Un paso atrás.

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Me desperté de golpe al oír a mi hermana berrear, ella lo llama cantar, yo lo llamo imitar a una urraca. Me dirigí a su habitación y me enseñó la lengua mientras parecía que imitaba a Hannah Montana, me reí y me bajé al comedor, estaba mi abuelo dormido,con la boca abierta y babeando mientras mi abuela había ganchillo y le decía que si no iba a ver la tele que le apagara, todo en esa casa me hacía gracia, era una estampa familiar muy peculiar. Me subí al cuarto, me puse unas zapatillas deportivas viejas que tenía guardadas desde hace años y les dije a mis abuelos que me iba a bajar al pueblo a dar una vuelta y a recordar viejos tiempos.

Abuela: Coge las llaves del coche que están en el llavero porque si no no llegas ni para el desayuno.

Nekane: Gracias abu.

Abuela: Ten cuidado pequeña.

Me dirigí al coche, arranque el motor y me bajé para el pueblo despacio y sin prisas, cuando llegué lo aparque en el primer hueco que vi y me bajé hasta la plaza principal de ese maravilloso pueblo, parecía de película, niños corriendo, madres cotilleando con otras madres, viejas quejándose, lo normal.

?: ¿Nekane?

Me di la vuelta y vi a un chico con el pelo corto y negro como el carbón, gafas de hipster y sonrisa perfecta.

?: Nekane, soy yo, Raúl ¿te acuerdas de mi? Salíamos juntos en tercero de lade

Nekane: A, si, ya me acuerdo de ti, cuanto tiempo.

Raúl: Pues si, mucho olle, ¿que te parece si te invito a algo y me cuentas que es de tu vida?

Nekane: Claro, vamos.

Me llevó a un bar muy moderno pero a la vez típico de Vitoria muy acogedor y luminoso.

Raúl: ¿Y qué? Desaparecida, te fuiste sin dejar rastro, ¿que has echo en todos estos años?

Nekane: Pues... Me fui a vivir fuera.

Raúl: Pues menos mal, contaban por ahí que estabas en un especie de centro o algo así, dijeron que caíste enferma de anorexia.

Nekane: Jajaja que tontería.

Raúl: Eso me pareció a mi.

No me podía creer lo que acababa de hacer, había dado un paso atrás, me había avergonzado de mi enfermedad, cuando el psicólogo me decía que no tenía nada de malo, que era una enfermedad coml otra cualquiera.

Estuvimls hablando un rato mas y me di cuenta de que ya eran las nueve de la noche.

Nekane: ¡Ay! Son las nueve, Raúl, lo siento mucho pero me tengo que ir.

Raúl: Vale princesa, Espérl volver a verte, y estás guapísima.

De repente me puse roja, le sonreí y me fui corriendo hacia el coche. Me metí y puse rumbo a mi casa.

solo unas vacacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora