De vuelta a casa.

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Hoy ha sido un día agotador, pero por fin conseguí salir de aquí, mañana ya podré irme.

Me preocupa recaer, no quiero volver a empezar de nuevo otra vez, pero ahora no tengo ganas de pensar en eso, voy a ir, a pasarmelo bien y a olvidarme unos meses de todo eso.

Estoy acostada en mi cama cuando de repente oigo llantos que seguramente sean otra adolescente que no quiere estar aquí encerrada, pero es lo que toca, para no oír a las niñas lamentándose me puse los cascos, y escuchando Xenon me quedé dormida.

A la mañana siguiente, me levanté de un salto, creía que el corazón se me iba a salir del pecho, estaba súper emocionada porque por fin iba a poder estar con mi familia. Hice la maleta, tampoco tenía muchas cosas porque allí normalmente iba en pijama y bata. Cogí dos pares de pantalones, camisetas y una chaqueta por si acaso, cuando iba por en pasillo a pesar del ambiente tan lúgubre que hay en este tipo de sitios me sentía bien e iba con una sonrisa en la cara, me abrieron la puerta un rayo de sol me dio en la cara, era una sensación que ya no recordaba.

Bajé la vista y ahí estaban, mis abuelos y mi hermana pequeña.

Mi hermana vive con mis abuelos porque mis padres murieron en un accidente cuando mi hermana solo tenía un año.

Cuando mi hermana me vio vino corriendo hacia mi y me abrazo tan fuerte que creía que me iba a hacer más delgada de lo que ya estaba.

Nekane: ¡Emma! Yo también me alegro de verte, pero me haces daño y se te caen los mocos Jajajaj.

Emma: ¡Cállate estúpida! Que te he echado mucho de menos Joder.

Nekane: Ala, que boca tienes enana, te la voy a lavar con lejía.

Y le saqué la lengua mientras le despeinaba un poco.

Me acerqué a mis abuelos y lo primero que hizo mi abuela fue cogerme de los mofletes.

Abuela: ¡Ay! Nekane, ya te puedo coger esos mofletes que tanto me gustan, hija.

Nekane: yo también me alegro muchísimo de verte, abuela.

Después de saludar a mi abuela, me acerqué a mi abuelo y me dio un abrazo con lágrimas en los ojos.

Abuelo: Nekane, sabía que lo conseguirías, eres como tu madre, fuerte y preciosa.

Después de saludar a todos mi abuela me sonrió y me dio mi carnet de conducir.

Nekane: ¡Por fin!

Abuela: Jajajaj ya era hora, nunca lo has estrenado, sube y llévanos a casa, pequeña.

Me senté en el asiento del conductor y sentí como el corazón me iba a cien y cuando mi abuelo metió mis cosas en el maletero y se sentó atrás arranqué el motor y me dirigí para mi casa, por fin.

solo unas vacacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora