpecito en el hombro y camino hacia Frost que está muy augusto con unos chicos de otros grupos.

El tiempo pasa, el alcohol se acumula en mis venas y me veo bailando en el centro de la pista junto con todos los chicos, a lo lejos veo con Caulifla que esta fumando marihuana junto con otros chicos, nuestras miradas se cruzan y comienza a caminar hacia mi, le sonrío cuando se posa frente a mi, me devuelve la sonrisa pero se transforma en una mueca.

—No mames, quítense que me voy a vomitar —dice antes de empujarnos y salir disparada del lugar.

Corro a donde se fue, esta en los baños con la cabeza dentro de un escusado, le enrollo el cabello en una coleta mal hecha.

Escucho como vomita y creo que yo también quiero vomitar.

—Deberíamos de irnos ya —comento y asiente— límpiate, voy por Frost, te espero en la salida.

Salgo del baño y me vuelvo a encontrar con ella en la salida junto con Frost.

Caminamos por la calle, Caulifla esta que se desmaya pero entre los dos la ayudamos a caminar, no hay ningún taxi ni nada.

《¡Se supone que íbamos a llegar a mi casa a las doce! ¡son las cinco de la mañana!》

Todos nuestros teléfonos están muertos y morimos de hambre.

Entramos a un local de Burger King, nos atascamos de hamburguesas, papas fritas y de soda.

—Son cien dólares —habla la empleada.

—Paguen ustedes, yo no traigo dinero —dice Caulifla con la boca llena.

—Alguien me ha quitado mi cartera —dice Frost asustado tocándose tratando de encontrar su cartera.

《¡¿Qué mierda?!》

—Paga tu azulita —pide la pelinegra.

Abro mi bolso y saco mi cartera, miro el contenido y no hay nada ¡solo diez jodidos centavos!

—Eh, creo que me han robado —anuncio y Caulifla abre los ojos de par en par.

—¡Coño! Te agarré dinero prestado para pagarle a mi dealer.

Frost y yo la miramos mal.

—Me puede dar un número de cuenta y juro que le depositaré el dinero —le ruego a la chica.

—Karl, llama a la policía —me ignora.

—¡¿Qué?! ¡No! —decimos los tres al mismo tiempo.

—Juro que lo pagaré —hablo.

—Joder, chica, solo son cien dólares —dice Caulifla algo alterada.

Nos ignoran y cierran el lugar, bueno, solo nosotros estamos aquí. Una patrulla llega en cuestión de minutos.

—Súbanlos —habla un hombre trajeado.

Dos más, rápido nos inmovilizan y hacen que caminemos.

—¡Somos menores de edad! —les grita Frost— ¡los demandaremos!

Nos meten en la parte trasera de la camioneta, esposados, me han pedido mi dirección.

Al cabo de unos minutos Caulifla habla:

—¿Podemos parar en un Starbucks?

—No —le contesta enojado.

—¿Nos podemos parar por un café?

—¡Que no!

—¿Por unos tacos?

—¡Ya dije que no!

—Ah, te voy a calificar mal y te voy a poner una estrella eh.

A veces me impresiona la personalidad de esta chica.

—Señorita ¿si comprende la gravedad en la que se encuentra?

Ya no le responde.

—Bajen con cuidado, más les vale que sea la dirección correcta —habla el oficial.

Todos nos bajamos, el oficial toca la puerta de mi casa, enseguida sale mi papá Jiren.

—Eh… buenas noches señor —habla el oficial— estos chicos no pagaron una cuenta y han dicho que aquí viven.

—Bulma creí que…

—¡Bulma! ¡cariño! —lo interrumpe papá Goku que llega y me abraza fuertemente— que bueno que estás bien —me escanea de pies a cabeza y voltea atrás de mi— no te hicieron nada ¿verdad? —ve mis manos que están esposadas— ¿cómo se atreven a esposar a una niña de diecisiete años?  —se molesta.

—Lo… lo siento, señor pero…

—¡Nada de peros! —le grita y saca de su cartera dinero y les avienta una billetes— ahora lárguense y dejen de molestar a niños.

Todos nos metemos a la casa, papá Jiren nos mando a dormir no sin antes decirme que hablará seriamente conmigo cuando no esté en este estado.

Llegamos tambaleando a la cama y caemos rendidos a dormir.


***


Un sonido taladrada mis oídos, ¡joder! Abro lentamente los ojos pero la luz que se asoma por las ventanas me deslumbra.

—¡Abre la maldita puerta! —me grita Caulifla mientras me avienta una almohada.

Me levanto a regañadientes, mi cabeza duele a horrores y mi garganta aclama agua ¡ya! Camino al baño para enjuagarme la boca, mi reflejo en un asco, los ojos llenos de pintura corrida, así, hecha un asco, bajo a abrir la puerta.

—¿Si? —pregunto al abrir la puerta.

—Hola, Bulma.

Habla, mis emociones corren al mil, no puedo creerlo, sonríe y yo soy incapaz de mover un solo músculo.

《Ha vuelto》


𝔼𝕝 𝕄𝕖𝕛𝕠𝕣 𝔸𝕞𝕚𝕘𝕠 𝔻𝕖 𝕄𝕚 ℙ𝕒𝕕𝕣𝕖 []+𝟙𝟠[] (𝕍.𝔹)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora