19. NITTEN

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Vikk.


Después de nuestra pelea en Atenas, decidimos regresar a Praga. La casa del brujo era espaciosa, como todas la demás, y estaba situada en el centro de la ciudad. Estábamos en una época del año en que no nevaba mucho, pero hacía un frío de los mil demonios.

Al llegar, el primero en entrar como un huracán y sentarse frustrado en el sofá fue Azafeth.

No me gustaba verlo así.

Antes de que pudiera confortar a mi hermano mayor, escuché como de la cocina sonaba una palabrota seguido de una risa. A mi lado, mi bella Reyna me miró confundida.

–Además de mi odioso hermano, me pregunto si habrá alguien más en casa.

Ella avanzó, moviendo sus caderas, hasta la cocina.

–Deja de mirarme así, Vikk Asaidan.

Sonreí inconscientemente. –Sí, madame.

Cam suspiro con cansancio y subió las escaleras, para perderse por el pasillo, seguido de un Félix que se veía bastante cansado.

Me acerque a mi hermano. –La encontraremos.

Su mirada estaba perdida en algún punto de la pared que teníamos frente a nosotros, en donde estaba situado el gran televisor del brujo.

–Estoy furioso –murmuró entre dientes.

Lo sé.

–Estoy tan furioso. Con Aaron, principalmente. Conmigo mismo, por no decirle a Diana a tiempo lo de la maldición. Furioso porque no puedo encontrarla.

Hice una mueca triste y puse mi mano en su hombro. No quería que se sintiera culpable, porque él no tenía culpa alguna sobre lo que Félix hizo hace eones.

No sabía cómo los humanos podían tomar decisiones tan difíciles a la ligera.

–Deja de culparte, Azafeth. También estoy molesto con Aaron, pero no debemos dejar que eso nos desanime. Encontraremos a Diana de una u otra forma.

Él asintió, dejándome un tanto sorprendido. Jamás había visto a Azafeth tan furioso y tan triste, las dos cosas a la vez.

En serio ama demasiado a Diana.

Me dije a mi mismo, que ayudaría a mi hermano en lo que fuera. Así fuera que papá me desheredara y me exhiliara como él.

No me importaba, mas si al final podía quedar exento a las riquezas de los Asatan y podría pasar la eternidad en la superficie con Reyna a mi lado.

Dejé que Azafeth tuviera su momento de soledad, y me fui a la cocina a ver que era el escándalo que hacían. Ahí, estaba Samid charlando animadamente con Drakk, mientras Reyna los veía con ojos amenazantes.

Bella Reyna, no sabes lo tarado que me haces.

–¿Drakk? ¿Qué haces aquí? –pregunté entrando por completo a la cocina.

Mi hermano comía un tazón de puré de papas con chuleta de cerdo, mientras a su lado Samid, el mellizo de Reyna, tomaba una copa de sangre.

–Vine en cuanto supe que fueron atacados en Atenas. Un demonio de mi bar en Shangai me dijo, así que pensé en venir y ver como se encontraban. ¿Ninguna señal de Diana aún?

Reyna negó. –No, y ya no sabemos que más hacer. En Grecia lo único que descubrimos por parte de Felix, es que tal vez Aaron es quien esté detrás de todo esto.

Paraíso (Celestial 2#) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora