03. TRE

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Vida colgaba de la mano de Diana, mientras Muerte chocaba contra ella. Drew y su hermana estaban entrenando cuerpo a cuerpo, mientras que Abigaíl los observaba.

Pelear sin armadura era más sencillo, no tenías peso y podías moverte más rápido. Abigaíl, después de miles de años luchando, sabía lo difícil que era entrenar desde cero. Siendo los hijos de Gabriel debía hacer de ellos los mejores ángeles de todos los cielos. Se sentía en la responsabilidad de volverlos unos grandiosos guerreros.

Todo estaba tranquilo, hasta que uno de sus guardias llegó al árbol en donde los tres se encontraban. Abigaíl miró a su guardia, esperando a que diera la noticia que le habían encomendado.

—Diana y Drew tienen una misión. Es en Dinamarca, Gabriel dice que se preparen y Miguel los verá a las puertas del Paraíso.

El chico al terminar de hablar inclinó la cabeza hacia su teniente y se retiró en un aleteo. Abigaíl no dijo nada, pues la noticia no era para ella. Era para los hermanos.

—¿Nos dan una misión?¿Tan pronto? —preguntó Diana mirando a su hermano.

—Está bien para ser nuevos. A la mayoría le dan trabajos tontos, algunos ni siquiera salen de aquí —murmuró ella caminando hacia las Puertas con los hermanos Trace pisándole los talones.

Como dijo el soldado, Miguel estaba esperándolos al pie de las Puertas. Se veía relajado, aunque estuviera pensando en miles de cosas. Diana y Drew avanzaron, mientras Abigaíl se quedó atrás.

El arcángel los miró.

—Belfegor nos dió el nombre de alguien que conoce todos los chismes del Infierno. Si lo encuentran puede que él les diga que sucedió con Jules o que es lo que se planea. Busquen al de piel azulada, Michk.

Sin más que decir, el arcángel desapareció dejando a los hermanos solos con su entrenadora.

—Parece que será un largo día —dijo Diana sonriéndole a su hermano. Él inclinó su cabeza mirando a Abigaíl.

—Ni siquiera nos dijo en qué lugar está —murmuró Drew frunciendo su frente. Abigaíl se encogió de hombros y tronó los dedos.

Armaduras de oro aparecieron en los hermanos, ambos se miraron mientras reían por lo heroicos que se veían.

—Es hora, nos vemos luego —dijo su entrenadora viendo como ambos desaparecen.

El frío les coló los huesos. Vida y Muerte colgaban de sus espaldas, mientras que sus alas les daban calor. Las sandalias de ambos se hundieron en la nieve.
Drew abrazó a su hermana en cuanto la vio temblar.

—¿Cuál es el primer lugar que piensas cuando te dicen "demonio"? —preguntó el chico mirando como todos caminaban tranquilos entre ambos. Nadie podía verlos.

—Un bar —le respondió su hermana señalando un bar con brillantes letras en neón en su techo. Ambos hermanos avanzaron por las calles hasta el bar, en donde la campana de la puerta sonó en cuanto la empujaron. Todos los miraron al entrar.

Demonios menores, brujas, hadas, vampiros. Todos olieron la sangre angelical en cuanto los Trace entraron. Por lo que ese no era un bar normal, habían entrado en territorio enemigo. Y no sabían cómo terminaría aquello.

—¿Qué se les ofrece? —preguntó el chico que servía las bebidas y tragos, mientras miraba a Diana.

Ella hizo una mueca y negó, esperando que su hermano no lo hubiera visto. Se acercaron al demonio de piel azulada, casi tirando a púrpura, que jugaba poker en una de las mesas con un vampiro y un hada.

Paraíso (Celestial 2#) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora