16. SEKSTEN

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«Hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria».
-Jorge Luis Borges.

Aviso: capítulo con escenas +18

(**)

Diana.

Ardía. Todo mi cuerpo ardía.
No era un ardor leve, podía literalmente sentir como la piel se desprendía de mí cuerpo. Grité agudamente mientras trataba de soltar lo que sea que mantenía atadas mis muñecas.

No podía ver nada, algo tapaba mi vista, algún pañuelo estaba atado a mi cabeza.
El olor a azufre me quemaba las fosas nasales, pero eso no impedía que siguiera moviéndome cual gusano para poder liberarme.

—Yo que tú, princesa, no lo seguiría intentando. Son cadenas demoníacas, va a ser inútil que te liberes tan fácil.

La voz no la reconocía, pero eso sólo hizo que me moviera aun más. Escuché una risa de pronto y luego sentí como alguien pasaba su mano por mi mejilla. Solté un sonido parecido al de un perro rabioso y abrí mi boca. Un grito de dolor hizo que me diera cierta satisfacción de imaginar como el dedo de la x persona estaba ahora entre mis dientes y el piso era bañado con su sangre.

—¡Me arrancó el dedo! —se quejó y casi pude imaginar como tomaba su mano con dolor. Escupi al suelo su dedo.

—Deja de chillar como bebé. —Una segunda voz se escuchó y me pregunté mentalmente cómo cuántas personas habrían ahí. Podía estar en cualquier lugar, pero no sabía si en la tierra o en el infierno. El olor a demonios era notorio, pero no hacía tanto calor como para ser el infierno.

A lo lejos oía aves cantar, las hojas de los árboles susurrar y casi podía oler de manera lejana la lluvia.

Gracias al cielo, seguía en la tierra.

Escuchaba los leves susurros de Ahmm, a pesar de que no sabía cuánto tiempo llevaba de prisionera, aún no podía hacer que mi piedra se conectará con Walter, la piedra de Drew.

Me mantuve alerta a pesar de los quejidos del chico.

—¿No podemos coserle la boca? —preguntó el que, suponía, había mordido.

Reí amargamente y hable con voz ronca.

—Lo haces y despidete de tus otros nueve dedos.

—Estoy harto de vigilarla —se quejó el chico sin dedo mientras sentía como ambos se movían a mí alrededor.

—Bueno, si hicieran su trabajo bien, les aseguro que no tendrían que estar hartos.

Ambos se callaron y pude adivinar que el jefe había entrado al lugar. Me quitaron la venda y mis ojos tardaron un poco en adaptarse a la luz de la habitación. No estaba en el infierno, pero definitivamente allá abajo estaba más limpio que aquí. Habían cajas por todos lados, una mancha en el suelo que suponía era la sangre del chico y habían tres hombres de pie frente a mi.

Olvidaba resaltar, que yo estaba atada en una silla. Ya no llevaba mi armadura, tenía unos jeans, una camisa de cuadros y unas zapatillas degastadas.

—Hey, ¿quién me cambió? —pregunté molesta y vi cómo el chico sin dedo se tocaba el hombro. Sonreí recordando que lo había mordido por haberme quitado mis hombreras.

—Estarás aquí tanto como sea necesario. Hasta que encontremos al Fénix.

Bufé molesta y rodé los ojos mientras escuchaba como la puerta se abría. Por ella, entraron Grat, la bruja dragon a la que había descuartizado hace meses. Junto a ella, estaba Michk, el demonio con el que Drew y yo habíamos hablado en Dinamarca y detrás de ellos, apareció el que supuse era quien estaba a cargo.

Paraíso (Celestial 2#) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora